LA PREGUNTA DE ANA LUCÍA

[LENNYS PÉREZ]

Mientras comíamos, Ana Lucía, me preguntó:

Mami, ¿existe el niño Jesús?

Yo me quedé atónica. Casi que me atraganto con el pan, Sabía que esta pregunta algún día llegaría, pero no así, en medio de la cena. Pensé en múltiples respuestas… hasta que al final le
respondí de forma tajante y sin titubeos.

-Si hija, el niño Jesús si existe.

-¿Y porque en la escuela me dicen que no?

-¿Tú les crees?

-No. El niño Jesús siempre nos cuida y nos ha ayudado mucho desde que papá se fue al cielo. Yo les dije eso. Y los otros niños dijeron que a ellos también, y entonces la maestra
tuvo que intervenir porque Pedro le cayó a golpes a Julio por mentiroso y los
separó.

-¿Te gusta la cena?

-¡…Si mami está muy rica…!

Después de eso  terminamos, y Ana lucía se fue a dormir. Como  siempre dejé una nota en el
pesebre, junto al regalo, y esa noche me quedé un rato más, pensando, en todo
lo que a mi niña le sucedió. Maruja, mi madre, siempre me decía que el niño Jesús
era alguien muy especial, que estaba en nuestros corazones. Recuerdo cuando me
dio esa respuesta, un 25 de diciembre, por cierto, pues, la noche anterior, yo
había decidido tenderle una trampa a ver si aparecía y así sorprenderlo y
preguntarle el por qué siempre dejaba los regalos cuando no lo veía nadie.
Recordé que Ana Lucía también lo hizo una vez, hace tiempo ya, pero el sueño la
venció y me tocó tomarla de las escaleras, y subirla a la habitación. Cuando
despertó bajó corriendo las escaleras para verificar, que las galletas y la
leche ya no estaban, y a cambio un hermoso regalo la aguardaba. Tal como me
sucedió a mí, en la niñez.

Mi madre, Maruja, siempre me lo decía. Ella aseguraba tener conversaciones secretas con el niño Jesús, para contarle infinidad de cosas… desde política,
economía pero sobre todo del comportamiento que yo tenía durante el año, en la
casa, en la calle y en la escuela.

Yo la escuchaba siempre con mucho cuidado. Y también, le mandaba recados al niño Jesús.

Mi niña Ana lucía es especial, es inquieta y muy pícara… pero el niño Jesús lo es aún más… ya era entrada la noche, cuando escuché unos pasitos que bajaban
apresurados del segundo piso, esos pasitos, llegaron a la cocina y en ese
instante yo, con mucho cuidado, me escondí en el closet  de la sala que solo guardaba lo que se
necesitaba de vez en cuando. Con mucho cuidado entre cerré la puerta y esperé.
Al poco tiempo, los pasitos se acercaban, ya más lentamente. Con atención pude
ver, a Ana Lucía, con una rosquilla y un vaso de leche. Tenía un sobre con
flores en las manos.

  ¡Ana lucía venía a descubrir al niño Jesús!

Pasó el tiempo, y con el algunas horas, hasta que a Ana lucía el sueño la venció y a mí también.

Al otro día, al despertar, me vi en el sofá, junto a Ana Lucía, ambas estábamos bien arropaditas, y entonces, con cuidado, la dejé, y me acerqué al pesebre.

No había leche, ni rosquilla, ni sobre con flores. A cambio, dos regalos, y dos cartas, cuando miré, y revisé bien… descubrí que uno era para mí. Al principio
me sorprendí. No sabía cómo explicar aquello. Tenía varios años que nadie me regalaba
nada. Así que lo destapé, algunos dulces y una prenda muy bonita. Cuando abrí
el sobre y leí la carta me quedé azul. ¡La carta era del niño Jesús! Y decía:
Querida: Como verás, nuevamente te volví a sorprender, y esta vez por partida
doble, Se que has estado muy ocupada con Ana Lucía, es una niña hermosa,
cuídala, y por cierto muy parecida a ti… recuerda que siempre, estaré cuando me
necesites, en tu corazón. Con cariño el niño Jesús. Postdata: Deja lo traviesa
y la escondedera, igual yo siempre sé dónde estás. Pórtate bien.

Y así… quedamos Tanto Ana Lucía como yo… Sorprendidas por ese niño chiquito y travieso al que llaman  Jesús.

FIN

AUTOR: LENNYS PÉREZ

TRUJILLO, VENEZUELA.