NIÑOS DE DIOS, NIÑOS DE HERMOSILLO.

[Carlos M. Valenzuela Quintanar]

¿Que tengo en mis manos?
La sensación de la tibieza
de tu piel, suave como la
caricia que le dabas a mi vida.

¡Solo eso, tengo hoy!
Después que partiste
para no volver jamás.

Tu sonrisa es el beso
que le da luz a mis noches
cuando ella con sus sombras,
se abraza en mi memoria.

Los sueños están contigo.
Siempre tu carita llena de amor
con tus ojos que se llenan de caricias,
caricias que nunca más tendré.

Lucharé mi niño.
Lucharé mi niña.
No creas que en el olvido
dejaré yo tu partida.

Serás mi fuerza
y serás mi compromiso.
El mismo que adquirí
cuando llegaste a mi vientre.
El mismo que tomé
cuando le diste calor a mi vida
al envolver con mis brazos tu ternura.

¡Lucharemos niños de Dios!
Junto con ustedes
para no borrar jamás sonrisas,
de seres inocentes como ustedes
que partieron cuando no era su tiempo, aún.

Te abrazaré cada mañana
para que tu risa en mi memoria,
me fortalezca cada día
y pueda sonreír de nueva cuenta.

Le cantaré al viento
para que te lleve mi canto
allá donde descansas junto a Dios,
y a quiénes aún luchan en los hospitales
les llegue a su corazón mi voz
como un cálido, arrullo en su dolor.

¡No estarán solos nunca!
El mundo entero pide por ustedes.
El mundo entero grita su dolor.
El mundo entero espera soluciones.

Aquí estamos tus padres.
Tus amigos.
Tu familia.
Buscando con el día
la razón que llene al fin
el dolor, que embarga al corazón.

Mi sol, mi luna
mis estrellas,
brillen desde allá como brillan,
y sus caritas
llenas de emoción,
le den una razón a nuestras vidas
como lo hacían cuando compartieron su tiempo
con nosotros.

Y ustedes, niños de hospital, que con valentía
siguen día a día
dando muestras de su fortaleza,
aún a costa de un dolor que los lacera
aferrándose a la vida,
en la esperanza de seguir
sientan que no están solos en su lucha.
Sus papitos y un pueblo
que llora su dolor están también
buscando la justicia a su penar.


Hermosillo, Son. A 27 de Junio de 2009
Carlos M. Valenzuela Quintanar.