No llores.

No fue sometida la piedra

para embellecer el muro.

Ella es el muro y su pátina

de sueños presentida,

como eres para mis manos nervudas

ese anhelo tanto tiempo vencido.

No llores…

Ya soltaste tu instinto

y fuiste la savia que bebí en el ocaso,

y la fiesta que…

Clitemnestra,

vino tu hija y te miró de soslayo:

-Un puñal de agudo grito

incrustaré en tu vientre, madre.

Tú que ya no velas por ese hijo pequeño,

que vas en búsquedas nocturnas

cuando más te necesito

y un Agamenón cansado regresa

de sus dos horarios continuos.

-No soy esclava de tu padre…

Lanzaste el ancla al fin

y mi cuerda de pescador sedentario

sobre el único risco

te miraba,

salpicada por esas lunas abisales,

hecha mar mientras recogías las velas

y saltabas al más reciente oleaje,

llena de las guerras que venías de encender,

pequeña Helena, flaca de tantos…

De la orilla del mar

llegaron tus besos a poblar mis estíos,

llegaron mis ansias a desdoblar tu noche,

al borde de tanta esquina rota

que tu piel inauguró con sus praderas y llamas,

con su locura de olas invencibles y lúdicas.

Con la resaca abisal

se hicieron los recuerdos;

tú que siempre…

No hubo en el principio

sino el deseo,

el agua furtiva que pretende fuegos,

el fuego indolente

que te arrastra al aire,

el viento que todo lo desnuda,

el alma primigenia de las cosas.

No hubo sino estallido,

piedra con piedra contra el fervor

temblando,

brizna tejida por la sed del…

Abrir de pronto la tarde en la espera



no es lo mismo que desgranar las ansias.



Aludir a la rosa



no es como aludir al poniente feroz



que desangró sus pétalos



en esta soledad



frente a mis venas.



Clamar por el encuentro



mientras el follaje musical



se vislumbra desde el cieno,



y…