Cosas que pasan hoy con bastante frecuencia
Anónimo
INOCENCIO LÓPEZ, CARAQUEÑO, CURSANTE DEL ÚLTIMO AÑO DE CRIMINOLOGÍA, se dirige a recibir su título. No pudo dormir la noche anterior de tanto pensar en la toga, el birrete, su desplazamiento lento y pausado hasta la plataforma donde las autoridades le darían el valioso pergamino. Imagina el texto central del título: “… por lo cual, en nombre de la República y por autoridad de la Ley, le confiero el título de…CRI-MI-NÓ-LO-GO… “El corazón se le detiene por unos segundos, un hormigueo aguijonea la parte baja de su estómago y le dan ganas de defecar. Su novia Salma, que camina a su lado, sonríe al verle. Sabe que Inocencio no se aguanta la emoción. Su rostro parece formar parte de una comedia de tenores clásicos. Inocencio le saca la mano al autobús de Magallanes-Carmelitas, toma la mano de su novia y se monta en la unidad. Al entrar, es el punto de mira de todos, no sólo porque se acaba de montar, sino por su atuendo de graduado (su espléndida toga negra y birrete, que porta con esmerada elegancia). Un niño le ve y le señala con el dedo: -Mami mami, mira… ¡el zorro, el zorro! -No papi no, dice la madre, no es el zorro, es un graduado. –Aaah, dice el chico, es verdad mamita, no lleva el antifaz. Inocencio modela como los actores de la tele. Las miradas hacen que se sienta más importante de lo que ya cree que es. Salma lo hala bruscamente para ocupar los últimos dos puestos que quedan, e Inocencio se pone rojo de la pena, su chica le ha quitado el estilo.
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La camioneta se mete en un embotellamiento y el chofer toma un atajo por San Martín. Avanza con lentitud, pero avanza. La cola es persistente. No es el único que se le ocurrió la brillante idea del atajo por San Martín. Inocencio comienza su largo parloteo. Es su legado ancestral, su padre profesor, su abuelo político, su bisabuelo vendedor de frutas en el mercado de San Jacinto. También piensa que el momento lo amerita. Así que le habla a su chica sobre diversos temas, pero se queda anclado en la lógica criminal. De eso sabe mucho y se extiende. Deshuesa los posibles móviles del psicópata, el violador, el ladrón. Establece las graduaciones de la mentalidad criminal. Habla de los delitos más comunes en las urbes y cómo hacer para erradicarlos. Plantea la posibilidad de bajar los índices delictivos en Caracas como ha sucedido en varias entidades de Colombia. Afirma que él mismo ha desarrollado un plan infalible. Un plan que no necesita de mucha inversión sino sólo la voluntad para ejecutarlo, y hacerle seguimiento. Porque una de las grandes fallas de los gobiernos es que no le hacen seguimiento a las obras que ejecutan. Inocencio nota que varios pasajeros le escuchan. Lo sabe por las miradas indiscretas y los oídos que se acercan con disimulo. Entonces aumenta el volumen de su documentada exposición, aunque su novia ya ha dejado de escucharle. Le parece más divertida la ventanilla.
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Dos buhoneros se meten en la unidad con una caja de caramelos. Se separan al entrar, uno se queda junto al chofer, y el otro se viene adelante, hablando en voz alta. Ya van once vendedores, por eso la gente pone cara de fastidio y prefiere ver por la ventanilla. Inocencio termina su charla y chatea por el BlackBerry: -Mamá, voy en camino con Salma. -¡Apúrate hijo que ya se están preparando las autoridades! Debiste salir más temprano cónchale. –No hay problema mamá, el bus avanza, con pausa, pero avanza. -¿Por qué no te viniste en el metro? –Porque de la estación son como cuatro cuadras hasta el auditorio. –Okey okey, apúrate hijo. En ese momento el buhonero golpea el pasamano con un tubo. El sonido es agudo que hiere los oídos. Está molesto porque los pasajeros no le ven, no le hacen caso, no le agarran los caramelos, no le creen su historieta biográfica del sufrimiento. Algo así como que viene de un centro de rehabilitación, que antes atracaba a la gente para gastarse la plata en Marihuana, piedra o latitas de pega. Pero que ahora no, ahora sólo quiere vender caramelitos de menta y hierbabuena. Pero la gente ni siquiera le respondió el buenas tardes. Por eso el otro buhonero, el que se había quedado cerca del conductor, saca una nueve milímetros cañón corto y decide hacerlo como en los viejos tiempos. Nadie sabe de dónde sacó esa bicha. Tan nueva y con un aceitico que la hace brillar. Su indignación lo lleva hacer las cosas por las malas. Se la pone en la cabeza al chofer. El chofer casi choca de la impresión con un carro en el extremo derecho de la calle, pero al punto lo esquiva. –Dame todo chofe, todo. Regístrate los bolsillos, dame la cartera, métete la mano en las bolondronas…El conductor no sabe qué hacer, si suelta el volante para sacarse los billetes del pantalón, choca, si no suelta el volante, no puede sacarse los billetes y lo matan, así que está muerto de todas formas. Por eso trata de hacerlo al mismo tiempo y, por una destreza que no concibe, logra hacer las dos cosas. Maneja y saca los billetes. El malandro sonríe y mira a su compañero delictivo que ahora ha dejado de repartir caramelitos y recoge las pertenencias de los pasajeros. Inocencio no puede creer que le pase esto, pero el robo ya está hecho. No le sirvió conocer la lógica criminal y sus posibles móviles para preverlo. Pero ahora no servía de nada lamentarse. Los malandros se habían bajado de la unidad con el botín. Inocencio había perdido todo al igual que todos. Salma lloraba por su dije de oro y el anillo de compromiso. En el fondo, Inocencio no le importaba haber perdido sus pertenencias: cartera, BlackBerry, toga, birrete… Podía recuperar todo de nuevo. Lo que le molestaba era el grado de impunidad del crimen. La forma en que se iban sin que nadie pudiera detenerlos. Caminando tranquilamente como otros transeúntes sobre la acera, prendiendo un cigarro y parloteando como si nada. Ajenos a las voces de auxilios de las víctimas y de una, ¿posible persecución policial?… Inocencio se lamentaba por su novia que todavía lloraba y por la gente desesperada. Por eso fue que decidió bajarse del autobús y seguirlos de cerca. Deteniéndose unas veces y avanzando otras. A la espera de que algo pasara, de que alguno cometiera un error imperdonable, y pudiera atraparlos al fin, sin contratiempos. Tal vez aplicaría sus conocimientos, ya saben, la lógica criminal y sus posibles móviles. Aunque a veces, los principios no se cumplían, y todo pasaba de la forma menos predecible.
Comentario
Muchas gracias por tu hermoso poste MAD D'Ávila. Me agrada que te haya gustado. Un fuerte abrazo.
Gracias Norma, también un honor tu comentario y hermosa postal. Le decía a María que es bueno convertir la precariedad en humor, así no nos lastima tanto. Un fuerte abrazo amiga.
Muchas gracias María, es un honor que te agrade. Eso tenemos que hacer con la precariedad, convertirla en humor. Un fuerte abrazo.
Excelente trabajo, desafortunadamente es una realidad ineludible, el temor nos acobarda y sin hacer nada nos vemos expuestos a estas situaciones que se generan casi a diario. Es un placer leerte. Un abrazo.
RED DE INTELECTUALES, DEDICADOS A LA LITERATURA Y EL ARTE. DESDE VENEZUELA, FUENTE DE INTELECTUALES, ARTISTAS Y POETAS, PARA EL MUNDO
Ando revisando cada texto para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.
Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.
http://organizacionmundialdeescritores.ning.com/
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