Vicente Antonio Vásquez Bonilla
Del libro La tortuga andariega.
Cuentos para niños
-Sembrando valores-
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Cuando yo era chico, solía visitar la media docena de pozas que por filtración se formaban a inmediaciones del río. Siempre estaban cubiertas de plantas acuáticas y eran un hervidero de tepocates (renacuajos) y ranas en sus diferentes etapas de desarrollo.
Por pura travesura, con satisfacción, golpeaba con fuerza la superficie del líquido y gozaba al ver como los asustados animales trataban de huir en todas direcciones. Repetía la acción varias veces y me reía con ganas, burlándome de ellos y de su incapacidad para defenderse.
Pero un día, en el que estrenaba un vestuario de mezclilla (lona), compuesto de pantalón y chumpa (chaqueta), me acerqué a una de las pozas con la intención de deleitarme con mi diablura, pero por un descuido, tropecé y fui a parar al agua. La poza no era profunda y pude ponerme en pie, aunque con el agua hasta el cuello, pero mi nueva vestimenta absorbió tal cantidad de agua que multiplicó su peso, impedía mis movimientos y no podía salir.
La fauna local detectó mi impotencia y aprovechó la ocasión para cobrar venganza por mis fechorías pasadas. Se me acercaron a mansalva por todos lados y empezaron a hacerme cosquillas con sus trompas y sus patitas y yo reía desaforadamente debido al pícaro cosquilleo, a tal punto que me brotaban las lágrimas.
Desesperado, les gritaba que ya, que me rendía, que no los molestaría más. Pero todo era inútil. Gozaban con su proceder, de tal manera que de todas las pozas brotaban las risas burlonas y solidarias.
Si no hubiera sido porque por ahí pasaron unos campesinos que me ayudaron a salir, a estas alturas todavía estuviera siendo víctima de los vengativos renacuajos, quienes se carcajeaban de mí, en franca vendetta.
Aprendí la lección; no hay que molestar a los pequeños animales por indefensos e inofensivos que parezcan. Todos lo animales merecen nuestro respeto. FIN
Respetemos y cuidemos a todos los seres vivos; ocupamos el mismo ecosistema global y dependemos unos de otros. La extinción de unos nos acerca a la extinción de todos.
Comentario
mUY BUENO ESTIMADO CHENTE, COMPARTO SUS LETRAS TODOS LOS ANIMALES SON TAMBIEN HIJOS DE dIOS Y MERECEN NUETRO AMOR Y RESPETO
Estimada Gianina: Gracias por tu lectura y por tu generoso mensaje. Besos, Chente.
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Ando revisando cada texto para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.
Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.
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CUADRO DE HONOR
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