EL LUCRATIVO MERCADO DE LA CARNE INFANTIL

[Eladio Rodulfo González]

EL LUCRATIVO MERCADO DE LA CARNE INFANTIL

 

Muy a despecho de la Constitución Nacional y de las leyes de protección al menor vigentes en el país, la prostitución de niños y niñas es explotada como una perfecta y lucrativa empresa, con zonas de aprovisionamiento y zonas de mercadeo.

El modus operandi para la efectividad del mecanismo de aprovisionamiento de la mercancía que mueve el negocio es bastante simple a nivel de las poblaciones y aldeas interioranas. Los mercaderes -un señor elegante y serio, con muy buenos modales y carro lujoso último modelo, o una pareja amable en busca de niñera, acompañante o servicio doméstico a cambio de buena paga, excelente trato y otras condiciones laborales aparentemente beneficiosas- contactan a las víctimas en sus humildes viviendas y convencen a los padres  que les entreguen las niñas, bajo la falsa promesa  que mensualmente les girarán una buena porción del salario de éstas. Aparte del beneficio económico, les aseguran a los ingenuos padres que las jovencitas van a comunicarse constantemente con ellos, que tendrán acceso a establecimientos educativos y que serán tratadas como de la familia, procedimiento semejante empleado para reclutar muchachas domesticas.

Cumplida esta fase sin dificultad, de inmediato comienza la segunda, cual es la entrega de las chicas a los recepcionistas en las zonas de mercadeo. Antes, sin embargo, los traficantes cumplen un acto de rutina: pasear a las jóvenes y comprarles ropa apropiada para presentarse decorosamente a las falsas casas de familia, que no son otra cosa que prostíbulos muchas veces encubiertos.

En este momento entra en juego una tercera persona, la presunta  tía del sujeto que las ha reclutado, es decir, la celestina, quien les insinúa que ellas en su pueblo no ganaban nada pero que en Caracas, si fuera ésta la ciudad de la venta, podrán vivir la vida con lujo. Las chicas, aspirantes a devengar un sueldo para ellas muy alto, son llevadas a sitios de diversión y bares donde se les hace ingerir bebidas alcohólicas, lográndose así su ablandamiento y el inicio a la carrera prostibularia.

Sobre este escandaloso tráfico sexual de menores ha habido en el país muchas voces de alerta sin resonancia alguna ante las autoridades. Por ejemplo, el doctor José Rafael Mendoza, estudioso en profundidad de la problemática global de nuestros niños, se refirió al tema el 15 de mayo de 1969, en el diario El Mundo, en estos términos:

“Las violaciones i ultrajes a las jovencitas i a las mujeres adultas son reseñadas diariamente, así como las constantes desapariciones de menores, bien con fines libidinosos, bien para dedicarlas a la prostitución. Hai un ‘mercado de morenas’ del interior hacia las ciudades pobladas”.

A nivel de Caracas y otras ciudades importantes de Venezuela el modus operandi para el aprovisionamiento de chicas es más refinado. Aquí, un aviso clasificado de prensa, contentivo de una oferta de empleo halagüeña para trabajo de modelaje, artista de televisión, peluquería, masajista, etc., sustituye al caballero elegante o a la dama presentes en esta fase del negocio en la búsqueda de muchachitas en las zonas interioranas. El texto del aviso generalmente el mismo:

“Para trabajar en peluquería se necesitan j6venes atractivas. Se pagan buenos sueldos”. O “Para trabajar como ayudante masajista se necesitan muchachas de buena presencia. Se pagan excelentes sueldos. Traer documentos”. O también: “Para trabajar en televisión se necesitan muchachas jóvenes de buena presencia”.

La respuesta a estas ofertas de trabajo, aparentemente normales, pero que en realidad son formas encubiertas de reclutamiento prostibulario, es inmediata, y al acudir las jóvenes a la dirección señalada en el aviso o que se les ha indicado mediante llamada telefónica, comienza la segunda parte de la criminal operacin. El empresario del vicio, una vez que las incautas muchachas acuden a la cita, utiliza diversidad de artimañas para envolverlas en el negocio, corromperlas y manejarlas a su antojo.

Uno de estos empresarios, un italiano de apellido Gatto, fue apresado por efectivos policiales bajo la acusación de inducir a jovencitas a la prostitución mediante el ofrecimiento de trabajos fáciles de realizar y sueldos. Su modus operandi se limitaba a la publicación de avisos en la prensa con engañosas y atrayentes ofertas de trabajo. Luego que las jóvenes hacían acto de presencia en la dirección indicada en el periódico, las obligaba a contemplar películas pornográficas y fotografías obscenas, todo en un ambiente acondicionado al efecto: música erótica, media luz, drogas, etc.

 

 

Rodulfo González