La aparecida
A Pedro Primero Castro
Había sumido mis pensamientos en el aforismo campero de un viejo cantor de coplas. Una parábola de inmemorial origen, herencia de estirpes lejanas, envolvía mi contemplación en la bruma de reflexiones sin luna. Así la vi alborozar los parajes. El jagüey la transmutó en serpiente de transparencias. Yo la besé mientras la montaña masticaba relámpagos, presagio del holocausto brutal de las gotas de mayo. Olvidé las consejas de los ordeñadores - suerte de apotegmas callosos que hurgaban la postrera de jugosas ubres - para seguir mi cópula sombría con aquel ente sin nombre. Su piel fue entonces sueño perpetuo. Yo partí cavilando trochas, mascadas y porsiacasos.
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Gracias por tu gentil comentario, amiga, seguimos en la hermosa sintonía de la palabra silente
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Ando revisando cada texto para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.
Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.
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