Andrés Eloy Blanco Meaño
(Cumaná, Venezuela, 6 de agosto de 1897 – México, DF, 21 de mayo de 1955).
Abogado, escritor, humorista, poeta y político venezolano.
LAS UVAS DEL TIEMPO
Madre: esta noche se nos muere un año.
En esta ciudad grande, todos están de fiesta;
zambombas, serenatas, gritos, ¡ah, cómo gritan!;
claro, como todos tienen su madre cerca...
¡Yo estoy tan solo, madre,
tan solo!; pero miento, que ojalá lo estuviera;
estoy con tu recuerdo, y el recuerdo es un año
pasado que se queda.
Si vieras, si escucharas este alboroto: hay hombres
vestidos de locura, con cacerolas viejas,
tambores de sartenes,
cencerros y cornetas;
el hálito canalla
de las mujers ebrias;
el diablo, con diez latas prendidas en el rabo,
anda por esas calles inventando piruetas,
y por esta balumba en que da brincos
la gran ciudad histérica,
mi soledad y tu recuerdo, madre,
marchan como dos penas.
Esta es la noche en que todos se ponen
en los ojos la venda,
para olvidar que hay alguien cerrando un libro,
para no ver la periódica liquidación de cuentas,
donde van las partidas al Haber de la Muerte,
por lo que viene y por lo que se queda,
porque no lo sufrimos se ha perdido
y lo gozado ayer es una perdida.
Aquí es de la tradición que en esta noche,
cuando el reloj anuncia que el Año Nuevo llega,
todos los hombres coman, al compas de las horas,
las doce uvas de la Noche Vieja.
Pero aquí no se abrazan ni gritan: ¡FELIZ AÑO!,
como en los pueblos de mi tierra;
en este gozo hay menos caridad; la alegría
de cada cual va sola, y la tristeza
del que está al margen del tumulto acusa
lo inevitable de la casa ajena.
¡Oh nuestras plazas, donde van las gentes,
sin conocerse, con la buena nueva!
Las manos que se buscan con la efusión unánime
de ser hormigas de la misma cueva;
y al hombre que está solo, bajo un árbol,
le dicen cosas de honda fortaleza:
«¡Venid compadre, que las horas pasan;
pero aprendamos a pasar con ellas!»
Y el cañonazo en la Planicie,
y el himno nacional desde la iglesia,
y el amigo que viene a saludarnos:
«feliz año, señores», y los criados que llegan
a recibir en nuestros brazos
el amor de la casa buena.
Y el beso familiar a medianoche:
«La bendición, mi madre»
«Que el Señor la proteja...»
Y después, en el claro comedor, la familia
congregada para la cena,
con dos amigos íntimos, y tú, madre, a mi lado,
y mi padre, algo triste, presidiendo la mesa.
¡Madre, cómo son ácidas
las uvas de la ausencia!
¡Mi casona oriental! Aquella casa
con claustros coloniales, portón y enredaderas,
el molino de viento y los granados,
los grandes libros de la biblioteca
—mis libros preferidos: tres tomos con imágenes
que hablaban de los reinos de la Naturaleza—.
Al lado, el gran corral, donde parece
que hay dinero enterrado desde la Independencia;
el corral con guayabos y almendros,
el corral con peonías y cerezas
y el gran parral que daba todo el año
uvas más dulces que la miel de las abejas.
Bajo el parral hay un estanque;
un baño en ese estanque sabe a Grecia;
del verde artesonado, las uvas en racimos,
tan bajas, que del agua se podría cogerlas,
y mientras en los labios se desangra la uva,
los pies hacen saltar el agua fresca.
Cuando llegaba la sazón tenía
cada racimo un capuchón de tela,
para salvarlo de la gula
de las avispas negras,
y tenían entonces
una gracia invernal las uvas nuestras,
arrebujadas en sus talas blancas,
sordas a la canción de las abejas...
Y ahora, madre, que tan sólo tengo
las doce uvas de la Noche Vieja,
hoy que exprimo las uvas de los meses
sobre el recuerdo de la viña seca,
siento que toda la acidez del mundo
se está metiendo en ella,
porque tienen el ácido de lo que fue dulzura
las uvas de la ausencia.
Y ahora me pregunto:
¿Por qué razón estoy yo aquí? ¿Qué fuerza pudo
más que tu amor, que me llevaba
a la dulce anonimia de tu puerta?
¡Oh miserable vara que nos mides!
¡El Renombre, la Gloria..., pobre cosa pequeña!
¡Cuando dejé mi casa para buscar la Gloria,
cómo olvidé la Gloria que me dejaba en ella!
Y esta es la lucha ante los hombres malos
y ante las almas buenas;
yo soy un hombre a solas en busca de un camino.
¿Dónde hallaré camino mejor que la vereda
que a ti me lleva, madre; la verdad que corta
por los campos frutales, pintada de hojas secas,
siempre recién llovida,
con pájaros del trópico, con muchachas de la aldea,
hombres que dicen: «Buenos días, niño»,
y el queso que me guardas siempre para merienda?
Esa es la Gloria, madre, para un hombre
que se llamó fray Luis y era poeta.
¡Oh mi casa sin cítricos, mi casa donde puede
mi poesía andar como una reina!
¿Qué sabes tú de formas y doctrinas,
de metros y de escuela?
Tú eres mi madre, que me dices siempre
que son hermosos todos mis poemas;
para ti, soy grande; cuando dices mis versos,
yo no sé si los dices o los rezas...
¡Y mientras exprimimos en las uvas del Tiempo
toda una vida absurda, la promesa
de vernos otra vez se va alargando,
y el momento de irnos está cerca,
y no pensamos que se pierde todo!
¡Por eso en esta noche, mientras pasa la fiesta
y en la última uva libo la última gota
del año que se aleja,
pienso en que tienes todavía, madre,
retazos de carbón en la cabeza,
y ojos tan bellos que por mí regaron
su clara pleamar en tus ojeras,
y manos pulcras, y esbeltez de talle,
donde hay la gracia de la espiga nueva;
que eres hermosa, madre, todavía,
y yo estoy loco por estar de vuelta,
porque tú eres la Gloria de mis años
y no quiero volver cuando estés vieja!...
Uvas del Tiempo que mi ser escancia
en el recuerdo de la viña seca,
¡cómo me pierdo, madre, en los caminos
hacia la devoción de tu vereda!
Y en esta algarabía de la ciudad borracha,
donde va mi emoción sin compañera,
mientras los hombres comen las uvas de los meses,
yo me acojo al recuerdo como un niño a una puerta.
Mi labio está bebiendo de tu seno,
que es el racimo de la parra buena,
el buen racimo que exprimí en el día
sin hora y sin reloj de mi inconsciencia.
Madre, esta noche se nos muere un año;
todos estos señores tienen su madre cerca,
y al lado mío mi tristeza muda
tiene el dolor de una muchacha muerta...
Y vino toda la acidez del mundo
a destilar sus doce gotas trémulas,
cuando cayeron sobre mi silencio
las doce uvas de la Noche Vieja.
Andrés Eloy Blanco
Eximio Poeta Venezolano
Etiquetas:
Qué grandeza de alma!
Qué altuira inacabable de poeta!
Cada vez que lo leo se encarruja mi espíritu con tanta belleza.
Ya no lo tenemos, pero inmortal nos habla y estremece.
Felicitaciones por publicar este gran texto de admirable mensaje.
Ya comenté este acierto de la UHEal presentar el poema Las uvas del tiempo, de nuestro Poeta del pueblo venezolano, Andrés Eloy Blanco, honra para Venezuela y América nuestra.
Leamos todos este hermoso poema dedicado al amor y a la esperanza, y sigamos la huella del poeta para que podamos difundir un mensaje de tanta belleza y significación como el del poema Las uvas del tiempo.
Gracias, Venezuela.
Alejo Urdaneta
Qué grandeza de alma!
Qué altuira inacabable de poeta!
Cada vez que lo leo se encarruja mi espíritu con tanta belleza.
Ya no lo tenemos, pero inmortal nos habla y estremece.
Felicitaciones por publicar este gran texto de admirable mensaje.
LINDO POEMA PRIMERA VEZ QUE LO LEO .GRACIAS POR COMPARTIR ESTAS DELICADEZAS ....CUANTOS NO HAY EN SU MISMA SITUACION DE TRISTEZA Y OLVIDO...FELIZ AÑO PARA TODOS
Que hermoso! felicidades, bien estructurado, mucha pasión!
Belén Muñoz
POETA ECUATORIANA
Estupenda voz la del gran poeta, entra en su silencio para que el mundo lo entienda.
Hermoso poema del Gran MAESTRO.
ANDRÉS ELOY BLANCO
Qué honda emoción dejan en el alma los versos del poeta Andres Eloy Blanco, y qué maravilla es escucharlos en la voz de Baltasar Botero. No hay palabras para manifestar la sensación que he tenido al oirlo. Sólo puedo decir que me ha parecido sublime!
A todos los que ya no tenemos a nuestra madre, o como en mi caso, también se ha perdido a un hijo, estas fiestas nos dejan un sabor agridulce en el pecho, pues queremos disfrutar de los seres amados que nos quedan, pero no podemos dejar de pensar en los que ya no están, y eso duele...
Gracias por publicarlo. Me ha gustado muchísimo.
Marga
Gracias por tan hermosa poesía.
Aprovecho para desear a toda Venezuela el mejor fin de año con la Luz de un año nuevo en felicidad, salud, prosperidad y Amor.
En especial a Doña Milagros Chiliberti Hernández y miembros poetas.
Gracias por tan hermosa poesía.
Aprovecho para desear a toda Venezuela el mejor fin de año con la Luz de un año nuevo en felicidad, salud, prosperidad y Amor.
En especial a Doña Milagros Chiliberti Hernández y miembros poetas.
Hermoso, no se si encontraré alguna palabra para definirlo mejor.
Mis manos están libres pero mi corazón oprime y me produce un nudo en la garganta.
MUCHAS FELICIDADES!!!... creo que a pertir de este momento seré una fiel seguidora.
Saludos
SENDA
RED DE INTELECTUALES, DEDICADOS A LA LITERATURA Y EL ARTE. DESDE VENEZUELA, FUENTE DE INTELECTUALES, ARTISTAS Y POETAS, PARA EL MUNDO
Ando revisando cada texto para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.
Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.
http://organizacionmundialdeescritores.ning.com/
CUADRO DE HONOR
########
© 2024 Creada por MilagrosHdzChiliberti-PresidSVAI. Con tecnología de
Insignias | Informar un problema | Política de privacidad | Términos de servicio