Negras siluetas de barcos guerreros

se entrecortan en el fondo del cielo.

Fogonazos de recios cañones

se descargan unos a otros,

y su fuego alcanza lejanos confines

con estrépitos de ríos caudalosos.

Lloran sus muertes

con gruesos lagrimones

al ver disueltas en hilachas sus velas;

corsarios piel de bruma,

de rayos y truenos su armadura,

que en feroz batalla

desgranan las perlas de sus…

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Trepo despacio por la empinada cuesta de tu blanco cuello,

asegurado al perfumado lazo de tus doradas lianas,

para sumergirme en las profundidades de tu diáfano aliento

amarrado a los besos de tu boca en llamas.

 

Bajaré despacio, al profuso valle de tus exuberantes senos,

a beber la miel de tus panales más secretos

y a acampar sobre tu vientre que en sublimes ondas

se abrirá a la noche como un solitario desierto.

 

Una…

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A esta hora de la noche, hay un niño en la calle.

No es un niño cualquiera, no,

es el niño, por antonomasia.

El cofre más delicado para guardar un alma,

que trae en su lumen  la preciosa carga

de un destino de hombre a imagen y semejanza.

No es un niño cualquiera, es él niño, ¡caramba!

pero la voluntad del mundo, en su…

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En el vago rumor de la noche,

en el acompasado latido del pájaro que duerme,

y en la misteriosa penumbra de la flor que se abre,

la sencillez de tus portentos está  presente.

Cómo, entonces, no podría estarlo

en el fino cristal de los labios amantes,

en la ruda espalda del aguerrido campesino

y en el errático andar del…

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De repente cayó la noche y la luna, de un salto, apareció flotando en el cielo. El estrepitoso ruido sacudió las pasiones aletargadas y un volcán de ojos rojos, que centelleaba en las colinas, comenzó a vomitar su lujuria. Era primavera y la manada de lobos en celo se disponía a preservar la especie.

Eduardo Albarracín…

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En este minúsculo cosmos donde vibro,

donde mis sueños se encriptan en partículas

de energía pura;

una  sola gota de tu vida me inunda

la existencia de ternura.

Que bello paisaje pintan tus manos

ausentes de tiempo y de espacio,

sellando con el YO SOY el epitafio

de la propia muerte ya vencida.

Me cubres,…

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Un pequeño paso para el hombre, un gran salto para la humanidad” 

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Me pareció escuchar sus pasos subiendo la escalera. Me senté en la cama y corté la respiración para no hacer ruido y, torciendo el cuello, le presté oídos. Eran nítidos, no podían ser de otra persona, no, eran los de ella.

El corazón, en alocada carrera, subía hasta mi boca llenándola con sus latidos que se me inflaban los cachetes. Si la abría, seguro salía…

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Perder  un hijo…

Es parir un puñal desgarrando las entrañas.

Es abrirse las venas con la filosa espada

de las mil preguntas con respuestas desacertadas.

 

Perder un hijo…

es alumbrar la noche con la oscuridad más despiadada

y abortar en su negrura todas las esperanzas,

fluyendo a borbotones por la boca del…

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Se hunde el cuchillo

cortando las fibras que la vida inunda,

y caen , se deslizan, sutiles las causas.

Hay odio llenando las venas,

campo sembrado de hosca cizaña

que doblega a sangre y fuego

la razón de nuestra esperanza.

Mañana verterán los cántaros

de las vertientes sus aguas,

y lavarán sus culpas los culpables

mientras los inocentes clamarán por sus almas.

Tierra fecunda, de rencor arrasada,

trigales mustios al pie de la hoz… Continuar

En la vacía rutina de mis horas, muchas veces me detuve a observar, hasta con lujo  de detalles, la obra maravillosa de las Nereidas, en la Costanera Sur de Buenos Aires.

Una cierta noche de Abril, cálida y serena, dos mujeres que caminaban tomadas del brazo, como lo hacen las viejas amigas, paseaban alrededor de la fuente intercambiando sus pareceres. Me acerqué sin reparos, pensando que en cada alma solitaria siempre hay un tumulto de necesidades afectivas que pujan por estrechar…

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Vuelan sones de campanas

y hay un júbilo temprano

merodeando  las azaleas y las guirnaldas,

que adornan los arcos de entrada

de la pequeña capilla de Fátima.

Está de fiesta el cielo, hoy te casas,

y mi corazón no tiene sosiego;

siento un deleite de esperanzas

y también un dolor silencioso en el alma.

Soy un padre anónimo que mira la ceremonia

a escondidas detrás de las columnas

de su propio templo de la…

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Había una vez un escritor,

que escribía las paredes con carbón.

Te amo, tú y yo, fulana mi amor,

eran algunas de las frases

que encerraba en un traspasado corazón.

El día menos pensado,

en poeta se convirtió;

le cantó con sus versos a la vida,

a la madre, al cariño y al perdón.

Escribió páginas doradas,

versos blancos y poemas de mi flor,

pero nadie, nadie en el mundo

un solo aliento le dio.

Ahí fue…

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Hacia dónde zarparán los barcos,

qué estoicas batallas librarán sus corsarios,

y quién llorará a los huérfanos

en medio de la azarosa contienda.

Ya no habrá blasones izados al viento,

rotas yacerán las espadas,

y un largo gemido de parturientas

le anunciará a la lid que quedaron solas.

Del cielo vendrán pájaros  nuevos,

a rondar los nidos que otros dejaron,

y reivindicarán con sus raudos vuelos

las alas rotas de los…

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