Perspectiva Filosófica de la Lingüística y el Discurso Según Saussure
INFORME N° 2
UNESR
PROFESORA: MILAGROS HERNÁNDEZ CHILIBERTI
AUTORA: NILDA BRELIO
La lengua es un sistema de signos en el que sólo es esencial la unión del sentido y de la imagen acústica, y donde las dos partes del signo son igualmente psíquicas, pues, siendo esta un objeto bien definido en el conjunto heteróclito de los hechos del lenguaje, constituye una totalidad en sí misma, ya que parece ser lo único susceptible de su definición autónoma. Desde esta perspectiva, la lengua es adquirida, convencional y particular en cada sociedad, como un producto social de la facultad del lenguaje. Siendo la lengua un sistema de puras diferencias, su característica esencial es la concreción, porque responde a algo real, concreto y además integral pues, es íntegramente psíquica. En este orden de ideas Guillaume, afirma que:
La lengua es un sistema que significa evocar en un marco estático un fenómeno de naturaleza cinética, mediante el cual de un estado de reposo inicial se estaría pasando a otro final, el texto, mientras que en uno y otro esta el discurso, pues siendo así la lengua es un sistema de sistemas, con pequeños sistemas ligados por una coherencia interior y, al mismo tiempo, hay una ley superior que asegura una coherencia general.
Por las razones expresadas anteriormente, cuando se esta en un acto de lenguaje, y se esta pasando de un reposo inicial, es decir sin actividad lingüística, aun estado de reposo final de transactividad lingüística; como desarrollo entre uno y otro estado de reposo se extiende el discurso, y por ende, como resultado se obtendría el producto.
Por este motivo Guillaume habla de un propósito del discurso, y un cinetismo de transición; sin embargo el lenguaje y el discurso son conceptos opuestos, pues el discurso es una realidad que tan pronto puede estar ausente como presente, y el lenguaje en cambio tiene presencia continua, aunque cuando se duerme esta en pleno reposo,. En tal sentido, si el discurso es un ser concreto, que no necesita ser analizado para ser observado, ya que los sentidos bastan para saber si esta presente o ausente, el lenguaje por su parte es una entidad abstracta que escapa a toda observación directa y su presencia permanente esta denunciada implícitamente por la presencia intermitente del discurso, pues se haya implícita en el y esta implicancia es obligatoria ya que sino fuese así habría que admitir que el lenguaje es producto del invento a medida que se esta hablando. Bajo esta concepción se podría decir que: el lenguaje no se inventa, ni tampoco se nace inserto en el, ya que los idiomas se trasmiten como una herencia imposible de rechazar. En este orden de ideas, se podría acotar que sencillamente el lenguaje es anterior a quienes lo poseen y lo hablan; desde esta perspectiva, anterior a los usos momentáneos que se hacen del lenguaje Roch Valin sostiene lo siguiente: “A la anterioridad diacrónica del discurso se añade una anterioridad sincrónica obligada, consecuencia de la primera; en virtud de ello en el tiempo operativo que soporta el acto del lenguaje es forzosamente preexistente al discurso”. Es decir que el lenguaje es la posibilidad de expresar en “lenguaje articulado”, lo que se combina momentáneamente. Como resultado de esto se tiene que entonces el lenguaje, es multiforme y heteróclito, a través de diferentes dominios, a la vez físico, fisiológico y psíquico, pertenece además al dominio individual y al dominio social y no se los puede concebir uno sin el otro; de allí que no se deja clasificar en ninguna de las categorías de lo hechos humanos, por el contrario de la lengua, que es una totalidad en sí misma y un principio de calcificación; bien mientras el lenguaje se apoya en una facultad que da la naturaleza, la lengua es cosa adquirida y convencional. Según Saussure (1916), “la lengua es un sistema que no conoce mas que su orden propio y peculiar”; dicha afirmación es tajante; aunque rodeada de resistencias así, no es totalmente arbitraria y, en tanto que sistema es algo complejo, pues si una lengua constituye un sistema, este no es el lado por el cual la misma no es completamente arbitraria y donde impera, una razón relativa; el caso es que, también este es el punto donde se manifiesta la incompetencia de esta para transformarla. Pues este sistema es un mecanismo complejo, y no se le puede comprender más que por la reflexión, y es justamente estos factores los que se ignoran cuando se hace uso de la lengua como uso cotidiano. El carácter de arbitrariedad de la lengua se detiene a explicar el concepto de arbitrario, para aproximarlo más a la categoría de inmotivado que a la de "libertad del hablante para cambiar aspectos del lenguaje". El signo, o, más específicamente, el significante, son arbitrarios en relación con su significado. A este respecto, Saussure señala, como dos posibles objeciones a esta tesis, el caso, en primer lugar, de las onomatopeyas, a esta objeción, que sugiere que ellas no son arbitrarias, Saussure responde que las onomatopeyas no son un elemento orgánico del sistema lingüístico, y además agrega que su número es más reducido de lo que generalmente se piensa. Pero su argumento quizá más sólido radica en que estas onomatopeyas, toda vez que "ingresan" a un sistema lingüístico, se ven más o menos arrastradas por la evolución fonética, morfológica, etc., con lo que se "convertirían" al carácter del inmotivado signo lingüístico en general. En segundo lugar, Saussure muestra la posible objeción del caso de las exclamaciones, que son vistas en una primera impresión como expresiones dictadas por "la naturaleza". A esto se responde que, en la mayoría de los casos, el lazo entre el significante y el significado no existe, además, remata alegando que las exclamaciones no son más que huellas de viejas palabras de sentido determinado. Partiendo de esta concepción Saussure distingue dos elementos que entran en juego en ese sistema de valores "puros" que es la lengua: las ideas y los sonidos. Las ideas, sin las palabras, serían (y son) para Saussure una masa amorfa, indistinta, anárquica, un conjunto de imágenes caóticas: una nebulosa, dice Saussure, donde nada está delimitado necesariamente. Con respecto a los sonidos por sí mismos, vale la pena plantearse la siguiente interrogante: ¿ofrecerían en este marco entidades a priori, de antemano? La respuesta es: No, porque la sustancia fónica es algo más que un molde donde desemboca el pensamiento, que debe adaptarse a ella: es una materia plástica, orgánica, que suministra, en sus distintas partes, los significantes que el pensamiento necesita. Así, la lengua sería una serie de subdivisiones contiguas confluyentes al mismo tiempo en ese plano indefinido de las ideas confusas, y también en el (indeterminado) plano de los sonidos, en consecuencia esta serviría de intermediario entre el pensamiento y el sonido. La originalidad del abordaje Saussuriano del signo radica en señalar que la Imagen acústica y su relación-oposición con el Concepto interaccionan dentro de las representaciones sensoriales, y no el mundo material. Como el propio Saussure señala, el signo vive en un proceso enteramente psíquico; así, la Imagen acústica es la representación de los sentidos que da testimonio de ese sonido, y solo en este marco puede aplicársele el calificativo de material, de aquí, podrían desprenderse otras ideas tales, como el hecho de que la lengua es una forma y no una substancia y que su funcionamiento es autónomo y, por tanto, plausible de ser estudiado como tal (como sistema, podría agragarse). Bajo estas premisas, la lengua recorta una porción de pensamientos y otra de sonidos y las une formando el valor lingüístico. Es así, como se puede explicar que los conceptos aparecen por la lengua y que por esto, no hay pensamientos antes de la lengua. Además no es la lengua un medio fónico para que el pensamiento se exprese, ya que no se podría aislar el sonido del pensamiento ni el pensamiento del sonido; y por su parte, la lingüística trabaja en el terreno limítrofe donde los elementos de dos órdenes se combinan, y ésta combinación produce una forma, no una sustancia. Esto hace comprender mejor lo arbitrario del signo; ya que no solamente son confusas y amorfas las nebulosas enlazadas a través de la lengua, sino que la elección en que se decide por tal porción acústica para tal idea es arbitraria. De no ser así la noción de valor perdería algo de su carácter. Por consiguiente "lo arbitrario del signo facilita el entendimiento del por qué el hecho social es el único que puede crear un sistema lingüístico". En todo caso, el valor se define en el sistema estableciendo equivalencias entre dos órdenes diferentes: concepto e imagen acústica, debido a que el valor está dado por la relación entre los signos del sistema.
En efecto, uno de los aspectos del valor lingüístico es la propiedad que tiene la palabra de representar una idea. El valor de la palabra es por la significación, y las palabras no están encargadas de representar conceptos dados de antemano, si así fuera, cada una de ellas tendría, de lengua a lengua, correspondencias exactas para el sentido, y no es así. Por Ej. en español pez y pescado no tienen el mismo significado, en cambio en la lengua inglesa fish abarca ambos significados en ésta palabra. En conclusión, todos los términos del sistema de la lengua son solidarios, y el valor de cada uno de ellos no resulta más que de la presencia simultánea de los otros, ya que en la lengua, como en todo sistema semiológico, lo que distingue a un signo es todo lo que lo constituye, por que la diferencia es lo que hace la característica, como hace el valor y la unidad.