Que tengo tantos besos amarrados

con ese lazo azul

a esta quilla de vientos y de esperas

que apunta al equinoccio de un marzo

desnudado

 en la agreste orfandad de mi memoria

manchada de espejismos  y de olvidos

Tal vez me importa el cierzo

y sus veleros

solo sigue la estela

que dejaron los iris de la angustia

y este aluvión  de verbos

con sabor a hoja seca

que muere en oraciones…

Qué carnero de luz

 hay en tus ojos.

Qué  albatros de pasión

en tu mirada.

Cuántos Andes desnudos

en tus labios.

Cuánta sima siniestra

en tus palabras.

Hay un Vulcano loco

en tu cadera.

Y un Poseidón de espuma

en tus entrañas.

Un lobo de la estepa

cada noche,

y una perdiz de sol

cada mañana.

Cuánto contraste gris

en cada poro,

cuánto cocuyo…

Sólo me queda ahora

esta paloma oscura que 

picotea mi llanto.

Un celaje inconcluso,

trémulo e incoloro

dormido en mi retina

sin costa  ni velero.

Sólo me queda ahora

arrecifes sin viento

atalayas amargos 

sin blasón  ni vigía

ventanas sin los rostros

dibujados de otrora

Solo me queda ahora

las monedas amargas

sin cara  o cruz  o canto

para jugar…

De usted sólo me queda la tarde

hecha  jirones,

un vórtice de luna, un espejo sin voz,

el tiempo en una esquina

temblando un miasma amargo,

una estela sin barco

y una oración sin dios.

 De usted sólo he guardado

 un símil sin poema ,

 un galeón del quinientos,

las horas de un reloj.

Un tesoro de un bledo,

un ave sin ramajes,

el frío de un brasero

y lo eterno   de un…