Pasadas las cuatro de la tarde, los niños de la vecindad salían ha jugar.
El clima era apropiado y lo hacían de diferentes maneras: corrían, se escondían-en fin- su compromiso estaba consagrado a lo de siempre-pero- sin salirse de lo habitual.
Pedro y Virginia,siendo los mayores imponían su categoría y lealtad con el grupo.
Virginia, observa la manera de vestir y adornar los árboles que son fieles centinelas de la vieja calle que permanecía esbelta y abierta a las
esperanzas.
Las palmeras se mecían y formaban siluetas, mientras la luna mostraba una sonrisa.
Pedro y los niños: Jesús, Diana y Angélica, acompañaban en su inocencia, las luces multicolores que de adornos cubrían los árboles, y de alegría con sus miradas la calle.
Fue tanta la alegría desbordada en esa tarde, que euforicamente se olle la voz de uno de los niños, en casa hay una caja guardada para estos días, bueno,eso dice mi mamá entonces, Pedro y virgínea entienden la expresión de ese momento y responden de inmediato, vallamos para saber cual es el contenido de la caja.
Los cinco niños corrieron hasta llegar a la casa de Angélica, y empezó la búsqueda de la caja, la encontraron, la abrieron Y fueron sacando uno a uno el contenido, entre ellos, un árbol seco y sus hojas oscurecidas
por el tiempo, a un lado el musgo que una vez fue verde ya su color se le había ido y se encontraba descolorido y pálido, acusando el tiempo yerto que sobre el musgo cae.
Así acabamos lo hermoso en las riveras por que el musgo cubre de adornos las piedras y pintan de sueños las praderas y resaltan en el brillo de luna y estrellas, comentario hecho por Pedro, luego, los cinco niños revivieron sus ansias en aquel momento que para ellos era su universo. Fueron colocando cada una de las piezas dándole la forma que querían, los críticos, no estaban tan lejos y los directores del proyecto tampoco, esto va allí, otro decía esto va en el otro lado, en fin
cada uno hizo lo que le correspondía.
El pesebre quedó listo, los niños verificaron la majestuosidad que les brindó la creatividad para estar viendo su obran su creación y sus anhelos.
Los cerros, los caminos, las ovejas y las casitas formaban la importancia de lo que hicieron con tanto esmero y en un lugar apartado hicieron un encierro apropiado y con linderos-allí- colocaron el buey,el burro, María y José.
Diana en su corta edad e inocencia pregunta: ¿donde está el niño Dios?
Pedro, Virginia,Jesús y Angélica, responden en coro, el niño Dios, llegará dentro de poco y allí nacerá, entonces, con Él llegará la navidad.
FELIZ NAVIDAD.
LOGATTO
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Lindísimo, tu cuento, José.
Expresaste muy bien la virtud de la inocencia de los niños. Eso es lo que los hace tan 'grandes'.
Te dejo mi abrazo...
Luján
Maria,os agradezco en el alma tu lindo comentario, pues si, es la inocencia la que todos aun despues de viejos llevamos, al igual que el niño que llevamos dentro, ahí purificamos el sentido de pertenencia y conservamos los valores que tienden ha perdrese.
Cordial saludo y un fuerte abrazo.
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Ando revisando cada texto para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.
Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.
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