Eterno abril
- Otra historia de amor -
Nos recuerdo en la playa. Imposible pensarnos distinto. Un lugar para amar en silencio. Noches de sexo intenso, desesperado, como para recuperar tiempo perdido. Loca libertad, de casados durante veinte años, dos seres infelices, que descubrieron el amor, en medio de sus matrimonios en ruinas. Juntos, revelábamos un mundo dulce, delicado, viviente, un lugar diferente y distante, ajeno a todos los males, cada vez que tomados de la mano, recorríamos la costa y a veces abrazados, sentados en la arena, mirábamos el cielo y las estrellas en el mar. En ese tiempo, éramos soberanos de nuestros cuerpos entrelazados, amándose furiosamente, felices y auténticos, corazones que palpitaban, sintiendo el amor como en realidad es. Amor, esa palabra que creíamos entender, en el desastre de nuestra existencia, no la habíamos conocido, tan real, tan bella, tan significante, hasta ese momento. Aprendí a conocer su cuerpo con mis manos, en toda su inmensidad, aquí y allá, con mi vientre su vientre y con mis piernas sus piernas. La abracé, cada segundo que la tuve entre mis manos. Podíamos confesar, que nos teníamos el uno al otro y no necesitábamos, de nada más. Nos contábamos nuestros sueños habidos, en esas noches, extraídos de nuestras noches más profundas. Ambos, con nuestros secretos y verdades. Pero aquella relación tan intensa, se cortó de bruscamente, sumiéndose en una etérea oscuridad. Porque encallo, en aquel domingo fatídico, de calle sin sol, vestido de tristeza y zinc, casi al finalizar al mediodía, mi programa de radio. radio.
Cuando me dijeron de qué se trataba su enfermedad, todo comenzó a desmoronarse lentamente. No quería ir a la empresa, el trabajo era una rutina que me hacía pensar en ella. Me parecía que la vería aparecer, impetuosa, vital, arrolladora, hablando alto, contando sus historias y riendo, al abrirse cualquier puerta, en esas ocho horas de oficina, en que solíamos trabajar juntos. Quince días fueron sin verla, sin escucharla, sin poder acercarme a ella, pues su familia la rodeaba, cuando sobrevino inesperada la llamada y me conmociono su voz.
- José. Te ruego. No te quedes solo. Busca a otra. Yenia ya no es la misma. La que conociste ya no existe, esta tiene veinte años más.
Ambos teníamos cuarenta y nueve. Ambos de abril. Yo entendía, que al decirme aquello su dolor era intenso y, ella entendía que mi mayor dolor seria perderla. Intente pretextar.
- Nunca has entendido, que yo amo a Yenia por Yenia. Que amores hay muchos, pero el gran amor es único.
- ... Aaaaaaah…Mi amor. Te pido. No llames, mandes mensajes o vengas. En el Sanatorio, no estoy sola. Él, se ha instalado aquí. No sé para qué, porque pasa sentado, viendo la tevé y a la noche se va. Tengo en mi mano, el rosario de pétalos de rosa que me mandaste por medio de Elena. Pero…ya está.
Comprendí entonces, que escuchaba a la muerte, canturreando su triste melodía, sin una pizca de arte, que se apagaría conjuntamente con una vida, horas después.
Fue el último deseo, que arrojaran sus cenizas al agua, en la playa. Al menos, puedo visitarla cada vez que voy, y pensarla una y otra vez. Hasta hay días, en los cuales, el rio me trae una brisa que corre por mi rostro y, me sabe a ella. Entonces, mi llanto es acallado, por unos brazos llenos de ternura. Una mirada al cielo, me descubre en orfandad, pero enamorado. El gran amor. La gran desilusión, que ni siquiera estalla en furia. Solo existe la verdad, del afuera y el adentro que sufren. En ese momento, horizonte, mar y cielo se abrazan y en la playa se duermen. La playa monótona, donde ya, no se dibujan sueños.
El tiempo se hace enorme, la soledad se instala y, en mis noches madrugadas insomnes, cuando se escapa de mis manos, al intentar atraparla en los sueños, me siento frente al teléfono, aguardando escuchar su voz, tramar encuentros sin sentido, buscarla sin encontrarla en las noches de abril, quedando el beso abatido, desprovisto de esperanza. Desde que se fue lejos, el amor para mí, es como morir cada día, mil veces.
“En Memoria de Yenia”
Josè Lissidini Sànchez
Uruguay
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Tierna historia de amor, si la has vivido, tienes la esperanza de encontrar la paz exponiendo tus sentimientos a Jesús. Él mandará palabras de tus amigos que llenarán tu alma de consuelo.
MUCHAS GRACIAS MIGUEL. ABRAZO.
INTERESANTE RELATO
MUCHAS GRACIAS MILAGROS. SALUDOS AFECTUOSOS.
RED DE INTELECTUALES, DEDICADOS A LA LITERATURA Y EL ARTE. DESDE VENEZUELA, FUENTE DE INTELECTUALES, ARTISTAS Y POETAS, PARA EL MUNDO
Ando revisando cada texto para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.
Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.
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