Sin recordar el día exacto, ambos tomaron el tren rápido (AVE), que los separaba desde Málaga y la capital de la Nación (unos 550 km.). Ninguno de ellos sentían nostalgias del pasado y ya, entrados en años, habían tomado la denominación de emprender la marcha hacia el nuevo mundo con la decisión inamovible de dejar sus pasados atrás, que con mucha pena y poca gloria, les habían tenido atrapados en sus largas vidas mucho más tiempo del que ellos mismo habían previsto. Llegaron algo cansados al tramo final de sus incipientes recorrido, más no manifestaban exteriormente el aspecto externo, que dicho desplazamiento les estaba produciendo en sus cansados cuerpos -pues la sarna con gusto, no pica tanto-; pero interiormente ya empezaba a pesarles la determinación, que voluntariamente habían tomado. Sin decirlo, consideraban: ir dejando el lastre atrás, como culebras que van mudando la piel, sin llegar a sangrar lo suficiente; como para abandonar el recorrido, que habían determinado previamente. Aparentemente no lo demostrar; pero parecían dos colegiales, haciendo la rabona en un día lectivo y, se animaban mutuamente, como dos frailes entonando sus cánticos en un mismo coro, ya que el uno sabía soportar y alentar las flaquezas del otro.
El más viejo, sobrepasaba al otro en más de 20 centímetros; aunque el más joven lo sobrepasaba en más d 20 kilos, por lo que ambos se sentían bastante equilibrados. También hay que significar, que no siempre eran de un mismo parecer, pero se sabían soportaban estoicamente en aras del compañerismo necesario para sobrellevar la marcha. Al llegar a la estación de Atocha, bien que notaban lo pesado de sus respectivos equipajes, pero tampoco lo manifestaban, aunque habían deseado hacerlos mucho más livianos.
A pesar de ello fueron capaces de llegar al aeropuerto de Barajas y facturar a tiempo y tomar los tiquet del previsto aeroembarque, que previamente habían reservado con destino a Punta Cana en la República Dominicana, donde pensaban dejar su primera muda.
La suerte les sonreía, pues habían llegado sin novedad, aunque algo maltrechos por la estrechez de los asientos, durante tan largo recorrido, no tuvieron en cuenta sus grandes y rechonchos cuerpos al ponerlos juntos.
Habían llegado, como enlatados, pero pudieron estirar las piernas al llegar al aeropuerto con el recorrido hasta alcanzar el autobús.
Allí los esperaba el autobús del Resort Rius República, que ambos habían reservado y elegido, como etapa preparatoria y previa al largo recorrido, que pensaban realiza posteriormente, que no era otro que recorrer las rutas de la carretera Panamericana desde Barranquilla en la República colombiana, hasta Buenos Aires en la añorada Argentina.
A la llegada al resort, nos recibieron en recepción, con diligencia y gran amabilidad, aunque tardamos más de media hora en poder lograr dar con la habitación asignada. Fue necesario recurrir a un botones para dar con ella, debido a no haber seguido el destino de nuestro equipaje por habernos entretenido en unos de los restaurantes, con música en vivo para cenar algo de refrigerio. Por lo avanzado de la hora de llegada, el bufe se había cerrado o agotado, pero pudimos comer una hamburguesa y zumos de frutas, que nos supo a gloria. El ambiente estaba calado y por todas partes surgían lindas mulatas, muy bien hechas, conservadas mejor proporcionadas y ligeras de ropas, pues aparentemente lucían sus hermosos cuerpos en sendos bikinis, que alegraban las pajarillas de cualquier vecino. Por momentos, perdimos parte de la noción del tiempo y cuando acordamos eran las tres de la madrugada, entonces decidimos buscar la habitación para poder ducharnos y por descansar un rato adecuadamente; previendo las jornadas que les avecinaban.
No había pasado las diez de la mañana, cuando despertaron más que hambrientos pensando en asistir rápidamente al bufe del desayuno, que se les ofrecía en cualquiera de los múltiples restaurantes del resort, lógicamente todo incluido en sus propias reservas.
El menú ofrecido era rico, variado y muy bien presentado, donde se podía escoger entre platos fríos o calientes, que preparaban algunos cocineros sobre la marcha y a petición de los múltiples clientes, que en esos momentos eran atendidos.
El calor y la humedad era sofocante, al salir de los recintos cubiertos y no digamos de lo irresistible que nos parecía al pasar por algunas zonas, cuando el sol no era entorpecido por algún parasol o el verdor de las hojas de las abundantes plataneras o hermosas palmeras.
Abundaban las cuadrillas d jardineros, que mantenían todo el entorno primorosamente limpio, ordenado y bien atendido; con zonas refrescadas con surtidores de aguas pulverizadas.
Era increíble, que pudiesen desarrollar sus tareas con tanto afán bajo los rayos de aquél sol radiante.
No me extrañó, que todos ellos estuviesen tan morenos. Indudablemente eran hombres bien curtidos por tantas radiaciones recibidas en sus cuerpos y por aquellas que recibieron sus antepasados, al vivir en zona tan tropical.
A fuerza de ser sincero, habré de indagar, sonsacar y estrujar mi mente hasta conseguir plasmar las vicisitudes que me han llevado a cronometrar estos días y enfrentarme a la gran dificultad de saber contarlos.
Todo se ha ido desarrollando tan apaciblemente, que parece ser, que no se mueven las brisas, ni mi inspiración transita hoy; porque se ha instalado la quietud en estas latitudes caribeñas.
Es muy cierto, que la felicidad se llega a encontrar en muy contadas ocasiones y es, cuando menos la esperas uno, cuando se suele presentar -dando empellones y sorprendiéndonos gratamente; y siempre estamos dispuestos a darle muy buena acogida. En los momentos que ahora me encuentro, seguro, que sería muy bien recibida; aunque por sí sola, no se constituye en motivo suficiente para emprender este relato; sin embargo, quiero dejar plasmadas con palabras singulares, estos momentos; porque representan una intensa etapa del sin fin de acontecimientos , que habrán de venir y yo los intuyo anticipadamente, porque mi vida ya transitó por ellos.
Tomé la determinación de hacer este viaje: porque todas las vivencias son insólitas, cuando te sales del entorno donde normalmente vives y a mi me encanta la aventura, sobretodo: ahora que ya cumplí con la mayoría de mis obligaciones y mi disposición está más propicia a enfrentar mayores riesgos. ¿Cómo dar riendas sueltas a tus deseos o apetencias, si tiene los hijos pequeños y muchas obligaciones en marcha, que tienes que vigilar, para que se realicen, según tus proyectos?
No todos los individuos, suelen arriesgar su bienestar, buscando sensaciones nuevas; mucho menos cuando te llegas a jubilar y la vida transcurre monótamente, pero de forma apacible. No todos somos capaces de correr riesgos, contraer enfermedades tropicales o verse desvalijados de enseres o valores, que te costaron tiempo ahorrar.
Dar riendas sueltas a los dictados de la propia conciencia, sin ponerle cortapisas a sus nobles deseos; (viajar, conocer nuevas sensaciones: gentes, lugares y horizontes), son como el alimento celestial, que nunca fuiste capaz de darle.
Hay que seguir las directrices de la conciencia para que fluya, com un manantial cristalino por su curso natural, sin menguarle la posibilidad de desarrollarse al margen de nuestra batuta.
A veces los pensamientos son mermados en su desarrollo, porque empezamos a poner impedimentos a nuestra propia conciencia, pues la sociedad nos indica el camino que debemos seguir en cada momento; pero si no queremos fracasar n la mayoría de las actividades de las tareas que emprendemos: debemos hacer siempre caso a nuestra propia conciencia, como si fuese el dictador que llevamos dentro.
Ella es la más eficaz y auténtica razón de nuestro propio ser, para poder dirigir eficazmente nuestro propios actos y pasos por la vida.
La conciencia de cada ser, es: como el Ángel de la Guarda, que nos inculcaron en el periodo infantil.
¿Quien puede reparar las yagas del corazón que sufre...
Sólo el fondo moral, que se almacena en las grietas de tu conciencia, como recuerdos de las vivencias que has ido soportando, son capaces de ayudarte a restaurarlas; como un lienzo de incalculable valor.
Al buen creyente: es la mano del Creador, quien establece los sufrimientos, quien los amortigua o lo subsana; algo debe estar presente en nuestro ser para hacernos mucho más diferentes, que a los demás seres vivos; y, no creo que sólo sea (cómo dijo en clase el Profesor Smit Agreda), es: la diferenciación de la articulación de los dedos pulgares de nuestras manos, las que nos hacen ser diferentes a los otros seres, por ser triple y completa, al poder oponerse a los demás dedos, por lo que hemos llegado a desarrollar nuestro intelecto a un grado tan superlativo...
Yo también pienso, que ambas cosas deben ser muy influyentes en la capacidades y desarrollos de los seres humanos, influyendo sobremanera el entorno natural donde viva y se desarrolle.
Como ya se han pasado del riel los trenes de muchas vidas, sin duda alguna: es la imagen del Creador, la que atrae como un imán a todo aquél que padece.
Muchos de nosotros, que hemos perdido gran parte de la fe, que nos enseñaron y permanecemos en nuestras propias vivencias; cuando llega la hora de la verdad, volvemos a sentir los miedos de entonces y no queremos salirnos del riel, que pueda llevarnos al mejor de los destinos.
No es igual el tren que pasa sin dejar huella sobre el pretil de su propia vida; pues algunos pasan de largo y no se mancillan, cuando otros van renqueando por sus rieles, sudando la gota gorda por el peso de su bagaje.
Yo voy pasando trás el ronroneo de mi agonía y lo llevo lento, pues no tengo prisas de andar el camino, porque voy sin camisa admirando el paisaje, que tanto me invita. Sigamos andando con pasos cansinos, con los cuerpos rotos, pero nunca vencidos.
Hay que soportar los golpes del viento y sonreír a la suave brisa; pero también hay que aprender a saber andar los caminos, siempre con la sonrisa abierta y el alma alegre; aunque el cuerpo no aguante en su andar cansino.
RED DE INTELECTUALES, DEDICADOS A LA LITERATURA Y EL ARTE. DESDE VENEZUELA, FUENTE DE INTELECTUALES, ARTISTAS Y POETAS, PARA EL MUNDO
Ando revisando cada texto para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.
Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.
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