"INFIERNO EN LA GUARDERIA, ABC"

[Carlos M. Valenzuela Quintanar]

Viernes 5 de junio, 2009, Día Mundial del Medio Ambiente, Hermosillo capital del estado de Sonora inmersa en campañas electorales (junto con todo el Estado y el país en general) por cambios de gobierno. Día lleno de actividad por ser antesala del evento que pretendía un “Record Guinnes” con la “Taquisa Más Grande del Mundo” a realizarse el sábado 6 de junio en las instalaciones del Parque Madero en la ciudad, ello con la finalidad de incentivar el consumo de carne de puerco muy afectada por el problema de influenza en México de la llamada Gripe Porcina, que terminaron por llamarla Influenza A H1N1, pero la duda sobre el daño por comer carne de puerco ha sido sembrada y existe temor de la sociedad a su compra.

Todo indica que ese viernes era sinónimo de buen inicio para el fin de semana en la ciudad y que las familias juntas disfrutarían del gran evento.

De pronto una llamada, a eso de las 2:54 p.m. horas de la tarde al Centro Alerta, reporte de emergencia por un incendio que se inicia al sur de la ciudad en la colonia “Y Griega”, para ser exactos.
Ahí, muchos niños duermen placidamente la siesta a esa hora de la tarde, es tiempo de reposo y descanso, mientras esperan a sus papitos queridos para que los acunen en sus brazos y los llenen de besos y a su vez, ellos les iluminen un día de cansancio y ajetreo en sus trabajos.

¡De repente todo cambia! La tranquilidad y lo apacible de aquel lugar, “Guardería ABC” se convierte en un infierno, hay humo por doquier, cae lumbre del techo de la construcción por ser de materiales altamente flamables y empieza a cobrar facturas por negligencias de autoridades, instituciones, empresarios y también en parte la sociedad, en seres inocentes como son los niños moradores de ese espacio.

Afuera de las instalaciones de la guardería del IMSS, Instituto Mexicano del Seguro Social, aterradores gritos rompen el silencio de una tarde antes en calma. Son las madres, los padres, son abuelos, y vecinos que se arremolinan llenos de impotencia, no se abre la puerta de acceso, un portón está clausurado, no encuentran la manera de dar auxilio a inocentes ángeles atrapados por el voraz incendio y las puertas de emergencia al parecer no existen como tampoco las ventanas adecuadas porque son instalaciones no propias para una guardería, sino para una bodega, pero que han sido “adecuadas” para ello.

Se convierten las calles aledañas al lugar en una espantosa carrera contra el reloj, son padres y familiares que van en busca de sus niños ha sido dada la alarma en la ciudad. El fuego consume las instalaciones de la Guardería ABC con alrededor de 140 niños con edades entre los tres meses de vida y 5 años y un promedio de 44 adultos. Bomberos, policías, cruz roja y sociedad civil, impotentes con los rostros desencajados con el alma presa del dolor y la desesperación por los padres que lloran a grito abierto y no hay la manera de entrar, bomberos empiezan a marrazos y con el pico a tratar de abrir un boquete en las paredes del inmueble para entrar. Gritos llenos de espanto de desesperación, dolor, ¿Dios que está pasando? De repente una voz, ¡quítense a un lado! abran camino y viene de reversa un carro tipo PIC UP a impactarse con fuerza en la pared varias veces hasta lograr abrir un hueco en la misma, de inmediato el humo, lumbre y gases tóxicos hacen su salida.

Momento que se aprovecha para internarse en el infierno que era la guardería en busca de tantos niños en espera de unos brazos, de miradas de auxilio, de palabras de aliento y…otros simplemente… ahí estaban los inocentes presa de las llamas voraces que les consumían sus tiernos cuerpos… como pueden los rescatiztas los toman en sus brazos, inertes sus cuerpos, otros en un rictus de dolor, otros de color del humo espeso que marcó sus bellos cuerpecitos. Es un dolor aterrador, carreras, gritos, humo, falta de oxigeno, ojos llenos de hollín, cuerpos impactados por lo caliente de las llamas, aquello es un horno de lo más horrible, las madres afuera a la espera de que el siguiente niño sea el de ellas con desgarradores gritos de alegría y en otros casos de dolor reciben a niños temerosos, con sus caritas de color del humo también cuerpecitos dañados por el fuego, piel unida a la ropa, es algo horrible que duele todo, duele el alma, se cansa el espíritu, las esperanzas se pierden, las fuerzas se acaban, el cuerpo se desvanece no hay espacio para más dolor, es algo más allá de la capacidad del ser humano, es simplemente horrible y tan doloroso. Las escenas que se repiten una tras otra.

Desfallecen los elementos de policía, el temple de rescatistas como bomberos y cruz roja se quiebra, la ciudad es un solo lamento, la sociedad civil está ahí con carros, con taxis para trasladar a los hospitales de la ciudad a los inocentes de las NEGLIGENCIAS DE LOS PODEROSOS.

Ululan la ambulancias, las áreas de emergencia de los hospitales de la ciudad se convierten en receptores de dolor, de pequeños niños a quiénes injustamente les hemos cambiado su vida. Sociedad civil se convierte en salvador de bebés, dan respiración de boca a boca, corren con ellos entre los brazos, buscando como llegar más pronto al auxilio, se les mueren en sus brazos, sus lágrimas impactan las pequeñas caritas llenas de hollín, llenas de quemaduras, se les van y ellos impotentes…

Siguen sacando niños de la guardería todos los familiares a la espera de los suyos, viene uno , viene otro pero no sacan al suyo -¿que pasa donde está mi hijo?- unos padres entran en la carrera loca del rescate no importa nada solo encontrar al hijo amado, en el camino encuentran niños corriendo envueltos en llamas y los toman como pueden para darles libertad, luego regresan para sacar al suyo pero es otro a quién rescatan, siguen y siguen pero nunca encuentran al suyo, salvan 6, 7, 8, pero nunca encontró a su hijo…

No se puede describir aquel infierno, solo el que lo vive sabe de ello, solo el que lo siente podrá dar cuenta, nadie más.
La ciudad está en caos, los hospitales llenos de pequeños, de padres que corren de hospital en hospital buscando con la esperanza en sus ojos y las lágrimas contenidas, la voz audible apenas, con miedo se oye ¿dónde está mi hijo? Abuelos con la soledad en su mirada, con el miedo en sus manos, con la voz pegada al pecho, sin fuerzas, desgastados…la ciudad en un gesto por demás solidario, prestan teléfonos, proporcionan su carro, donan sangre, se coordinan entre amigos para enlazarse de hospital a hospital. Los médicos sacan de los más profundo de su ser, fortaleza, porque la misma ha ido minando poco a poco conforme les llegan más niños.

Lloran los padres, llora la ciudad pero también llora Dios. Es profunda su tristeza porque no es justo para él, hacerlo responsable de tanto percance en la tierra. Lloran sus ojos a través del cielo al recibir en su paraíso las almas de los niños muertos en Hermosillo en un incendio cruel, cuando dormían en sus cunas y camitas.
Llora Dios, no es justo el dolor, tanta miseria humana, tanto empresario que solo le importa su dinero, gobiernos corruptos y oportunistas pero también una sociedad que se encuentra en un letargo o pérdida en la apatía.
Hermosillo, la bella ciudad del sol está de luto, han muerto hasta hoy 48 niños, ángeles que habitaban la tierra, otros tantos luchan por su vida en hospitales de Jalisco, Sonora y California.

En el cielo hay ángeles nuevos, arrebatados con dolor, envueltos en llamas perdidos en lo negro del humo. ¿Cuándo? Se cuestiona Dios, entenderán los hombres mi mensaje.
-No quiero ángeles a costa del dolor que lacera para siempre el corazón y el alma de padres amorosos. No quiero arrebatar flores a la tierra que aromaticen el aire y mucho menos luces que iluminan lo oscuro del camino en la tierra-

¡No¡ Dios no busca ángeles del dolor. Esos, no son designios de él. Son NEGLIGENCIAS DE LOS HOMBRES QUE NO TERMINAN DE SACIAR SU HAMBRE DE PODER, DE RIQUEZAS, DE INFLUENCIAS, SU INTOLERANCIA, APATÍA, INMORALIDADES, INJUSTICIAS, y un largo etcétera.

Hombres que basan su felicidad y comodidad en la desgracia de otros. -¿Cómo voy a querer ángeles como ha pasado en Hermosillo, a costa de impotencia, dolor, desesperanza y un amargo sufrimiento?-

Llenar los hospitales de padres desfalleciendo y ahogados en gritos de dolor, sin fuerzas para resistir noticias al informar los médicos “su hijo ha muerto”.
-¿Cómo voy a ser yo, quién arrebate de los brazos de sus padres a estos inocentes? Cuando fui yo quién los llevé a la tierra para llenarla de luz y de ilusiones-.

-¡No! ¡Yo no soy culpable! ¡Son ustedes hombres los culpables!-

Efectivamente no es Dios el culpable de esta desgracia generada por los hombres, él no es responsable de esta barbarie.
¿Quién es entonces el responsable?

¡TÚ, EMPRESARIO! Por no importarte las condiciones y espacios donde tus trabajadores deben por necesidad, guardar sus hijos para llenarte las bolsas de dinero día a día. Por no cumplir con lo que te corresponde como parte de la sociedad que eres. Como es La Responsabilidad Social, donde deberás regresar a la sociedad en bienestar el 1% de tus utilidades como mínimo.

¡TÚ, GOBIERNO! Por corrupto, por oportunista, por no cumplir el mandato que tu mismo te impones cuando tomas protesta de dirigir los destinos de un pueblo que confía en tu lealtad, tu justicia, tus promesas, y que por el contrario tu enfermedad y mezquindad te hacen pensar solo en tu beneficio y el de tu familia.

¡TÚ, IGLESIA! Porque en vez de aliarte a los pobres, a los más necesitados vas buscando proteger al poderoso, cuando a quién debes proteger le ignoras y cierras tus puertas, cuando la enseñanza que dejó Dios al mundo nunca fue desproteger al más necesitado.

¡TÚ, SOCIEDAD! Porque aún vives en un letargo cuando tienes en tus manos la capacidad que es la fuerza, donde uniendo voces y exigiendo un mejor manejo de la justicia, la repartición de riquezas, la igualdad y equidad de género, vivirás mejor.

¿Quién es culpable de esta desgracia que enluta al mundo y llena de dolor a tantos padres?
Culpables son el gobierno y los empresarios por el desmedido abuso de poder y la ambición cada vez mayor de riqueza, mientras que responsables somos la sociedad por permitir que se den estas tragedias que dejan para siempre cicatrices que en el alma se quedan como gritos en silencio por no saber gritar a tiempo.

Por desgracia los dolores no terminan, en una sociedad que está afectada ante los nulos resultados para una pronta solución. Aún hoy después de casi un mes no hay culpables tras las rejas. Los dueños de la guardería libres, disfrutando sus riquezas, los grandes funcionarios del gobierno libres, buscando chivos expiatorios entre los trabajadores de niveles bajos.
Son los contubernios del gobierno y empresarios. Los acuerdos entre las elítes de poder los que manipulan los hilos de la sociedad, ellos los verdaderos culpables de 48 niños muertos de una manera por demás tonta, y del sufrimiento de otros tantos que por quemaduras les han deformado sus cuerpos y de muchos más que por haber estado expuestos a gases tóxicos tendrán secuelas respiratorias de por vida.

Dios por supuesto es libre de esta barbarie, son los poderosos los culpables, pero ellos se cubren entre si.


Hermosillo, Son. A 29 de junio de 2009
Carlos M. Valenzuela Quintanar
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