DIVERSAS CONCEPCIONES DE LA LITERATURA INFANTIL
INFORME Nº 2
REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACIÓN SUPERIOR
UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL“SIMÓN RODRÍGUEZ”
CONVENIO FIEC UNERS
EXTENSIÓN ALTAGRACIA DE ORITUCO
ESTADO GUÁRICO
DIVERSAS CONCEPCIONES DE LA LITERATURA INFANTIL
FACILITADOR: Prof. MilagroS Hernández PARTICIPANTE: Glennys Tovar
Concepción histórica de la Literatura Infantil
Son diversas las conceptualizaciones de literatura que existen, pero en su sentido estricto, es la expresión de la belleza por medio de la palabra, es decir, la belleza, lograda mediante el lenguaje, transmisor de pensamientos, e ideas y creador de obras. de allí que, la literatura este íntimamente unida al arte, por ser, ésta una actividad del espíritu, por medio de la cual, el hombre crea con fines de alcanzar la belleza, y lo perfecto; de este modo, la racionalidad de la escritura abarca su significado, pues, la Literatura es el conocimiento de las ciencias de las letras, y el origen de su vocablo proviene de, la etimología palabra latina, que significa letras.
Según el Diccionario de la Real Academia Española, (1992), la literatura se le asigna al arte que emplea como instrumento la palabra, que comprende las obras que caben elementos estéticos. Una segunda denominación habla sobre una teoría sobre las composiciones literarias. En el Diccionario de uso español de María Moliner se designa Literatura al «arte que emplea como medio de expresión la palabra hablada o escrita», también en otra designación habla sobre el conjunto de obras literarias.
De acuerdo con el Diccionario internacional de literatura y gramática filosofica de Guido Gómez, la literatura se refiere a los escritos imaginativos o de creación de autores que han hecho de la escritura una forma excelente, para expresar ideas de interés general o permanente. Para reforzar estos postulados, que redefinen la literatura propiamente dicha autores como: Ladera (1998) en su libro Introducción a los Estudios Literarios señala que:
La literatura comienza con la obra literaria brotada al conjunto de la emoción y el arte de la pluma de un creador, cumple su razón de ser cuando el texto despierta en el alma del lector o espectador emociones análogas y en sus espíritus, conciencia del arte con que le fue transmitida. (p. 15)
Lo antes planteado, implica que la iniciación en la literatura es la introducción en el conocimiento directo de la obra literaria y ese convencimiento se logra mediante una sistemática tarea analítica sobre el texto mismo. Nada puede sustituir al conocimiento mismo de la obra, única razón de ser del arte literario, en tanto, la literatura da a conocer el más amplio y complejo estudio humano, pues comprende las más altas manifestaciones de la cultura.
Así mismo, toda literatura abarca un conjunto de mensajes orales y escritos; como lo dice Almela (2000) en un artículo publicado en el libro de Antillana, tomo 12 expresa que: “se entiende por literatura infantil la literatura escrita pensando en el público infantil, donde el conjunto de textos literarios que la sociedad ha considerado aptos para los más pequeños, pero que en origen se escribieron pensando en lectores adultos.” (p. 10).Además también se redefine como todos aquellos textos dirigidos especialmente para niños y niñas que tienen como características muy específicas su propia influencia en el desarrollo y enriquecimiento cognoscitivo, lingüístico, imaginativo y creativo del niño. Desde este punto de vista, la literatura infantil es un término relativamente reciente, debido a que prácticamente es en el siglo XIX es que se comienza a utilizar esta acepción para denominar así a los textos dirigidos especialmente a los niños(as). En efecto, mucho se ha escrito sobre la sobre esta, su estética veces paupérrima hasta en su léxico; otras, brillante como la (mejor) literatura, sobre su moralidad una tensión que va de la moralina subrayada a la inteligente transgresión, sobre sus temáticas y otro tanto se ha publicado o dicho sobre la conflictiva relación entre la literatura para niños y la literatura escolar. De hecho no son pocos los escritores, que se niegan a ceder sus derechos para que se publiquen sus textos en los libros didácticos no, claro, por mala voluntad sino por decisión “política” en relación con lo que significa leer un texto fuera de la institución y lo que significa su lectura dentro de sus redes.
Cabe destacar que el libro infantil ha estado siempre estrechamente vinculado con la educación de niños y adolescentes. De hecho, los primeros libros infantiles no fueron libros literarios, sino textos destinados a la enseñanza de los vástagos de la elite aristocrática. Esos primeros libros adicionaban a los principios morales, religiosos, sociales, filosóficos o prácticos de lo que hoy se denomina “el programa”, uno que otro recurso narrativo o imaginativo cuya función única era facilitar la asimilación de los contenidos por la mente infantil Así, los primeros libros que merecen la denominación de literatura infantil fueron compilaciones de fábulas (de Esopo, Fedro, La Fontaine) o vidas ejemplares (de santos y de personajes históricos o mitológicos).
Bajo estos parámetros, puede haber sido precedida de manifestaciones orales en los momentos más primitivos de su origen, también hay quienes sugieren que desde este punto de vista llevaría un desarrollo paralelo al de la literatura general. Por otra parte, el comienzo históricos de los cuentos de hadas también han sido confundidas con el nacimiento de la literatura infantil, en tanto que es posible encontrar elementos que pudieran ser dirigidos a los niños, sin embargo, los más primitivos cuentos de hadas tenían una intención diferente y no estaban destinados a un público infantil. Al referirse a la historia es esencial detenerse especialmente en los orígenes de los cuentos de niños, porque allí están, las raíces de la moderna literatura ya que al pasar el tiempo se han interpretado de acuerdo a las expresiones y a lo largo de cada cultura. En este orden de ideas vale mencionar lo que dice Almela (2000):
La literatura infantil surge en el momento mismo cuando al niño se le comienza a considerar como un ser con unas características propias y no sólo como un futuro adulto. Algunos investigadores consideran que los iniciadores de la literatura infantil fueron los hermanos Grimm a principios del siglo XIX y otros ven en Perrault, a finales del siglo XVII, al verdadero precursor. Sin embargo, Perrault siempre actuó como difusor de una cultura oral anterior a la que sobreañadió otros elementos. (P.54).
Esta literatura para niños comprende distintos géneros literarios desde poesías, cuentos, fábulas hasta novelas, entre otros. Casi siempre lo que se desea es que el niño lea, que interactúe con los libros y además reflexione luego en torno a lo que ha leído. Es por esta razón que los autores son cuidadosos a la hora de elaborar un libro para niños y tienen en consideración que aquello que el niño lee, pues de alguna manera es un mensaje que recibirán los mismos, de allí que en la literatura infantil se busque, a través de la lectura enriquecer el vocabulario de los niños y niñas, reformar los elementos de una historia y de las secuencias narrativas, así como despertar su imaginación, es por ello que el rol del docente es fundamental ya que debemos facilitar a los estudiantes (Niños y niñas), textos donde puedan transformar su realidad, es decir puedan discernir en los diversos contextos en los cuales ellos interactúan. En este orden de ideas, en los temas de la literatura infantil jamás parecen agotarse y en su mayoría los elementos fantásticos y mágicos gozan de especial privilegio. Precisamente son los niños los más propensos a ser impresionados por la lectura de hechos que están relacionados con magia o con los hechos prodigiosos de algún héroe. Lo fantástico proporciona al niño un mundo infinito de posibilidades ajenas a la naturaleza real y esto hace de la lectura un mundo también maravilloso.
Muchos investigadores de la literatura infantil sugieren que los libros ideados para niños deben contener algún tipo de elemento fantástico para que puedan interesar a un público que no recurre a la lectura con frecuencia. Por otro lado la literatura infantil en Venezuela, ha sido recopilada de las tradiciones y del folklore. Esta acción pretende mostrar al niño venezolano su verdadera identidad en contra del bombardeo de tradiciones extranjeras, a través de los medios de comunicación masiva como lo es la televisión. Tal vez muchos de nosotros conocimos en nuestra infancia los cuentos del Tío Tigre y Tío Conejo, del Tío Nicolás o el De como Panchito Mandefuá cenó con el Niño Jesús de Pocaterra. Recientemente la Fundación ¨Banco del Libro¨, institución que se dedica a la promoción, evaluación, edición y rescate de la literatura infantil en Venezuela, organizó la exposición interactiva. ¨Muchos Libros, Muchos Mundos¨. Una experiencia que buscaba dar a conocer el maravilloso mundo que se esconde tras las carátulas coloridas de las ediciones para niños. Deben seguirse propagando actividades como estas, debido a que promueven la importancia de que una sociedad debe ser lectora y por ende se debe comenzar con abordar el semillero de nuestro país que son los niños.
En Venezuela, existe una gran producción de textos enfocados a los niños, sólo que muchas personas los desconocen, tanto los docentes de preescolar, como los padres, en estas obras se atesoran hechos que permiten la conservación de la identidad nacional y cultural, del mismo modo enriquecen su vocabulario, mientras van adquiriendo interés por la lectura. El dilema que se confronta en la actualidad con respecto al tópico, debe ser conocido por los docentes para buscar estrategias que permitan atacar esta problemática desde los espacios educativos, pues, los efectos de los medios de comunicación masiva, mediante la televisión, principalmente, presenta al niño y niñas otras opciones de entretenimiento que no requieren esfuerzo alguno y que lo alejan del habito de la lectura. Entre los factores de la problemática de la literatura infantil se encuentran diversos fenómenos iniciados por la sociedad industrial y el progresivo despoblamiento de las zonas rurales, la incorporación de la mujer a la vida laboral, además del ritmo de vida acelerado, han propiciado que los adultos pasen muchas horas fuera del hogar y, por consiguiente, que niños y niñas estén ocupados en múltiples actividades extra escolares disminuyendo así las interrelaciones de este tipo en el ámbito familiar. Esto sucede en todos los estratos sociales pues los adultos suelen privarse de lo necesario para ofrecer a sus hijos los bienes y servicios indispensables, y aun para satisfacer necesidades de segundo orden. Muchos adultos que no compran libros para sí mismos, tratan de ofrecer libros a sus chicos, y se resisten a pagar un libro que no tenga suficiente texto, como si consideraran que la cantidad de palabras es lo que determina el valor de la obra.
Otro de los problemas fundamentales de la literatura para niños y jóvenes consiste en determinar qué es y qué no es accesible o apropiado para ellos, según sus edades. Es una dificultad que concierne a los creadores, a los maestros, a los críticos, y en general a todo el que pretenda vincular a los niños con la literatura. La crítica literaria moderna considera esencial el carácter de "literatura", por lo que hoy se excluye, de la producción presente, los textos básicamente morales o educativos. Esta es una concepción muy reciente y casi inédita en la Historia de la Literatura. La literatura para niños ha ido creciendo a medida que se asentaba la concepción de la infancia como una etapa del desarrollo humano propia y específica; esto es, según se extendía la idea de que los niños no son ni adultos en pequeño ni adultos con minusvalía. En la Edad Media no existía una noción de la infancia como periodo diferenciado y necesitado de obras específicas, por lo que no existe tampoco, propiamente, una literatura infantil. Eso no significa que los menores no tuvieran experiencia literaria, sino que esta no se definía en términos diferenciados de la experiencia adulta. Dicho esto, es preciso observar que el problema de la captación infantil de la obra literaria está pensado casi siempre en términos de información y conceptualización. Y más aun, en términos de ideas claras y distintas. Pensado así, el problema podría resolverse determinando si la obra implica o no datos y conceptos que escapen, por razones de edad o formación, al desarrollo cognoscitivo e intelectual del niño. Una de las armas que maneja la literatura infantil actual para hacerse más del agrado de los niños es el empleo de las imágenes en el libro ilustrado. Las ilustraciones constituyen en la actualidad un caso de especial atención, ya que llama bastante la atención de los pequeños quizás por el colorido y las formas de las caricaturas. En el mismo sentido se expresa Jiménez (2005):
En casos especiales, nada importa que el niño no lo entienda, no lo comprenda todo. Basta que se tome del sentimiento profundo, que se contagie del acento, como se llena de la frescura del agua corriente, del calor del sol y la fragancia de los árboles; árboles, sol, agua que ni el niño ni el hombre ni el poeta mismo entienden en último término lo que significan. (P. 89)
Por las razones expresadas anteriormente, lo mas importante y lo que se busca con la literatura infantil, es que el niño disfrute de la obra, que se emocione, que viva cada una de las anécdotas de los personajes, que conozca otros lugares, que imagine, que sea crítico ante lo que lee, en fin que cree una historia partiendo de la ya existente, mientras desarrolla sus capacidades de lectura y su vocabulario, sin importar lo que entienda o lo que se aprenda del texto como tal. Lo específico de la literatura infantil no es alimentar al niño con una versión del mundo a su nivel. Lo que la caracteriza es haber convertido en rasgo estilístico la forma singularmente creativa que tienen los chicos de mirar, de relacionarse con el mundo y expresarlo. Todo esto es interpretado, contado y organizado por un adulto especializado en estéticos trajines con el lenguaje. Un adulto que, si es un auténtico creador, no vacilará en singularizar su discurso volcando en él toda su vida de sus ilusiones a sus terrores para configurar una obra única y personal, para nada inferior a la de quienes escriben para adultos, pero que, estilísticamente, será reconocible como parte del universo estético infantil.