Una vez intenté pertenecer a una Asociación de Escritores.
El humano siempre busca reunirse, en primera instancia, con los de su grey. Es una cuestión atávica.
En la medida que me fue posible, cumplí los requisitos requeridos por los estatutos de la Asociación a la que pensaba afiliarme, que eran muchos. Entre ellos, una carta de solicitud "presentando mis avales para ingresar a la Asociación". Hice la mencionada carta, de la que le citaré algunos párrafos: "...sólo puedo decirles en mi descargo, que durante muchos años he pretendido ejercer el viejo oficio de poeta. Son cosas de la vida, que me han llevado a veces a servir de expresión del sentir de la gente -especie de juglar de sentimientos-, y en esa forma, uno que otro, en algún momento me han llamado por el nombre de poeta."
"...pero una vez, un día, alguien me preguntó si yo tenía certificado de poeta, y donde lo había obtenido... todavía no respondo a tal pregunta. Mas, esa pregunta me hizo cavilar y nacer en mi otra interrogante... ¿Los poetas nacen... o se hacen? Y más aún, a veces me pregunto: ¿qué diferencias hay entre un poeta y un hacedor de versos? , ¿y quiénes y cómo hacen para diferenciar a unos de otros? Solamente preguntas; oigo mi voz que hace muchas preguntas, y no les doy respuestas. Esas respuestas sólo pueden darlas con acierto y sapiencia los poetas consagrados, estudiosos de la literatura y la gramática..."
Al final, transcurridos varios meses obtuve una respuesta de la Directiva de la Asociación de Escritores: Solicitud negada. Inténtelo el próximo año...
Así que, no soy un poeta titulado.
Oigamos las palabras de un poeta, músico y escritor: "La poesía es algo que anda por las calles. Que se mueve, que pasa a nuestro lado." Estas breves y sabias palabras las pronunció el poeta Federico García Lorca, al explicar el misterio de las cosas y el contenido poético de los objetos humanos que circundan el mundo de un poeta.
Inmerso en este mundo de vivencias e imágenes, es difícil escapar hacia un mundo utópico y ajeno a las realidades del mundo cotidiano y de su gente; yo no puedo escapar de este mundo lleno de vida y poesía.
El nombre, Carlos, es el nombre casual que me dio el calendario. Nací el día de San Carlos, y ajustado a la costumbre de la época, pues Carlos me debían poner por nombre. Y doy gracias al Señor por no haber nacido el día de San Pascual Bailón, o algún otro Santo cuyo nombre yo no hubiese querido compartir, y hoy tendría que cargar a cuestas, como una cruz.
El mismo calendario se encargó, mucho tiempo después, de cambiarme el nombre. Eso sucedió hace algunos años...
El almanaque
hoy me dio un nuevo nombre:
¡Sexagenario!
Así las cosas, poetas, voy quedando como la esfinge sin misterios: No soy poeta; soy un hacedor de versos. No vivo en las Antípodas... Tampoco soy filósofo, ni periodista, ni epistemólogo, ni un gran escritor.
Sé quien soy, y lo acepto sin agravio. Disfruto al escribir prosa. Me agrada escribir versos de todo género. No tengo lo que llaman "un lenguaje poético propio", lo que me convierte en un poeta popular, que habla con voz ajena, y pretende expresar la voz del pueblo.
Considero a la poesía como un todo. Poesía es una oda de Píndaro, un poema de Safo, una décima real, un soneto clásico, un poema de versos blancos; e igualmente considero poesía, la poesía sin métrica ni rima con la que saben expresarse, más allá del contenido de la palabra impresa, los actuales poetas que cultivan tal género.
Ninguno de los géneros poéticos es "bueno" o es "malo". Un soneto que tenga la rima y la medida, a más de eso, debe llevar un mensaje que trascienda, para ser un soneto. Si no hay contenido, se convierte tan sólo en un esquema.
Un moderno poema sin métrica ni rima, debe sembrar en tu espíritu la inquietud o la duda, dejarte cavilando, cabalgando los versos y enlazando los sentimientos y los mensajes que ha dejado el poeta, ocultos o diseminados entre la letra y las ideas. Si el poeta se expresa con un lenguaje personal -tan personal y propio que sólo él lo entiende-, se oscurece el poema y se convierte en palabras confusas, inertes, sin destino. Es difícil escribir esta moderna poesía.
Esa es mi forma de ver la poesía: Todos los géneros poéticos son hermosos, y al igual que las rosas, necesitan dedicación en su cultivo, para lograr el resultado deseado.
Para celebrar el milenio, mi hermana Oceanía Oraá y yo publicamos un libro de poesía Haiku, el cual titulamos "En la montaña". En la Feria del Libro de Valencia (Venazuela), año 2000. Algunos poetas locales me preguntaron con reiterada
insistencia: ¿Por qué escribe una poesía de estilo tan antiguo?
-En lo que a mi respecta -les respondí-, estos poemas son sencillos. Se ajustan a mi capacidad como poeta. Soy un poeta sencillo.
¿Por qué no escribe poesía moderna, de avanzada, de vanguardia?
-Tal vez aprenda, poetas -contesté-, por los momentos, escribo con los estilos clásicos que conozco.
A la crítica la he tomado siempre como un instrumento de perfección.
La considero como un elemento constructivo. Si alguien me critica, ¡Qué bien! Una vez analizada la crítica, la convierto en buril, la hago un instrumento que me sirva para darle un mejor acabado y perfección a mis futuras obras. Pero sé diferenciar entre la crítica y la diatriba.
Ante tal insistencia, esa noche, al llegar a casa, les dediqué a ese específico grupo de sesudos poetas "de vanguardia" valencianos, un poema titulado: "Cómo escribir un poema vanguardista."
Me despido, anexándole a este correo el poema que les dediqué, en buena armonía y con mucho humor, a ese pequeño grupo de colegas poetas valencianos.
Espero que lo disfruten, poetas.
Carlos Oraá
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Cómo escribir un poema vanguardista
He escrito versos con ritmo y armonía
–los clásicos latinos y los griegos–
medir con pie silábico, fue un juego,
escribí versos de cuaderna vía;
después, todo cambió, y vino luego
la rima –ya vocal, o consonante–
y rimé... conservando la armonía
que el griego y el latino usaban antes.
Yambo, coriambo, baquio o anapesto
y todo lo demás... después de esto,
pareados y tercetos y cuartetos
décimas, serventesios, redondillas,
décima real, alejandrinos, lira;
y he escrito ya montones de cuartillas
–romances, sonetillos y sonetos–
donde llora el amor, gime y suspira.
Pero el tiempo pasó... y ahora, siento
que estoy fuera de tono y de concierto...
la tendencia poética moderna
va lejos de mi alcance y de mi vista;
me siento irrealizado e incompleto:
¡No sé escribir poemas vanguardistas!
...hoy, van a presentar unas revistas
filósofos, poetas y escritores.
Voy a indagar con Sabios y Doctores
cómo escribir poemas vanguardistas.
(1)
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Le pregunté si existe alguna forma,
al poeta Rivero –muy nombrado–,
que sé yo... una medida u horma
de cómo hacer un verso vanguardista
que sea elegante, pulcro y bien planchado.
... Pensó y dijo: –“Tal vez... tal vez exista...”
Rato después, volvió. Traía en sus manos
una revista y dijo: –“Lea, paisano.”
Yo me quedé ojeando la revista...
de repente una hoja, manuscrita
con fórmulas y versos iba escrita,
y comenzaba así
el título: “Si estás a retaguardia,
¡aprende a ser poeta de vanguardia!”
¡Claro que sí!,
¡ser un poeta vanguardista quiero!
Y en esta forma –por demás pragmática–
la fórmula me dio Adhely Rivero.
“Primero aplicas
esta ecuación verbal, y la masticas
con esta otra ecuación de matemática;
lo demás, compañero
te lo dará la práctica...
tiempo, forma y momento
de reubicar los versos.
Y lo que sobre
–signos de puntuación, u otra minucia–
los borras y ya está la cosa lista:
Fórmula, borrador, y algo de astucia...
¡Y serás un poeta vanguardista!”
(2)
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A ver... aplico
la ecuación y el detalle.
Luego, explico...
Escribiré unas frases... cualesquiera
que vengan a mi mente de primeras:
“Se detuvo el reloj; perdí la hora de agarrar el autobús...”
“A pie, todo el camino, llevando más sol que una teja; el sol
me quema a las 12. Mediodía, y ni una nube. Ni una nube...”
Y procedo tal cual
con el paso primero:
Mastico y pongo la ecuación verbal,
la misma que me dio Adhely Rivero;
y obtengo ya la frase segmentada...
procedo a numerarla: la numero.
Y al aplicarle la ecuación citada
obtengo lo que quiero...
Se detuvo el reloj ; perdí la hora de agarrar el autobús...
1 2 3 4 5 6 7 8 9
A pie , todo el camino , llevando más sol que una teja ; el sol
10 11 12 13 14 15 16 17 18 19
me quema a las 12. Mediodía , y ni una nube. Ni
20 21 22 23 24 25 26 27
una nube.
28
(3)
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Aplico la ecuación: voy despejando...
la incógnita final, se va aclarando.
Y este es el resultado
de aplicar a segmentos de gramática
la secreta ecuación de matemática...
¡ya veremos que tal nos ha quedado!
5-6-23
16-18
4-5
12
22
23-3
24-19
1
27-2
25-8-9
4-17
10
13-11
21-6-14
20
7-15
28
26
(4)
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Balanceo la ecuación. Hago una lista
de número a segmento de palabra;
y en menos que se dice Abracadabra,
me convierto en poeta vanguardista.
5-6-23 Hora de mediodía.
16-18 Que teja
4-5 la hora
12 el camino.
22 Las doce.
23-3 Mediodía perdí
24-19 y el sol
1 se detuvo
27-2 Ni el reloj
25-8-9 ni el autobús...
4-17 La una.
10 A pie
13-11 llevando todo
21-6-14 además
20 me quema
7-15 agarrar sol
28 Una nube...
26 una nube.
(5)
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Ya ves, que bien salió;
a una frase cualquiera
le aplico la ecuación que se me dio
y resulta un poema.
Éste, que es el primero que ejecuto
habrá quien diga que salió “chucuto”.
Cuando adquiera destreza
y haga flexible al verso, como goma,
les hago la promesa
que tendrán armonía y belleza
y no me va a sobrar, ¡pues ni una coma!
¿Esperas, con detalle, que te explique
la ecuación?... ¡No!, ¡es fórmula secreta!,
imposible ha de ser que la publique...
¡tan sólo la conocen los poetas!
Carlos Oráa
Valencia, 23/07/ 2002
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