I
Tengo por costumbre
andar con coraza
varios días
semanas
el ropaje interno
también se elige
ciñe demasiado
no deja respirar
una decide
qué ponerse
a cada segundo
una siempre decide
pero, eso de usar
—por dentro—
la misma vestidura
cansa
enloquece
duelen
las costuras
lastiman
los nudos encubiertos
tapo
las partes descocidas
con cualquier cosa
me enfrento con
los cierres
al no poder ocultar
los dientes de perro
los botones
parecen forúnculos
a punto de reventar
II
siempre elijo
a pesar de saber que
—como dicen—
la única
responsable
es una misma
no entiendo
esa terquedad mía
de vestirme
por dentro
con atuendos que
sujetan demasiado
y no permiten
tomar aire
III
pasar la yema
de los dedos
sobre la tela
como si fuera
piel a estrenar
percibir
la incompatibilidad
notar la diferencia
entre gasa fría y nailon
imaginar el cuerpo
abrazado por esa trama
sentir como
rodean
las caderas
los senos
no va con mi silueta
el corte princesa
o el talle bajo
y abajo
el talle de princesa
es una ilusión
buscar la imagen
a ponerme
para cubrir
las sombras
propias y las
adquiridas
odiar el "salvavidas"
que me circunda
y tantas veces
me salvó de hundirme
IV
medirme el modelo
una y otra vez
analizar los pliegues
ver si las pinzas
del busto mienten
aumentando
lo poco que se tiene
para que estén
al alcance
de las miradas
recorrer con la vista
el ruedo
que deja ver
las rodillas:
muletas que sostienen
mi mundo
y, por último
elegir mentalmente
los zapatos
hacer la guerra
de los colores
con rabia
porque
el número
se vuelve búmeran
y se clava
en el esternón
ya que
no es lo mismo
calzar 35 que 40
y menos
la lágrima de tener
por altura 1,60 cm
V
permitirme ostentar
una mirada redentora
desechar esa
palabra cómplice
de la desdicha
negarme a
inventar fracasos
en los relojes
de la sangre
con las manos
acariciar la cintura
y sonreír
porque una sabe que
en la penumbra
del cuarto
ni la vestimenta
ni el calzado
tienen importancia
obedecer
el orden de la vida
y entregarle
al amor
el fuego del cuerpo
y como trueque
necesario
acordamos
mutuamente,
ensamblarnos,
ser la carne misma
¿o la misma carne?
¡es lo mismo!
escribir
en el goce:
lírica perfecta
ese instante
de gloria
y comprender que,
sólo le corresponde
al corazón
descubrir
el paraíso
entre las piernas
las mujeres
siempre elegimos…
¡siempre elegimos!
¿siempre elegimos?
Beatriz Teresa Bustos
San Francisco Córdoba Argentina
del libro Racimos (en edición)
Etiquetas:
Precioso poema, gracias por participar
Beatriz, una manera muy particular de ver la imagen. Me gustado. Gracias por tu participacion.
INTERESANTE Y PROFUNDO POEMA QUE SUGIERE MUCHAS COSAS.
ME ENCANTÓ.
GRACIAS POR ESTAR AQUÍ.
RED DE INTELECTUALES, DEDICADOS A LA LITERATURA Y EL ARTE. DESDE VENEZUELA, FUENTE DE INTELECTUALES, ARTISTAS Y POETAS, PARA EL MUNDO
Ando revisando cada texto para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.
Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.
http://organizacionmundialdeescritores.ning.com/
CUADRO DE HONOR
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