MIRANDO TU INTERIOR
Te miró, solo eso hago, espiando tu mirada, queriendo traspasar el mar de tus pupilas, navegar en esas aguas mansas y cristalinas hasta hacerme diminuto para viajar como una gota contenida, suspendida en el espacio mientras me habituó a la luz de tus adentros, no tengo prisa, quiero elegir el mejor camino, para llegar a tu corazón pero antes deseo conocer que dicen los espejos de tu alma. Poco a poco me acostumbro a la penumbra, mientras escucho un canto, en las alas de tu parpadeo, se baten como campanas en fino vuelo repican en un unísono vaivén de aceptación, me observo tan liviano, tan diminuto en un universo inmenso para transitar tan lento, soy tan pequeño, tan poca cosa, soy como la cabeza de un alfiler con poco peso, me encuentro por el laberinto de tu mente, por pasajes nunca antes transitados, me encuentro por abismos, por altos relieves que no son montañas, ni muros de cemento, son altas cumbres inquietas, que se mueven, que encadenan un temblor tras otro, Salto como una pelota y reboto de acá para allá, no puedo sostenerme, me falta peso, me sentía tan pusilánime que me ahogaba y necesitaba más que aire la fortaleza de sentirme seguro y desafiante ante la toma de decisiones de ser viajero de tu interior. Mientras reflexionaba que hacer para ganar peso, acudía a mi pensamiento para tener el carácter de la valía, era un desafió conmigo mismo, un desafío que necesitaba para tomar valor y conciencia de ser algo más que un eterno enamorado… Mi imaginación recurría a encontrar una viable solución a mi aventura, tome aire, flexione mis pulmones y tome sostenido el aire, desacelere mi corazón hasta dejarlo en un punto de levitación profunda, ordene mi mente que me secundara en manejar mi energía, en tomar las cosas con la completa calma de sentirme amigo de las alas, quería volar aunque no tuviera alas para transitar, levite mi cuerpo y deje que la inercia me llevará sin esfuerzo alguno a un lugar seguro. No se cuánto tiempo había transcurrido, el andar era lento, solo mis ojos se mantenían abiertos, a veces los caudales de sangre pasaban raudos y querían llevarme en su cauce, si una vertiente de estas me atrapaba, irremediablemente me ahogaría.
Me detuve unos instantes en el suburbio de los recuerdos, la niñez presentaba del deseo y la imaginación desnudaba los campos en flor y el péndulo con su vaivén rozaba ajeno la intimidad de sus adentros, cada paso por descubrir se hacía cada vez más revelador, y cada vez se acercaba más secuencias de un pasado lleno de avatares y pensamientos sin brújula, ni timón, eran instantes vividos del ayer, cada imagen rezaba un capricho, una estela de cosas vagas girando en orbitas consecuentes del diario vivir. Estaba en la escala de los juegos, juegos de amigos aún niños, el tiempo corría de prisa, quería conocer la edad de la pubertad, cuando las sensaciones lentas comenzaron a estallar, y las emociones eran un camino espinoso y a la vez placentero, cuando el amor resbalo por el precipicio a la precipitad de sentirse dueña del ser que amagaba amar, la pasión era un volcán de esperada lava en erupción feliz, pero el miedo y el temor la hacían ver de pronto como un perpetuo nevado sin querer saber cómo era el amor en su perpendicular encuentro de dar el sí…
Me encanto ver el espejismo, la necesidad de dar el si, pero el no, era el estandarte que se dibujaba y flameaba la bandera del si entre batientes. Me adentre profundo por conocer revelaciones que ahora no eran de su incumbencia, ni las tenía en mente, solo que yo agitaba ese oleaje de recuerdos para saber cosas de esos primeros pasos por saber que pensaba y que meditaba ante los albores del amor… Cada mañana ante el revelador espejo su mirada transitaba por conocerse a sí misma, un ritual de estudio, de conocerse integra y de indagar los cambios surgidos de su cuerpo de niña en áureas de sentirse mujer, su cuerpo no era el mismo, cada día encontraba cosas nuevas, cambios musitando que era diferente en su metamorfosis y forma de ser y sentirse nueva como mujer.
Quería saber cómo ella profanaba ese diario discurrir y que aventuras imaginaba ente el honor que le hacían los hombres por enamorarla y hacerla mujer, allí con su mirada ensoñadora soñaba como sería el primer beso, la ilusión se conjugaba en una lucha por saber cómo era un hombre en el vaivén de su instinto sexual, se miraba y observaba los pétalos de toda flor y la tomaba entre sus manitas de niña inocente y se detenía insomne ante el cáliz, solo la imaginación daba largas y atrevidas pinceladas sin respuesta alguna, eran tantas las conjeturas y los abismos de la ignorancia tejían cosas en verdad extrañas. Las noches cuando sus manos definían el tacto como era el color desnudo de su piel y tocaba en pleno el colorido de su arco iris y descubría que los colores profusos eran un revelador encuentro con la belleza de su ser, cada encuentro adormecido por el saber e indagar más sobre sí misma la hacían ver como un canto celestial presa por su propia solicitud de sentirse como un surco lista a recibir la semilla por vez primera. Era toda una flor llena de azahares y perfumados sentires, inspiraba ser néctar de un beso, aroma de muchas caricias… La nave de sus deseos se alistaba a partir, estaba cerca, demasiado cerca para capturar ese instante supremo, pero el miedo la condenaba a alargar su espera, es espejo era el escape, su mirada visionaria indagaba las distintas formas como seria ese legado de sentirse amada por primera vez, sabía que un beso abriría puertas y las ventanas de sus oídos escucharían cantos envueltos en alondras de felicidad y amor… Tenía tantos promisorios admiradores, pero entre ellos había uno que le agradaba en sumo, era el más callado y sumiso, un chico el que le encantaría amar, pero como hacerlo, si ni siquiera se detenía a verla, le encantaba por el porte de su mirada, su cuerpo lo tenía en mente y era aquel chico apuesto para ella. Una tarde al salir de clase se le acerco tan suave y ligera, dejo entreabierta su blusa y sus senos los dejo ventilar al aire y se detuvo frente al apuesto chico de sus atrevidos sueños, no medio palabra alguna, solo dejo que los instintos viajeros de la mirada del chico se detuviera en la ventana lucida de sus corpiños. Fue un despertar visionario, unas campanadas cimbraron los sentidos del muchacho y un aire desnudo baño su rostro y los arreboles cambiaron de color y sus mejillas encendidas por el rojo de la vergüenza se agudizaron en silencio. Las mariposas revoletearon y sintieron alas por recorrer sobre aquella flor expuesta en la aventura del codiciado amor. Aquella mujer ya con el cuerpo escultural y esbelto por sus quince años recién cumplidos, era una flor encantadora y primaveral con su capullito en ansias por despertar a la vida y sentirse evaporada por un beso. Esperaba en la esquina de su entorno ser presa de un hola… Un ¡Hola que llego cuando menos lo esperaba, su corazón quería romperse en llanto, sus piernas se doblaron, las rodillas declinaron en un ritual de perder el aliento, solo que el al ver su rostro perturbado la tomo por un brazo. Ese primer día los ángeles cantaron, las estrellas vistieron la noche en engalanados brillos, la luz la invadía por doquier, solo de tenerlo como amigo la inmensidad cobraba vida, esa noche las revelaciones se hicieron más in sinuosas.
Leo Frank Park Luis Francisco Pardo Huertas |
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Quería saber cómo ella profanaba ese diario discurrir y que aventuras imaginaba ente el honor que le hacían los hombres por enamorarla y hacerla mujer, allí con su mirada ensoñadora soñaba como sería el primer beso, la ilusión se conjugaba en una lucha por saber cómo era un hombre en el vaivén de su instinto sexual, se miraba y observaba los pétalos de toda flor y la tomaba entre sus manitas de niña inocente y se detenía insomne ante el cáliz, solo la imaginación daba largas y atrevidas pinceladas sin respuesta alguna, eran tantas las conjeturas y los abismos de la ignorancia tejían cosas en verdad extrañas.
Las noches cuando sus manos definían el tacto como era el color desnudo de su piel y tocaba en pleno el colorido de su arco iris y descubría que los colores profusos eran un revelador encuentro con la belleza de su ser, cada encuentro adormecido por el saber e indagar más sobre sí misma la hacían ver como un canto celestial presa por su propia solicitud de sentirse como un surco lista a recibir la semilla por vez primera. Un relato muy hermoso que nos transporta a experiencias sutiles amorosas . pero amigo no es el tema del grupo besos y felicitaciones .
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Ando revisando cada texto para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.
Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.
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