Eliad Jhosué Villarroel
El querer es como una hoja verde que navega sobre las olas del mar, no tiene destino, no tiene hogar y no puede parar, su transitar sobre las crestas salubres del ancho océano y su horizonte sin final, es como un alborotar del viento enloquecido que besa con pasión las ondas marinas, las abrazas con ligereza, las hace suya, les dice que las llevara donde él quiera y la mar contenta de brazos del viento se deja llevar enamorada. Mientras viaja mecida por el viento juguetón, la hoja solitaria ve aquel remolino romántico y llora lagrimas de sal, entonces piensa en su destino y se siento sola entre tantas aguas que la abrazan con ternura.
Pasando los días la hoja se entristecía y se desteñían los colores de su aventura, en su extenso viajar pudo ver como el viento amaba y hacia suya miles de veces al mar con su amor de espuma y vio a la arena servir de colchón a tantos encuentros y a las palmeras guardianes de aquel reinado de pasión guardaban silencio y sonreían en secreto con el sol. Las palmeras danzantes respetaban al viento, temían a su furia y a sus juegos desastrosos.
Y así pasaron los meses y aquella hoja tierna se desgastaba causado por el cristal de cuarzo de las partículas de sal que aruñaban su cuerpo con el salitre viajero y el abrazar constante de las olas acosadas por el vaivén de aquel viento loco y soberbio que quería hacer el amor de espuma sobre la arena a cualquier instante…
Un día la hoja cansada de tanta soledad y de aquel romance de espumas entre el viento y el mar sintió envidia, fatigada, exhausta y sin poder descansar en tierras cálidas le dijo al viento.
-¡Amigo viento, estoy sola!
-¿Sola?
Le respondió el viento,
-Estamos contigo, yo, el mar, el sol, los peces, los corales, las estrellas marinas, las del cielo, la luna, el horizonte y las palmeras. ¿El mar es tu planicie prodigiosa? ¿A qué has de temer? ¿Qué más deseas en este mundo de agua azul?
La hoja lo miro tristón y le susurro llorando lágrimas de sal.
-¡Estoy sola!
Así estuvo días repitiendo aquella soledad asfixiante a pesar que tenía compañía en su marcha de horizonte sin destino, la hoja sentía que carecía de amigos con quien compartir sus sueños andantes, su existencia a la deriva, su esperanza de vivir la vida, quería ser amada como el mar era amada por el viento, sumida entre tantos pensamientos y mecida con lástima por las olas, suspiro de muerte.
El viento angustiado viéndola morir le dijo:
¡Espera!
La hoja mirándola con los ojos dormidos no le contestó, la soledad y el silencio, la falta de compartir y de observar como otros se amaban, la hundían a su destierro final.
Y el viento dejo de besar a la mar y le susurro tiernamente a su amada:
-¡Espérame amor mío, confía en mí¡
Y la mar se despidió triste expresando con ternura:
-Te esperare amor mío, confío en ti, ve, no me importa donde vayas, yo sé que me eres fiel y volverás a tu nido de agua azulada.
¡También lo soy para ti y volveré porque te amo! Le masculló el viento con una sonrisa enamorada, diciéndole enternecido:
-Gracias mil amores de agua, me voy tranquilo porque sé que tu fidelidad es la mía.
¡Te amo! le susurro bullanguero el viento caballero a su dama fiel y para finalizar aquella despedida posó un beso en los labios de aquella mar preñada, luego salió juguetón, bailando y danzando sobre el ombligo de su amada, hasta que se perdió en el horizonte índigo.
Pasaron los días y el mar estaba tranquilo, no había olas ni espumas y las palmeras estaban sobrecogidas, en silencio, nada se movía. El sol le pidió a sus señoras, las nubes que lo abrigaran para evitar quemar a las palmeras y a la tierra por la falta de la frescura del viento. Mientras tanto, la pobre hoja fallecía y la mar inquieta la mimaba, le cantaba sonatas y le declamaba poesías, le animaba y la arropaba con sus cobertores de corales, pero la hoja se extinguía.
Un viernes en horas de la tarde, se escuchó una algarabía, las palmeras se movían y danzaban, la arena se levantó entusiasmada y abrazo para saludar al viento que llegaba fatigado de su largo peregrinar, la mar se sobresaltó de emoción y en el cielo oscurecido el sol le dijo a las nubes que se apartaran para ver lo que sucedía y al posar sus ojos en la tierra todo se iluminó.
El caballero viento traía en sus manos un bojote de miles de hojas de toda especie de árboles y cuando se acercó sobre el ombligo quieto de su amada, las soltó sobre las olas y grito contundente y con alegría: ¡Ahí tened pequeña niña, hoja que viajas en los brazos del mar juega con ellas, vive la vida!
Y la pequeña hoja camino sobre el mar y sonreía y se junto con sus amigos para bailar, cantar y jugar y hablando sin parar se inundada de felicidad y le contó alborozada a sus nuevos amigos de viaje las aventuras del horizonte, el respeto de las palmeras y el amor de espuma del viento y de la mar.
Fin
Esperen todavía no ha terminado:
Entre la muchedumbre de amigos y amigas, la hoja encontró aquel amor con que soñaba toda una vida.
-Gracias señor viento le expresó abrazándolo con tierno aprecio y admiración
- De nada de dijo el caballero, para eso son los amigos, para amarse y ayudarse recíprocamente amada hoja, disfruta ahora todo lo que puedas, vive la vida…
Y el viento apasionado y como una candela, echándose sobre el mar continuo haciéndole el amor sobre la arena y la hoja con su compañero hacían el amor sobre las espuma…
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MUY SUAVE Y DULCE LA LECTURA DE TU PROSA
"ODA A LOS MARES"
GRACIAS POR COMPARTIRLA
Bendiciones incesantes
RED DE INTELECTUALES, DEDICADOS A LA LITERATURA Y EL ARTE. DESDE VENEZUELA, FUENTE DE INTELECTUALES, ARTISTAS Y POETAS, PARA EL MUNDO
Ando revisando cada texto para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.
Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.
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CUADRO DE HONOR
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