HILMAR
Hermana y madre cuánto me quisiste
puro y cristalino, gran amor sincero,
qué desprendimiento ¿Dónde lo aprendiste?...
¡En nuestros ayeres de tiempos tan duros!
con ese infinito corazon tan puro.
fuiste madre noble, esposa y hermana,
alejada siempre de las cosas vanas,
del egocentrismo, la ira y la gula,
eres cristalina, desprendida y pura.
En aquel momento, ultimo y primero,
consternado, obsorto, en un cuarto oscuro,
cerrando los ojos pude ver tu luz,
irradiando blanca de tu noble amor ,
y vino a mi mente mi infancia lejana,
cuando en mi ignorancia yo buscaba a Dios,
por una vereda tortuosa y profana.
¡Como un penitente!
Sin saber que Dios estaba en mi mente,
y en tus limpios ojos como la mañana
y no en los senderos de la vida vana.
Al cerrar los ojos, su luz me cegó,
en un cuarto oscuro sentimos a Dios.
y con intuiciones y presentimientos,
como siempre fuimos: amigos y hermanos,
y anduvimos juntos por esos caminos
de la poesia, como peregrinos.
Y hasta el infinito unidos llegamos,
y aún conservo hoy, tu mano en mi mano,
como fuimos siempre amigos y hermanos.
Ahora veo tan clara la verdad de Dios
y en reminiscencia conservo tu voz,
tu voz de poeta con tu plenilunio,
como gran profeta, exaltando al mundo,
a buscar la paz, rechazar la guerra,
sintiendo el amor, en lo mas profundo,
esparcir su aroma por la misma tierra.
Con esta palabras me despido hermana.
nunca más el ego prevalecera.
era siempre noble, pronto nacerá
y descansa en paz, volveré mañana.
Vicente
Enero 2009-01-03