ANALIZAR EN EL ENFOQUE DE LA LINGÜÍSTICA. CONCEPTOS DE LENGUAJE, SIGNO, LENGUA Y HABLA
UNESR
INFORME II
FACILITADOR: LIC. MILAGROS HERNÁNDEZ CH.
PARTICIPANTE: MERCEDES ARAGORT
C.I. 8683334
EDUC PREESCOLAR
SECCION “G”
ENFOQUE DE LA LINGÜÍSTICA. CONCEPTOS DE LENGUAJE, SIGNO, LENGUA Y HABLA
En términos genéricos, se habla de LENGUAJE siempre que encontramos un conjunto de signos de la misma naturaleza, cuya función primaria es permitir la comunicación entre organismos. De esta manera, escuchamos hablar del lenguaje de las abejas, del lenguaje de la música, del lenguaje de las flores, del lenguaje de los colores y hasta del “lenguaje del amor”. Pero podemos preguntarnos: ¿Qué es lo que tienen en común todos estos supuestos lenguajes? Sinceramente, no mucho.
En definitiva, parece que los criterios imprescindibles para que un conjunto de signos constituya un lenguaje - en sentido amplio y cotidiano - se reducen a dos: primero, que esos signos sean de la misma naturaleza; y segundo, que sirvan primordialmente a la comunicación de un grupo de organismos entre sí.
Sin embargo, es innegable que el término LENGUAJE se emplea con un alto grado de ambigüedad, como ya hemos podido apreciarlo.
En el caso específico del LENGUAJE VERBAL HUMANO, nos encontramos frente a una facultad biológica y psicológica exclusiva del homo sapiens; el sistema simbólico más poderoso de cuantos se conocen y que ha hecho posible la tradición, la historia y la cultura.
Este lenguaje es una dimensión esencial de lo humano, un hecho distintivo y propio de la condición humana. Y los seres humanos vivimos inmersos en signos; somos animales simbólicos capaces de convertir en signo todo lo que tocamos.
El LENGUAJE VERBAL HUMANO nos permite convertir la experiencia con lo real, con ese mundo que está fuera del sujeto, en un sistema complejo de significaciones, en una CONFIGURACIÓN SEMIÓTICA. A esta capacidad o facultad de representación mediadora de la realidad, Piaget la denominó la FUNCIÓN SIMBÓLICA. También es posible llamarla FACULTAD SEMIÓTICA.
Está claro, entonces, que es preciso situar el concepto de LENGUAJE en el contexto de la teoría de los signos, en el contexto de la SEMIOLOGÍA o de la SEMIÓTICA - dos términos equivalentes.
En un interesante trabajo, el lingüista Charles Hockett ha sugerido una lista bastante completa de características definitorias del LENGUAJE VERBAL HUMANO. De las que Hockett menciona, vamos a comentar las que nos parecen más importantes y también incluiremos dos o tres que no figuran en su lista.
El LENGUAJE VERBAL HUMANO es un sistema simbólico que posee las siguientes características:
1. Se desarrolla como un conocimiento y como una práctica.
Reconocemos dos niveles: Un conocimiento del lenguaje y el ejercicio correspondiente. Estos dos niveles de lenguaje se desarrollan tanto en el plano individual como en el contexto social. El conocimiento del lenguaje habilita para su puesta en práctica, y ésta implica la existencia de ese conocimiento.
Hablar - escuchar - escribir - leer , es decir, producir y comprender mensajes lingüísticos exige de los sujetos un conocimiento del lenguaje.
2. Se emplean sonidos y se utiliza el canal vocal - auditivo. Como consecuencia, los mensajes lingüísticos se reciben en una dirección determinada (la dirección en la que está el emisor) y desaparecen con rapidez. Este rasgo excluye otros sistemas humanos de comunicación que podemos considerar como no naturales, por ejemplo : la escritura, el morse, las señales de humo, las banderas, etc.
Es bueno recordar que la mayoría de las aproximadamente 2.500 lenguas del mundo no poseen escritura. Esta naturaleza vocal - auditiva ha permitido distinguir una propiedad adicional del lenguaje, denominada por Saussure la linealidad del significante: percibimos los sonidos de manera sucesiva en el tiempo.
3. Se produce en cadenas doblemente articuladas. Su estructura consta de dos subsistemas: el subsistema fonológico y el subsistema gramatical. Por esta razón, se denomina dualidad a esta característica. André Martinet la ha llamado doble articulación.
El lenguaje verbal se articula en el nivel fonológico en unidades no significativas (fonemas) y, en el nivel gramatical, en unidades significativas (morfemas o monemas).
4. Es un sistema que posee creatividad. En primer lugar, desde el punto de vista sintáctico no hay límite para el número de distintas expresiones correctas que pueden formarse aplicando las reglas del sistema. En segundo lugar, desde el punto de vista semántico es posible expresar nuevos contenidos por medio de los elementos existentes utilizando procedimientos analógicos. Y en tercer lugar, porque incluso es posible llegar a modificar las reglas del sistema por medio de una práctica desviada suficientemente prolongada. La primera forma de creatividad corresponde al sistema ; las dos formas restantes corresponden más bien a su utilización.
5. Es arbitrario y convencional. Entre el sistema y la realidad se establecen una serie de relaciones convencionales o arbitrarias. Los signos del lenguaje nacen de un consenso social tácito. Son arbitrarios y convencionales por cuanto no guardan una relación lógica con el referente y reposan en una aceptación social previa.
6. Es posible emplear el lenguaje para referirse a objetos o a aspectos de la realidad que se encuentran lejanos respecto del lugar y del momento de la comunicación. A este rasgo se le llama desplazamiento. También la danza de las abejas lo posee.
7. En el lenguaje verbal, la relación entre los signos y los usuarios se caracteriza por el hecho de que los usuarios son indistintamente emisores y receptores, y de que el emisor es siempre al mismo tiempo receptor de su propia emisión. En ciertas especies de insectos, sólo los machos emiten señales, y en otras, el emisor no puede percibir las señales que él mismo emite.
8. Cumple diversas funciones, además de la actividad comunicativa. No existe entre los lingüistas un criterio unánime en torno a si la función comunicativa del lenguaje es o no de carácter primario. Así, mientras Roman Jakobson considera que la función fundamental del lenguaje es servir de “instrumento de comunicación”, Noam Chomsky, por el contrario, piensa que “el manejo del lenguaje para la comunicación no es sino uno de sus usos”, y agrega que el lenguaje “es un medio destinado tanto a la creación como a la expresión del pensamiento en el sentido más amplio” (Chomsky, 1973).
9. El lenguaje puede ser ámbito de referencia de sí mismo, esto es, puede utilizarse reflexivamente dando lugar a metalenguajes. La reflexividad distingue sin duda al lenguaje verbal de todos los sistemas de comunicación no humanos. Esta característica de la reflexividad procede de la capacidad que el lenguaje tiene de reflexionar sobre sí mismo.
10. Cambia con el tiempo por influjo de las fuerzas sociales. Los hechos demuestran que las lenguas se transforman con el paso del tiempo, por la influencia de distintas fuerzas sociales, tales como las relaciones culturales y políticas.
Ahora bien, en el LENGUAJE VERBAL HUMANO, que al parecer fue primero oral y después escrito, podemos identificar tres conceptos fundamentalmente distintos: el lenguaje como facultad, el lenguaje como sistema de signos y el lenguaje como conjunto de episodios individuales. Es decir, LENGUAJE, LENGUA Y HABLA.
Para comprender con claridad la dicotomía LENGUA - HABLA, es necesario remitirnos a Ferdinand De Saussure.
La lengua:
Saussure (1857 - 1913), a quien se le considera el creador de la lingüística moderna, fue un lingüista suizo. La publicación póstuma de su Curso de lingüística general, en 1916, suele tomarse como punto de partida de la lingüística, en cuanto estudio científico del lenguaje.
Saussure consagró los primeros capítulos de su Curso a definir cuál debía ser el objeto de estudio de la lingüística, y llegó a la conclusión de que dicho objeto de estudio debía ser la LENGUA. Veamos por qué.
“Para formular su célebre dicotomía LENGUA - HABLA, Saussure partió de la naturaleza “multiforme y heteróclita” del lenguaje, que a primera vista se revela como una realidad inclasificable, de la que no se puede obtener la unidad, ya que esta realidad es, al mismo tiempo, física, fisiológica y psíquica, individual y social. Ahora bien, este desorden resulta menos desorden si, de esta heterogeneidad, se abstrae un puro objeto social, conjunto sistemático de las convenciones necesarias a la comunicación, indiferente a la materia de las señales que lo componen; se trata de la LENGUA, frente a la cual el habla representa la parte puramente individual del lenguaje (fonación, realización de las reglas y combinaciones contingentes de signos)”
De esta manera, para Saussure (1945:64) “el estudio del lenguaje comporta, pues, dos partes: la una, esencial, tiene como objeto la lengua, que es social en su esencia e independiente del individuo; [...] la otra, secundaria, tiene por objeto la parte individual del lenguaje, es decir, el habla, incluida la fonación, y es psicofísica”.
La LENGUA, si se quiere, es el lenguaje menos el HABLA :
LENGUA = LENGUAJE - HABLA
Para Saussure, la LENGUA es una institución social y al mismo tiempo un sistema de valores.
La dicotomía LENGUA - HABLA es la oposición fundamental establecida por Saussure. Según su teoría, el lenguaje, que es una propiedad común a todos los seres humanos y que procede de su facultad de simbolizar, presenta esos dos componentes: la LENGUA y el HABLA.
La LENGUA es un producto social en el sentido de que el individuo la recibe pasivamente, de que es exterior al individuo; ella es un contrato colectivo al que todos los miembros de la comunidad deben someterse si quieren comunicarse. En términos saussureanos, la LENGUA es a la vez “un tesoro depositado por la práctica del habla en los sujetos que pertenecen a una misma comunidad”, “un conjunto de impresiones depositadas en cada cerebro”, “la suma de las imágenes verbales acumuladas en todos los individuos”. En síntesis : un código constituido por un sistema de signos.
“Uno de los principios esenciales de F. de Saussure, fundamental para la lingüística moderna, es la definición de la LENGUA como un sistema de signos”. Observemos cómo esta definición es de índole taxonómica: la LENGUA es un principio de clasificación.
Si la LENGUA es un sistema de signos, un código, entonces está relacionada con los demás sistemas simbólicos y, desde este punto de vista, se convierte también en objeto de estudio de la SEMIOLOGÍA, que debe estudiar, como lo definió Saussure, “la vida de los signos en el seno de la vida social.” Así, al mismo tiempo que fundaba la lingüística, Saussure instituía una nueva ciencia a la que denominó semiología (del griego semeîon, signo).
El habla:
Frente a la lengua como producto social, el HABLA se define como “el componente individual del lenguaje”, como un “acto de voluntad y de inteligencia”; es, esencialmente, un acto individual de selección y de actualización.
En primer lugar, está constituida por “las combinaciones gracias a las cuales el sujeto hablante puede utilizar el código de la lengua para expresar su pensamiento personal” y , en segundo lugar, por “los mecanismos psicofísicos que permiten al propio sujeto exteriorizar estas combinaciones”.
Si el habla corresponde a un acto individual y no a una creación pura es por su naturaleza eminentemente combinatoria.
En el desarrollo posterior de la lingüística, se han replanteado varios aspectos de la teoría saussureana, algunos de ellos relacionados específicamente con la dicotomía LENGUA - HABLA. Los lingüistas modernos han criticado esta oposición tan tajante y la han calificado de insuficiente.
Lo que sí resulta claro es que estos dos conceptos, LENGUA - HABLA, sólo encuentran una definición completa en el proceso dialéctico que los une: no hay LENGUA sin HABLA y no hay HABLA que esté fuera de la LENGUA. Incluso, así lo consideraba el mismo Saussure (1945 : 50) : “El lenguaje tiene un lado individual y un lado social, y no se puede concebir el uno sin el otro”.
La LENGUA es a la vez el instrumento y el producto del HABLA, nos encontramos ante una verdadera dialéctica.
Es Eugenio Coseriu quien afirma que “lengua y habla no pueden ser realidades autónomas y netamente separables, dado que, por un lado, el habla es realización de la lengua y, por otro lado, la lengua es condición del habla”.
Este lingüista propuso una distinción tripartita: el sistema: la lengua; la norma: un sistema de realizaciones obligadas, de imposiciones sociales y culturales que varía según la comunidad; y el habla: realización individual del sistema.
Es decir, para resolver esa insuficiencia de la dicotomía saussureana, Coseriu propuso desdoblar el concepto de lengua en dos conceptos distintos: el sistema y la norma.
“Al pasar del habla a la norma se prescinde de todo aquello que es puramente individual, ocasional y momentáneo. Al pasar de la norma al sistema, se abandona todo cuanto es pura repetición y hábito individual, así como todo lo que sea costumbre y tradición del grupo al que el individuo pertenece.”
Noam Chomsky también replanteó varios aspectos de la teoría saussureana y, en particular, reformuló los conceptos de lengua y habla tal como Saussure los definió.
Paralela a la distinción saussureana entre lengua y habla, Chomsky introdujo la distinción entre competencia y actuación.
El concepto de lengua, definido por Saussure como un “sistema de signos”, sólo coincide parcialmente con el concepto de “competencia” introducido por Chomsky. Para este lingüista, la “competencia” no es tanto la lengua como sistema pasivo de signos, como simple inventario, sino la interiorización mental que un hablante hace del sistema como un mecanismo generador de todas las posibles expresiones correctas de la lengua. Según esto, la “competencia lingüística” consiste, entonces, en el conocimiento tácito (o inconsciente) que cada hablante tiene de la gramática de su lengua, en una estructura cognoscitiva y creativa inherente al ser humano, que le permite, a partir de elementos finitos (fonemas, morfemas, reglas de selección y combinación), generar y producir un número infinito de oraciones.
De esta manera, Chomsky enfatizó en la creatividad de la “competencia”, creatividad que Saussure había excluido del sistema de la lengua y había relegado al dominio del habla. Por lo tanto, la “competencia” es aquello que hace posible la “actuación” o comportamiento lingüístico.
En cuanto al concepto de habla, este sí parece coincidir suficientemente con el concepto chomskiano de “actuación”, como uso real que un hablante hace de la lengua en situaciones concretas.
Finalmente, mientras para Chomsky la creatividad del lenguaje se manifiesta tanto en la “competencia” como en la “actuación”, para Saussure el aspecto creador del lenguaje radica exclusivamente en el habla.
BIBLIOGRAFÍA
BARTHES, Rolan. Elementos de Semiología, Madrid, Talleres Gráficos Montaña, 1971.
CONESA, Francisco y NUBIOLA, Jaime. Filosofía del lenguaje. Barcelona : Herder, 1999.
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CHOMSKY, Noam. Aspectos de la teoría de la sintaxis. Madrid : Aguilar, 1970.
Reflexiones sobre el lenguaje. Barcelona : Ariel, 1979.
DUBOIS, Jean y otros. Diccionario de lingüística. Madrid : Alianza, 1979.
HIERRO S. PESCADOR, José. Principios de filosofía del lenguaje.
Madrid : Alianza, 1980.
HOCKETT, Charles. Curso de lingüística moderna. Buenos Aires : EUDEBA, 1971.
NIÑO ROJAS, Víctor Miguel. Los procesos de la comunicación y del lenguaje. Santafé de Bogotá : Ecoe, 1998.
SAUSSURE, Ferdinand de. Curso de lingüística General. Buenos Aires : Losada, 1945.