AFINIDAD DE LOS SERES: De donde venimos...
A través de la ciencia hemos considerado a los seres clasificados en tres ramas de gran importancia: animales, vegetales y minerales; según las características más importantes de sus organismos o las diferenciaciones distintivas de cada uno de ellos, para su mejor estudio. Lo hemos hecho, sin tener exactamente el conocimiento o la percepción exacta de todos sus componentes; quizás debido a que nuestras facultades de percepción no llegaron a captar esas totales características, que los diferencian unos de otros y muy posiblemente por la incapacidad de una comprensión exacta de cada uno de ellos en toda la profundidad de su propio ser. Los animales vertebrados –a la clasificación a la que pertenecemos- han podido desarrollar con los tiempos una capacidad intelectual superior a la de otros de nuestro mismo gremio, como consecuencia de haber ido desarrollando una capacidad memorística, que hemos archivado en el subconsciente y con la aplicación cotidiana de esas habilidades o prácticas hemos evolucionado tanto, como para hacernos diferentes de los demás seres para hacernos seres animales racionales; pero sin dejar de conservar los instintos irracionales de nuestros comienzos vitales.
Como ocurre a todos los seres vivos, nuestra actividad vital comienza de forma natural con la trasmisión de los genes, que nos aportaron nuestros progenitores, dando lugar al crecimiento celular para formar un nuevo ser con similares características y con la herencia genética de los que nos precedieron; en esa herencia genética –muy posiblemente vayan algunas de las características de trasmisión de nuestros mayores-; pero realmente el avance de nuestra distinción de los demás seres vivos, comienza con el aprendizaje continuo desde nuestra incorporación a la vida racional. Todo el cúmulo de aprendizaje se irá acumulando en nuestra memoria y desarrollando progresivamente nuestra inteligencia, que alcanzará mayor o menor intensidad, dependiendo de las facultades que vayamos ampliando a lo largo de nuestra propia vida, con el aprendizaje y la cultura. Con el transcurso del tiempo y el desarrollo de todas nuestras vivencias, nos vamos encontrando con acontecimientos naturales, que difícilmente nuestra mente puede asimilar hasta en ocasiones llegar a sobrecogernos y es muy posible que por esas circunstancias nuestra mente se haya tenido que amparar en ciertas creencias, para aplacar su falta de entendimiento.
Habrá que considerar y definitivamente poner en cuarentena: que el alma se reencarna inmediatamente después de su separación del cuerpo, cuando mueres éste.
Desde el punto de vista de la lógica, el alma de un ser vivo, lo constituyen todos los recuerdos archivados en su memoria, todo el desarrollo de su inteligencia en la experimentación que sufrió -mientras vivió- con el aprendizaje que le transmitieron otros seres y otros muchos factores de naturaleza espiritual e intrínseca, que no se corrompe con el cuerpo. Todo ese cúmulo de acontecimientos que conforma el archivo de la memoria del individuo, se diluye en el Universo, en la nada o tal vez se llegue a concentrar, para formar ese alma inmortal que todos deseamos tener –soplo de Dios- y que en la mayoría de las ocasiones no comprendemos y, con la que desearíamos alcanzar a impregnar otro cuerpo futuro.
–Algunas personas consideran, que en la mayoría de las veces –el alma- se reencarna de inmediato, pero con más frecuencia, lo hace: después de intervalos más o menos largos. Habría que preguntarse: ¿qué prerrogativas tiene un alma ya formada –proveniente de otro cuerpo, para invadir o instalarse en uno nuevo? “Flor que sale a la Naturaleza sin antecedentes, a la que queremos hipotecar desde su nacimiento”. No considero que sea esa la mejor forma natural del desarrollo humano.
En los mal llamados: mundos de los seres superiores; esa reencarnación es casi siempre inmediata –según algunas opiniones- pues consideran la materia corporal, como muy grosera materia para conservar el virtuosismo del espíritu. Otros consideran que, el alma reencarnada en un nuevo cuerpo virginal o recién formado es mucho más grosera que éste, porque lleva todas las rebabas impregnada del cuerpo que anteriormente la conformó; aunque sigue teniendo y gozando de todas su facultades y su estado se sitúa dentro de una total normalidad y se le considera como una pizca de espíritu, que fuese el soluto en un mar de disolvente. Hay quienes piensan, que de instalarse en el nuevo individuo irá creciendo, hasta llegar a saturar la disolución, componiendo todos los actos de su vida en el nuevo ser, para cíclicamente volver a reencarnarse al faltarle nuevamente el cuerpo, donde se instaló; pero no deja de tener las mismas características desde su comienzo, es decir: que sigue siendo el aliento divino, con el que todos los seres del Universo están dotados, tanto: los animales, vegetales y hasta los minerales tienen su propia porción de espíritu cuando comienzan su existencia y, siguen asegurando, que todos los seres vivos, sienten cierta afinidad por otros a los reconocen intrínsecamente, porque vivieron anteriormente en situaciones parecidas e incluso los átomos se reconocen entre sí para formar moléculas de algunos compuestos a través de sus enlaces iónicos, los cual quiere decir, que todos los seres de este Universo, -que en gran parte nos es imaginario por falta de desarrollo-: están íntimamente ligados, reencarnados o afinados para componer el gran desconocimiento de nuestra existencia vital y hasta los cuerpos de materia en descomposición, nunca dejan de tener su propia e interna vida latente, que permanecerá íntimamente ligada en su propia esencia hasta el infinito e incomprensiblemente para nosotros, al estar tan fuera de nuestros conocimientos actuales, que no la damos por válida.
En muchas ocasiones, los sentimientos del espíritu se manifiestan en nosotros como seres vivos (el amor, el odio, la indiferencia, etc.), son manifestaciones de esa afinidad, que todos divulgamos hacia el medio que nos rodea y no dejan de ser reminiscencias de los axones que nos tienen unidos de las distintas reencarnaciones que los seres han sufrido desde sus comienzos, ¿si es que hubo un comienzo…?
La materia y la energía se reconocen –sin lugar a ninguna duda-; por lo tanto se atraen o se repelen debido a esa afinidad que todos los átomos llevan impregnada y que debemos considerar como la reencarnación de la materia y de la energía para formar un nuevo ser vivo. Es seguro que esta nueva vida no llegará a reconocer su pasado; aunque es muy posible que los elementos que la componen, si tengan algún conocimiento de etapas anteriores, por su afinidad o simpatía de formar parte de los elementos químicos y tener que unirse unos con otros para llegar a formar las moléculas que integran a todos los seres.
Algunos dirán que los seres se buscan y sus espíritus se reencarnan por afinidad, de unos a otros; -pero la verdad que yo siento y entiendo-, es que el ser vivo: nace, se reproduce y muere; pero sus elementos químicos que lo conforman son susceptibles de llegar a tener alguna afinidad o hasta de llegar a encontrarse para formar nuevas moléculas y dar lugar a mantener nuevas vidas; pero los espíritus, al ser inmateriales, nunca llegan a encontrarse y se diluyen en el todo del Universo o como creemos muchos hombres, pasamos a formar parte de un Todo por nuestras creencias. Por muchas coincidencias que pudieran producirse, nunca podrán suministrarse los nuevos seres vivos, del archivo espiritual de otros entes inmateriales que nos precedieron. Dos almas pueden llegar a comprenderse en muchas de las ocasiones y tener cierta afinidad –el amor, la afinidad o la comprensión que existe entre los seres-, pero cuando el cuerpo de una de ellas muere, todo se queda incompleto, porque ese espíritu no puede transmitirse; seguramente se esfuma en la nada o va directa a su Creador. En ocasiones se suelen sacar conclusiones erróneas, al coincidir ciertos juicios de afinidad entre las personas, que siempre es una consecuencia de la casualidad de los acontecimientos en los que se desarrollan y no porque se hayan predispuesto éstas de antemano para llegar a conseguir espontáneamente esa afinidad espiritual que muchos proclaman. Sin embargo, debe existir cierto grado de emancipación del cuerpo vegetativo sobre el estado anímico, ya que no siempre éste actúa en el mismo sentido o campo, que la propia conciencia le dicta y es cuando el hombre modifica su conducta y se deja llevar por los acontecimientos sociales o físicos –las guerras, las venganzas y las malas actuaciones de toda índole, que tanto le perjudican a su propia personalidad. Ese estado del cuerpo está dirigido por el cúmulo de dificultades, que se le presentan en su vida cotidiana. A pesar de ello, no se puede decir, que el individuo esté viviendo una doble vida, ya que, las acciones del cuerpo: siempre van vinculadas al alma y viceversa. En contadas ocasiones, el subconsciente nos traslada a través del sueño a acontecimientos, que aparecen reales a nuestro cerebro, pero que sólo son el cúmulo de imágenes que hemos vivido, con otras que fácilmente hemos imaginado, posiblemente sin percatarnos de ello, pero que nunca son acontecimientos reales. Por lo que dichos sueños, nunca llegan a considerarse reales, ni siquiera a haber vivido similares momentos. Es muy recomendable no tratar de retener en nuestra memoria los acontecimientos que se nos hayan presentado erróneamente a través de los sueños, pues siempre estarán sazonados con imágenes que no corresponden con la vida real; mucho menos, cuando los conceptos que podemos sacar de los sueños retenidos, nos indiquen un camino a seguir para acontecimientos venideros. Tampoco son correctos los acontecimientos que muchas personas obtienen de personas que se dedican a la videncia, el contacto con seres queridos –ya muertos- o incluso de aquellos que leen la línea vital que nos espera; pues todos son bulos, que ejercen ciertos individuos sobre los espíritus más débiles, con afán de lucrarse o alcanzar prestigio social. Los hombres, aún no hemos adquirido la capacidad neuronal necesaria, como para programar a voluntad nuestro futuro; solamente podemos llegar a ejercitarnos en los estudios y normativas, que nos conduzcan a cierto grado de actividad predeterminada, pero que nunca llegará a ser tal y como las pensamos o ideamos y siempre irán programadas para alcanzar mejoras tanto corporal, como espiritual. Se dice que con voluntad todo es conseguible, aunque no siempre es cierto, pues al ir consiguiendo ciertas metas, las espinas que nos encontramos por el camino que transitamos, no siempre se ajustaron a la realidad de nuestros pasados pensamientos. Nuestros espíritus nunca tienen descanso, a pesar de que lo haga el cuerpo y prueba de ello son los sueños, que periódicamente nos asaltan y que casi siempre son consecuencias de una mala actividad vital del cuerpo. Realmente, es el espíritu el que siempre va guiando las actividades del cuerpo, incluso cuando éste último duerme; pues cuando el cuerpo actúa a su libre albedrío, sin seguir los dictados de su conciencia, los resultados y correcciones de sus actos, le vendrán dados por las concupiscencias y los remordimientos posteriores. Desde luego existen individuos, que de tanto haber anulado los dictados de su propia conciencia, han llegado a anular en algún grado estos dictados o consejos y han ido cayendo por el abismo de la perversión. Este relajamiento, nunca es beneficioso para los individuos que lo ejercitan, pues casi siempre, van en contraviniendo las normativas y las leyes marcadas por las sociedad y es el cuerpo finalmente el que lo padece; amén de las consecuencias perversivas obtenidas por el alma. Los individuos son responsables de todos sus actos, tanto en la vida terrenal, como en la vida espiritual; aunque en muchas ocasiones haya habido un relajamiento tal, que nunca lleguen a apreciar las consecuencias. El hombre adormecido es como el rio sin cauce. A nadie más serán achacables sus malas acciones durante el paso por la vida, ni incluso dependiendo de buena o mala formación; porque el bien hacer, siempre se manifiesta por igual en todos los seres vivos. No se debe dejar pasar por alto, que las amistades de la juventud, son las que más influencias llegan a tener sobre cada uno de los individuos, pero nunca lo condicionan. En muy contadas ocasiones, al llegar a término nuestras vidas y si esta no es momentánea, tendremos la ocasión de repasar el archivo de nuestra conciencia y llegar a subsanar –con el arrepentimiento- algunas de las actuaciones que marcaron nuestras vidas para dar cobijo al mal. Ninguna persona, cuando ya ha muerto, tendrá la oportunidad de contactar con su propia conciencia, para rehabilitarla o complacerla y seguro que se le hará muy difícil limpiarla de cara al Hacedor.
Comentario
RED DE INTELECTUALES, DEDICADOS A LA LITERATURA Y EL ARTE. DESDE VENEZUELA, FUENTE DE INTELECTUALES, ARTISTAS Y POETAS, PARA EL MUNDO
Ando revisando cada texto para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.
Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.
http://organizacionmundialdeescritores.ning.com/
CUADRO DE HONOR
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