La nota que encontró en su oficina, durante el horario de almuerzo, era una declaración de amor. Firmaba: “Tu Valentín”. No reconoció la letra, no sabía de nadie, en el trabajo, con ese nombre. Julia estaba en sus dudas cuando el teléfono sonó.
- ¿Leíste la nota? – Dijo la voz, con un acento varonil, casi impostado.
Julia se paró de golpe y observó por encima del mobiliario. “Tiene que estar cerca”, pensó.
- ¿Quién es usted? ¿Qué quiere? – Contestó Julia, al volver al teléfono
- Pensé que no ibas a hablarme. Soy tu Valentín…-
Después de ese llamado, Julia, casi no trabajó. El desconocido había hecho centro.
Al final de la tarde, frente al ascensor, se encontró con Iván. Se preguntó si no sería él el de la nota. Estaba separado, tendría cerca de cincuenta años, como ella, y no estaba nada mal, según la evaluación que hizo en ese momento. Pensó en cuánto hacía que se conocían. Julia subió al ascensor, expectante.
- Qué tal, Fernández ¿Cómo va todo? – Le dijo Iván al ascensorista y hablaron de lo poco que se puede hablar durante seis pisos, sin reparar en Julia
- Chau, Fernández. Mañana será otro día - Dijo Iván, al llegar a Planta Baja
- Hasta mañana, señor. Hasta mañana, Julia – Saludó el ascensorista
Convencida que Iván disimulaba, Julia esperó algo que lo delatara. Pero, no. Salió del edificio y subió al primer taxi que pasó.
- ¡Señorita Julia! – La llamó el ascensorista – ¡Me olvidaba! Dejaron esto para usted -
“Tu Valentín” decía en el sobre.
Ya en su casa, Julia lo abrió. Si la primera nota la había cautivado, esta la enamoró. Estaba en eso, cuando el teléfono sonó.
- ¡Eres tú, mamá! –
- ¿Quién esperabas que fuera, tu Valentín? -
- ¿Cómo dijiste? -
- Fue una broma, querida. Mañana es 14 de febrero y tanto hablan de San Valentín, que me salió decir eso –
La charla fue lo de siempre y enseguida, terminó. Julia no había reparado en las fechas, hasta ese momento. Concluyó que lo de las notas, no era una coincidencia. Cuando se dispuso a ver televisión, sonó de nuevo el teléfono.
- ¿Quién le dio mi número? ¿Quién es usted? –
- Pensé que me reconocerías –
- Por favor. Basta. Estoy grande para juegos –
- Esto no es un juego, Julia. Espero verte mañana. Ahora tengo que cortar –
A Julia le costó dormirse y cuando lo hizo, era ya de madrugada. Llegó tarde al trabajo. Subió al ascensor, malhumorada.
- ¡Buenos días! - Dijo de mal modo al ascensorista y al darse cuenta, le pidió disculpas
- Todo bien, Julia ¡Hoy es un día especial! –
- ¿Qué pasa hoy, Fernández? – Preguntó, más tranquila
- ¡Es el Día de los Enamorados! –
- Ah, si. Pero, para mí, es un día cualquiera –
- Hoy podría ser distinto. Uno nunca sabe – Contestó el ascensorista
Al llegar al sexto piso, Julia bajó presurosa. Pasó a ver a su Jefe y se excusó por haber llegado tarde. Por sus antecedentes, el Jefe, minimizó lo ocurrido.
- Hoy, temprano, fui a buscar algo a su escritorio y hallé este sobre con su nombre. Como no estaba, lo guardé para dárselo – Le dijo el Jefe
Julia tomó el sobre, agradeció y salió de la oficina. Fue al baño y lo abrió. Lo que leyó le hizo bien. Se sintió distinta. Salió a almorzar y regresó a horario. Cuando, otra vez, sonó el teléfono, volvió a escuchar esa voz que la estaba volviendo loca durante los últimos días. Una voz fabricada, teatral, viril.
.- ¡Hola! ¡Feliz Día! ¿Leíste mi nota? -
- ¡Basta de tanto teléfono! ¿Por qué no te dejas ver? –
- No se si estás lista para eso –
- ¡No soy una nena! ¡Si hay algo para decir, hablemos! – Se animó a pedirle, Julia
Después de un breve silencio, la llamada se cortó sin respuestas y la tarde siguió, sin más novedades que las habituales. A la hora de irse, Julia volvió a encontrarse con Iván, frente al ascensor. Se convenció que no era él el de las notas y los llamados, aunque era alguien que se movía por la empresa. De otra forma no hubiera podido llegar a su oficina, ni conocer sus movimientos.
El ascensor llegó. “Fernández debe saber quién es”, se dijo. Como nunca antes, fijó sus ojos en el ascensorista tratando de hallar algo que lo delate y entonces reparó en sus ojos azules. Él no quitó los ojos de los de Julia, ni siquiera cuando Iván le habló durante el viaje hasta la Planta Baja. Cuando el ascensor se detuvo, las puertas se abrieron y bajaron. Ya se iban, cuando Iván se dio vuelta.
- ¡Ah! Fernández. Me olvidaba. Disculpe ¡Feliz Día! ¡Hoy es su Santo! -
Julia se dio vuelta y lo miró.
- Fernández, Valentín Fernández, para servirla, Julia – Dijo el ascensorista, impostando la voz, mientras Julia le regalaba una sonrisa.
NORBERTO CALUL
Argentina
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Gracias, María. Va mi abrazo, Norberto
Gracias, Senda. Va mi abrazo, Norberto
Muy bien armado, llevaste la intriga hasta el final...y me quedé atrapada en un tu hermoso relato.
¡Me encantó! ¡Felicidades!
¡Que bueno, Eva! Gracias por tu devolución. Va mi abrazo, Norberto
Diálogos excelentes van sumando suspenso, y un final imprevisto. Felicitaciones Norberto y cariños.
¡Gracias, Marita! Qué bueno encontrate aquí. Cariños. Norberto
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Ando revisando cada texto para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.
Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.
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