LA CIUDAD DE TERESA

[Vicente Antonio Vásquez Bonilla]

Vicente Antonio Vásquez Bonilla

 

En memoria de ïtalo Calvino (1923-1985)

Autor de Las Ciudades Invisibles

 

Teresa se diferencia de otras ciudades, porque en vez de aire tiene una atmósfera pesada y dulce, semejante a la niebla, aunque transparente. Sin embargo, los entendidos en la materia aseguran que su composición, aunque relativamente tenue, es similar a la miel.

Esa atmósfera, conformada por las emanaciones que brotan del subsuelo, produce una película pegajosa que cubre las cosas que toca, no sólo en el exterior sino también en el interior de los edificios, porque al igual que el aire en la Tierra, penetra por todos los lugares. Por ejemplo, las habitaciones están repletas de objetos viscosos por estar en contacto con ese aire modificado y que no es posible lavar porque todo lo invade.

En las casas es común encontrar en los pasillos, escaleras y otros ambientes domésticos a las diversas mascotas embadurnadas, ocupadas en lamer ese recubrimiento pastoso, en un vano intento de limpieza. Podemos decir que aprovechan la ocasión para disfrutar del dulce gusto que les produce la tarea. Encima de los tejados o sobre los árboles, las aves con las alas impregnadas de esa molesta adherencia tienden sus alas al calor del dueto de soles, con la vana ilusión de secarlas y lo único que logran es que  la pasta, se endurezca y menos les permita volar, pero el milagro de la adaptación las alcanza y sobreviven.

No todo es malo como pudiera creerse. Debido a ese atmosférico océano, las plantas producen flores más dulces de lo normal, que aprovechan las abejas y las avispas para luego entregar una abundante producción de miel. La sabia de los árboles la extraen diligentes empresarios que la procesan para fabricar dulces que luego exportan a otros puntos de la galaxia. Los niños de la localidad mastican las hojas con fruición ante la abundante flora y su variada provisión de golosinas. Algunas especies de mariposas, de manera que nadie se explica, no son afectadas por el fenómeno y vuelan de flor en flor en busca del mejorado néctar. En esta ciudad no existe el problema de la lluvia ácida, fenómeno que afecta a ciudades de otros planetas, ha sido sustituida con ventaja por la precipitación dulce, que luego escurre para acrecentar el caudal de los ríos que más tarde llevan el azucarado líquido a otras latitudes.

            Los habitantes y los escasos turistas que se aventuran por esta ciudad,  la recorren cubiertos con impermeables de diseño especial, que por no poder asear, los desechan cada cierto tiempo y que ha dado lugar a la formación y crecimiento de una industria especializada, aunque de consumo limitado, por no haber mercado exterior en donde se pueda colocar una mayor producción.

Los citadinos de tan singular urbe, después de exponerse a esa pegajosa atmósfera; acostumbran quedarse quietos y tendidos, para que la miel penetre por sus poros y los nutra, recibiendo así, energía y salud de manera gratuita. Hay quien dice que este fenómeno es un caso especial que no se da en otra parte de este sistema planetario, y agregan en broma que la vida puede ser amarga en cualquier lugar, menos aquí y no queda más que creerles. ¿Cómo contradecirles?

Los diferentes lugares de la población se encuentran dulcemente saturados, pero sus moradores esperan que el invierno atenúe esa atmósfera y diluya sus efectos. De no lavarla del ambiente, que por lo menos mitigue sus consecuencias, para que la vida sea más tolerable.

 

Durante la noche, cuando el silencio se hace presente, se oyen ruidos que provienen de las entrañas del planeta, justo del lugar en donde se origina la emanación melosa. Debido a múltiples investigaciones, los científicos creen que están en camino de encontrar la solución a tan empalagoso problema. 

El tiempo lo dirá.                                              

 

[Vicente Antonio Vásquez Bonilla]

Estimado Jhonny: Gracias por tu lectura y tu amable mensaje. Un abrazo, Chente.

[Jhonny Olivier Montaño]

Excelente trabajo amigo Vicente.

[Vicente Antonio Vásquez Bonilla]

Querida Senda, mi cabecita de algodón de azucar. Gracias por tu dulce mensaje. Besos con miel, Chente.

[Vicente Antonio Vásquez Bonilla]

Estimada Gladys: Gracias por tu dulce sonrisa y comentario. Besos amelcochados, Chente.

[Vicente Antonio Vásquez Bonilla]

Estimado Jorge: Gracias por tu dulce visita. Un abrazo teresiano, Chente.

[Vicente Antonio Vásquez Bonilla]

Estimados y dulce amigos: Cecilia, María Alejandra, Marco, MAGI, José Ramiro y Vilma: Gracias por su melosa lectura y por su pegajosos comentarios, han edulzado mí día. Un teresiano de corazón, Chente.

[Vilma Lilia Osella]

Muy buen cuento: dulce, quizá almibarado. Ojalá que los científicos demoren un poco más. Gracias. Vilma Lilia

[marco gonzalez]

Gracias Chente, en verdad provoca hacer maletas y partir hacia ese lugar magico, gracias poeta

[Cecilia Marticorena Zilleruelo]

Me gustaría ser ''Terenense'' ¿Se dirá así?

Gracias por este relato dulcemente pegajoso 

 

Mi abrazo

[Vicente Antonio Vásquez Bonilla]

Estimada tocaya de la melosa ciudad: Me despertaste el deseo de volver a leer el libro de Italo, pues lo leí unos tres lustros atrás. Debo de refrescar mi memoria. Besos acaramelados, Chente.