Hace ya dos meses que no deja de moverse en aquel sauce, aquella rama que una vez fue testigo de la increíble desaparición de Ruperta, dona Rupertita, hija noble de Faustino Carrión y Almendra Almendrares. Cuentan las malas lenguas que el hijo Xenón que teníala pobre Ruperta era más gastador que mandado hacer, de cariño le decían X, pues X encontróen en la mirada de la vieja, aquella madre cariñosa y comprensiva que ante la ternura fingida de su hijo, lo daba todo.
Una noche deseperado X, ingresó pateandola puerta de su casa, corrió por el callejón , dobló por la esquina del acocina, subió las escaleras, tropezó en dos paredes oscuras y de un solo golpe abrió la puerta del cuarto de su Ruperta, desesperado increpó a la vieja para que le de más,por que acababa de perderlo todo enel casino. En aquel instante la vieja recordó el nombre de su marido: Yormaín, que de cariño le decián Y, que de la misma manera había desperdiciado su dinero y lo habíua perdido todo hasta llegar a la muerte, y no es para menos, pues Y ,llegaba cada noche en alma a visitar a la vieja, y cuentan que enlas noches de luna llena, la vieja se pone a bailar en su cuarto hasta altas hora de la madrugada con Y valses antiguos.
- !Mamá! - gritó X, y la vieja despertó al grito y casi de miedo entregó sus últimas joyas que le quedaban. X amargado salió habalndo entre dientes, tirando todo lo que encontraba a su paso.
En una ocasión tiró un vaso con agua, dicen que en ese vaso bebía Y cuando llegaba en las noches deluna llena a visitar a Ruperta, lo tiró tan fuerte que el agua penetró debajo de la puerta vieja de la escalera, escurrió por cada eslabón, atravesó la cocina, siguió por el camino de cemento y llegó hasta el sauce que estaba a la orilla deljardín de la casa.
Habiendo obtenido las joyas y algo más, X , corrió deseperado a la calle, sin escuchar los gritos y los sonidos del auto que lo había estado esperando para llevarlo al saló de juegos.
Diez años atrás había sucedido lo mismo cuando Y se asomó a la ventana de su casa en una mañana fría y un viento suave empezó a mover el sauce que parecía, al son que se movía, llamarlo. A Y se le enfrió el corazón, le invadió un sudor frío, deliró por un instante y se vio por el aire cazando nubes de algodóny echándolas en un saco. Una palmada del pequeño X lo despertó. Así transcurrieron varias semanas, meses,que cada vez que Y miraba al sauce, éste empezaba a moverse y todo se nublaba a su alrededor.
X, X, llamó Ruperta, el desayuno está listo, sin imaginar que ese sería el último allado de X y sin saber tampoco que X desgraciado había perdido, para siempre, el título de propiedad de la casa de la vieja, en un maldito juego delcasino; papeles que arrebató la noche en que le pidió sus últimas joyas. Esa tarde X desapareció para no más volver, sin antes escuchar a su madre decir que algo malo estaba por pasar, porque aquel sauce había empezado a moverse igual como Y en algún momento se lo contó y ambos lo vieron.
Ruperta volvió a llamar al día siguiente a X para desayunar y X no contestó. Buscó en su cuarto, enla cocina, enel baño, en las escaleras, enlos muebles; llamó al casino, llamó a sus amigos, y nada; entonces un aire helado hizo que se asomara a la ventana donde una mañana fríahacía mover al sauce que parecía llamarla. Se apegó más a la ventana y Y se retrató enel sauce con una sonrisa de amor, y Ruperta empezó a sudar frío, recordando la última noche que pasó con Y , y que esa noche lo vio justamente donde lo estaba viendo ahora. Ruperta se fue de su mentey empezó a cazar nubes de algodón y las echaba en un saco de lino, cuando de pronto levantó la mirada y vio dos policías con un señor de aspecto arrugado que tocaban el timbre, al hacerlos pasar, con un tono ronco y seco le dijeron que su casa perteneciente a la urbanización El partenón, manzana Z lote 654, desde ahora pasaba a ser propiedad del casino NOCHE ROJA , al escuchar esto , Ruperta sufrió un debilitamiento que le asaltó los nervios tanto, que la firma que tuvo que hacer en los papeles casi no se veía bien.
Desaparecieron los hombres y no supo qué hacer. Sin X y sin Y, no sabía qué hacer,miró a través dela ventana y el sauce no paraba de moverse en un ademán que parecía llamarla. Pasó la tarde, no almorzó, su mirada y su mente recorrían todos los rincones de la casa que no sería mas suya. Llegó la noche y el aire soplaba más fuerte y la llovizna invadía la calle y los vidrios dela ventana se llenaban de lágrimas corredizas al chocar el viento con ellas. Ruperta pensaba en X, en su gato negro que esa mañana había sido muerto por un camión que llevaba piedras, y que sus víceras habían caído enelplato de sopa de su vecina, pensaba y recordabael día enque fue con Y a mirar la profundidad de la quebrada, recordaba el bautizo de X, donde esa tarde el agua de pila que le echaron lo ahogó y no pararon hasta el hospital, todo estaba claro, el sauce la llamba y aferrándose a la vida Ruperta subió a su cuarto. Ya a la media noche, era luna llena y apareció Y, y Ruperta empezó a llorar a mares , lloró tanto que llenó tres vasos de cristal donde Y bebió esa noche con más amor que nunca. Entonces bailaron que una nube los envolvió y los enterneció, que cuando Ruperta abrió los ojos, se dio cuenta que estaba sola;Y la llamaba desde aquel sauce y Ruperta no sabía qué hacer, era una noche fría, helada,las calles estaban solas, las luces a medio encender, los búhos aparecieron más como ninguna otra noche.
Bajó las escaleras, dobló por la cocina y entró al baó, se lavó la cara, cogió la toalla y se secó; continuó por el corredor, cruzó la sala, abrió la puerta y su respiración se hizo mayor al ver que por su boca salía un aliento helado y al ver que Y la llamaba en el sauce. Doce pasos y medio separaban la puerta del sauce y una pequeña escalera que daba a la pueerta trasera del jardín anterior.
Empezó a avanzar Ruperta a donde estaba su amado, era luna llena y a cada paso que daba el aire soplaba más y el sauce reía curioso al ver que Y estaba recostado en él.
Ruperta acababa de dar el paso numero doce , cuando una lechuza casi la hace despertar de su utopía o tal vez de su sueño, el más hermoso hasta ahora. Faltaba medio paso y Y le dio la mano y la ayudó a subir al sauce y con la toalla que llevaba en el cuello, Ruperta pensó ayudar a subir a Y. Derrepente sintió que su corazón latía cada vez más lento y su respiración era menos fuerte, fue entonces donde se vio al lado de Y cazando nubes de algodón y echándolas en un saco de seda blanco, vio también a X de niño llorando porque no tenía papel higiénico para ir al baño. Un aire fuerte y frío hizo mover el cuerpo de Ruperta como un péndulo en aquel sauce donde una mañana fría Y la llamó para mirar juntos, a través del vidrio de la ventana, cómo el sauce se movía en un son de llamada, y que tal vez ni Y ni Ruperta entendieron el mensaje misterioso envíado por ese árbol que diez años más tarde acabaría con Ruperta, doña Rupertita.