A DONDE
¿A dónde fue a parar
esta alegría que tengo,
esta cara de me voy para cine,
este lucir zapatos nuevos ?
¿Qué se hizo
toda esta alegría,
este amanecer que nos entrega vivos,
este día abrazo, cálido, sincero?
¿Qué fue
de todas estas sonrisas
clavadas en el pecho,
de este sol en las mejillas,
de esta satisfacción de almuerzo?
¿Qué de toda esta alegría
que ya no sorprende
como cualquier recuerdo?.
LA PAZ RAQUEL
Hoy compré
la paz de un sólo día
y estoy tan ancho,
tan pleno, tan ligero,
que la luz ondula
en la mirada,
se place en mi cuerpo.
Hoy compré
la paz en una esquina
(¡LOTERO!)
y este gris
que traía desde lejos,
se esfumó así
de un sólo tajo
y perdí la esperanza
que tenía de morirnos
y perdí el temor
al negocio de los féretros.
Tengo tanta plata, Raquel
que compré la parálisis de Juana,
las frustraciones de Roberto,
y tu hijo
no volverá a beber
la fatiga y la tristeza
antes que los juegos.
Por Dios, tengo tanta plata,
que olvidé esta paz color violeta,
la misma que adormece
en la anemia de tu hermana,
la misma sorda y muda
al hambre de don Pedro.
La misma Raquel , la misma
que escribe PAX así cruzada,
con sangre, dominio, armisticio.
Hoy compré
la paz de un sólo día
para que la paz,
así, con ZETA,
con los brazos bien abiertos,
divague por la piel,
cosquillee por el cuerpo.
APUNTO
Portarse bien,
quiere usted decirme
¿qué es eso?
Dedos INRICES
dedos
dedos
a punto de curvarse,
a punto de soltar la carne
que regurgita adentro.
¡Ojos! ¡Muchos ojos!
Videntes de baldosas
francoS tiradoreS
miras a punto
de cruzar los sueños.
¡Quédate quieto!
Pero es ahí donde Hades usa
el manual del tiempo,
pero es ahí donde la muerte baila
el tic TAC del cuerpo.
Porque el Edén jamás fue estanque;
sino río que discurre, movimiento.
LA LLAVE
La llave de la puerta de mi casa
tiene los dientes gastados, casi ausentes,
un pálido rostro trasnochado
y un ojo redondamente triste
que me mira con la ternura arrugada de mi madre.
Yo la llevo colgada de una oreja,
ceñida al pantalón, de nariguera;
salto la tapia del patio de Feliza
trepo como gato a los tejados
a tapar las goteras que humedecen
sus párpados de esperma cuando duerme;
la hago bailar sobre una teja,
señalar mi número de suerte,
así no más sea para salir de vez en cuando
a especular con las féminas caderas
erotizados de tedio por las calles.
Yo la llevo siempre cerca,
ternura arrugadamente triste,
pues en ese más acá que nos buscamos
el infinito es una puerta que se pierde.
Llevo la llave siempre mía,
hasta el día en que la puerta de mi casa
se abra hacia el asombro de la muerte.
NO VAYA USTED
No vaya usted a creer
que el hígado me duele
por esa boca suya esquiva,
por esas suyas manos tan distantes,
por el filo de ese suyo “no me importa“
que rasgó las cortinas de mi casa
para que mis ojos salgan a buscarle.
No vaya usted a creer
que por esa caricia suya tan pensada,
por esa sed que usted se traga,
se pueda importunar mi vida
de gratuito y fino amante,
tan dardo en los propósitos,
tan abiertos a los dados de la noche.
No vaya usted a creer,
así, no más, que usted,
pueda importunar mi joven hígado
con esa su sonrisa alegre y clara,
con esos suyos gestos como el traje,
con esa rosa seducción,
suya flor en que se esconde.
No vaya usted a creer
que por este amor espina,
-relámpago sin noche-
guarde algún recelo,
prepare algún vinagre;
ni vaya usted a pensar
que al menos hoy, pudiera odiarle.
Derechos reservados de autor