Mi verdad...

[Francisco Molina Infante]

                       ”C A N D E L A”

 

Llevaba diez años anhelando visitar Cuba nuevamente...

                                                                                                                    Mi primer viaje lo había realizado a La Habana, con motivo de unas relaciones comerciales.                                                                                                 

En aquella ocasión conocí de cerca todo el entorno de la gran, bonita y envejecida ciudad.

Se me coló en el alma las vivencias de aquellos días, para añorarla, como si fuese un amor perdido.

Por mi dejadez y olvido no volví hasta los comienzos de este año.

Siempre anduve, -en ese intervalo de tiempo-: deseoso de volver por tierras cubanas...

Tenía que recorrer su piel acaimada.

Mezclarme entre sus gentes y, conocer sus costumbres: vivir el día a día del cubano; -sometido, ignorado y complaciente ante la adversidad de la vida-, que le ha tocado vivir -con suma resignación- por errores preestablecidos del poder ideológico de unos, internos; o, externos: debido al poder económico –mediante el embargo comercial- de otros países dominantes, que han querido doblegar sus ideologías... ¡Vigilantes de un mundo...!: que aprecian sensiblemente la paja en el ojo ajeno y no ven la viga que llevan ellos y, como poderosos: deberían sembrar la paz y el amor con esos medios que gastan en amenazas y guerras.

¡Malditas guerras: -sufrimiento cruel de los pobres y menesterosos-.

Conseguí mezclarme en la humildad, en las carencias y en la grandiosidad de sus espíritus por espacio de casi un mes.

"De tan gran pueblo -incomprensible para mí-: saqué una sabiduría desconocida  hasta entonces".

He vivido con ellos, en las incomodidades.., las carestías y la escasez de sus momentos actuales.

Las discriminaciones y engaños a los que están sometidos por unos ideales, que no conducen -bajo mi opinión- al bienestar moral o físico de ese pueblo "tan digno".

El poder corroe y subyuga, cómo una enfermedad endémica, que aplasta al ser humano.

Todo se doblega a un patriotismo aletargado o inexistente por la desconsideración de todos los que alcanzaron algún poder, dentro del partido…

¿Quizás hayan llegado a esta situación por convicciones sanas y honestas -pero incomprensibles-, en los tiempos actuales, que con el sacrifico y el abuso de unos pocos..., se les fue de las manos?

Cualquier acto de insumisión o falta de interés participativo en las normas preestablecidas, puede dar al traste con la existencia de cualquiera.

Este gran pueblo se crece ante las adversidades diarias.

Vuelca su fortaleza en la entrega total a las labores asignadas, con puntualidad y tesón; pero no con la ilusión puesta en un futuro mejor.

Hay una resignación latente en cada ser, que se siente atraído, -inhibido por años del acceso al bienestar de occidente- y, que ya conoce desde hace mucho tiempo...

Me he sentido trasladado a mi niñez pueblerina de la postguerra civil española.

He repasado inconscientemente en mi memoria los acontecimientos vividos durante la dictadura franquista y sin querer: fui valorando los avances sociales que conocí de primera mano...; para nada, se asemejan.

Aunque las actitudes políticas de ambos momentos, pudieran ser catalogadas, cómo similares; media un abismo profundo en sus intenciones y en los resultados conseguidos -a pesar de los vetos ejercidos por los poderosos -a ambos países, en los momentos más críticos de supervivencia- que no debieron ser aplicables, ni coincidentes con dichos regímenes políticos.

Me duele el alma al volver; me ha sangrado el corazón viendo sufrir a esos hermanos cubanos.

Es difícil describir el sometimiento consentido y la abnegación almacenada ante el engaño.

Creo.., que ningún individuo debería estar sometido -en estos tiempos- al yugo del aislamiento y a un sometimiento extremo, para corresponder a ideales de conveniencias políticas muy particulares.

Increíblemente: no puedes alojarte en establecimientos, que no estén autorizados..., (no lo hagas en casa de tu hermano, ni de amigos de la juventud, etc. 

No podrás llevar compañía a tu hotel.

Lo tienen prohibido.

El turista está súper protegido –porque deja dólares-, pero considero y creo que es en detrimento de las libertades del cubano. 

No viajes en bus, que no sean especiales para los turistas (la línea azul).

Difícilmente encontrarás, cómo comunicarte con el exterior o acceder a Internet.

Si te arriesgas a buscar el amor entre alguna de sus lindas mujeres, ella puede acabar en la cárcel, por años; tan sólo por ir con un extranjero, -si no has ido previamente a la policía a informar de ello y solicitar un certificado autorizante-, para transitar como familiar para no correr ese riesgo.

No podrás utilizar la misma moneda que el propio cubano: (25 pesos cubanos = 1 dólar); (has de utilizar el peso convertible, equiparado al dólar).

No me cuadran ciertas normas, que anulan la personalidad de ese pueblo.

Ante el turismo creciente que llega a la isla -creo que- los cubanos se sienten discriminados-.

“No dejes de pensar que nuestros hermanos en la lejanía y que llevan nuestros mismos cromosomas”.

Se esmeran en complacer al que llega, pero se advierte el temor social al que se exponen.

Esta Cuba Oriental, que he conocido, no es la misma que la conocida hace una década en La Habana; quizás porque su población está más diseminada y es generalmente más rústica o agrícola.

Hay más candor, verdad, hospitalidad, dedicación al extraño allí y también  temor a manifestar sus simpatías y cariño.

Sin embargo les brota la alegría por todos los poros de sus cuerpos.

Llevan candela en el alma, que transmiten -tan sólo con la mirada-.

Cada cuál va con su cruz con esmero ante las carencias vitales y sin protestas.

Creo que aún les queda en las venas: "la dominante sangre Arahuaca, que no supieron erradicar los conquistadores hispanos”.

Es la perfecta conjunción de la abnegación patriótica y silenciosa -a la que hemos llevado a un pueblo- y los valores inconmensurables -de una mezcla de razas-, que resurgirá en breve de su aislamiento, para dar lecciones de civismo, cultura, hermandad, etc., a un mundo consumista.

¡Viva el pueblo cubano!

Me admira, me conquista y no dudaría ni un instante, en mezclarme allí..,-hasta diluirme- y.., aunque sólo fuese para obtener algo del fuego vital que llevan dentro.

 

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