NAVIDAD EN EL TAJÍ

[Marcelo Rubén Agüero Urquiza]

Veníamos caminando por el interminable y caluroso tají del chaco-salteño en el departamento de Rivadavia Banda Norte, en un pequeño rincón argentino aledaño al Paraguay y Bolivia. El pequeño sendero nos habría el camino abundante en especies bellas y nativas de la flora y la fauna que formaban parte del dominio ancestral del pueblo wichí. Solamente mis pasos se sentían silenciados por el suelo arenoso. Mi amigo Sinaj, (no se quien pudo haberle apodado de esta manera), andaba descalzo, tal su costumbre cultural, en un silencio acostumbrado a largas horas de caza y a no entorpecer el mágico momento de la tarde en la espesura.

Nos quedaban aproximadamente tres horas más de caminata y ya llevábamos dos y media sin parar, nuestro vehículo se había quedado en el paraje La Horqueta y veníamos hasta la base en Alto de la Sierra… Pensé en mi familia allá lejos en la ciudad de Salta y un pensamiento me salió en voz alta:

-Esta noche es Nochebuena y mañana es Navidad…

-¿Cómo decís che jefe? –me pregunta Sinaj con su voz gutural.

-Pensaba en voz alta Sinaj, dije que esta noche es Nochebuena y mañana Navidad.

-Si. Esta noche va a ser buena… un poco de calor nomás… mejor que llueva. Mañana no sé.

Sinaj era el hijo del cacique de Alto de la Sierra, un buen muchacho wichí, que había asistido sólo a la escuela primaria. Sus dieciocho años lo hacían muy despierto y servicial, gustaba de acompañarme cuando salía a recorrer la jurisdicción y a mi me ayudaba mucho en su condición de conocedor de los senderos y atajos en la telarañas de caminos bajo la espesura de los montes chaqueños. Pensando en estas cuestiones de la vida de este amigo. Recordé que las fiestas de fin de año, se dan en las vacaciones, justo cuando no hay clases y quizás, por este motivo, los maestros no le hayan enseñado el significado de la Navidad.

-Sinaj. ¿Sabes lo que es la Navidad? ¿Lo que significa la Navidad?

-Si. He visto a los criollos matar chanchos, ovejas y hasta vacas para comer bien y macharse en la noche. Fuimos a curiosear muchas veces esas fiestas. Todos se desean felicidad y felicidad. Dicen que esa noche nace un changuito que los viene a salvar; pero nunca lo pude ver. ¿De quien los tiene que salvar el pobre chico?

Miré hacia el horizonte donde se incendiaba en púrpura el atardecer bajo la callada y luminosa vigilancia del lucero vespertino. Me sorprendieron las palabras de Sinaj, pero también me alegraron. Empezaban a borrarse las huellas de aquel equívoco originado hace quinientos años y yo no era quien para producir un nuevo error violentando creencias en la amplia diversidad cultural de nuestra nación.

-Escucha amigo Sinaj. Así como dentro de tus creencias se encuentra Towaj quien se atrevió a retar a los dioses y sacar el dorado, el pez prohibido, de las entrañas del yuchán. Resultando a partir de ese momento todas las tareas más pesadas y difíciles para los wichís, como cazar y pescar. Nuestro Towaj se llamó Adán y a partir de él, venimos en un camino de pecado, por lo que nuestro dios, nos mandó su hijo hace muchos años para salvarnos de nuestros pecados. Ese es el changuito que tú dices que nace esta noche. Pero no nace, sino que nosotros lo recordamos así. De todas maneras no te hagas problemas si no entiendes bien esta historia. Muchos criollos ni siquiera la entienden.

- Jajaja ¿No la entienden no?

-No Sinaj, no la entienden.

Me imaginé que en el panteón de los dioses Towaj le invitaba el dorado a Jesús y éste los multiplicaba para que mil veces más nos equivoquemos en la tierra. Equivocarnos para aprender, para crecer. De eso se trata y no se si yo lo entendía.

 

[Marcelo Rubén Agüero Urquiza]

El presente es para participar en el CONCURSO DE CUENTOS "MANUEL DÍAZ RODRÍGUEZ"