LA DEGRADACION DE LA PALABRA

[Vilma Lilia Osella]

LA DEGRADACION DE LA PALABRA

La palabra es el símbolo comunicacional más importante de los hombres, y el modelo a seguir en todas las relaciones.

Involucra en sí una gran responsabilidad y contiene importantes valores y sentimientos personales que se incorporan a ella en el transcurso del relato.

La palabra es un don, que debe ejercerse y practicarse con mesura ya que como se sabe, nada se pierde todo se transforma, y nuestras palabras quedan en nosotros, en los demás, en el universo y en el tiempo para ser escuchadas y releídas por sucesivas generaciones.

Pretender que se puede hablar siempre, de lo que se desea, y en toda ocasión es un contrasentido existencial y un grave desconocimiento de la connotación y de la denotación de las palabras.

¿Siempre hay que hablar? ¿la palabra depende de mi criterio únicamente?

Recuerdo el libro de Job, después de la suma de desgracias que le habían acaecido, cuenta la Escritura que los pocos amigos que le quedaban " se sentaron junto a él y permanecieron en silencio porque su dolor era muy grande".

¿Es la palabra y compartir en silencio los sentimientos de quien padece dolor nuestra responsabilidad?

Debo hablar, o debo callar, poner la mano sobre el hombro del dolido, y acompañarlo sencilla y honestamente en su dolor.

Pero para ello, debo contar con una gran dosis de humildad, de honestidad, de responsabilidad, y creyendo que lo que debo dar es el sentimiento de amor, de amistad, de consuelo y  hermandad al que sufre, y que debo aprender de su dolor, y de cómo encara, libera y resuelve el sufrimiento personal.

Porque si pretendo hablar, explicar, imponer mi opinión ante el hecho del sufrimiento ajeno, estoy degradando la palabra, denota no una comunicación, sino una introspección.

Estoy hablando para mi ego, para mí mismo, para satisfacer mis vanidades y lavar mis culpas, para distorsionar el sentido del dolor y ponerme en el centro de la escena, como si no fuera el hecho doloroso el que debe verse como causante de la situación, sino mi intervención, mi posición y los dichos de mi palabra, que creo esclarecedora, verdadera y única opinable.

Toda palabra que lleva consigo el rasgo de omnipotencia, de omnisciencia, de verdad absoluta, dicha por un ser que no tiene los atributos de la divinidad, es errada y  grosera.

La palabra religiosa, siempre es una cita, no es la palabra del que habla, sino de quien envía al mensajero para que hable en su nombre, quedando despojada de la omnipotencia del hablante, que podrá ser un profeta, un enviado o la voz de…

Es importante y determina el grado de responsabilidad personal, cuando hablar y cuando guardar silencio.

Porque el silencio también puede ser agraviante, cuando opera ante la demanda del otro, que se ignora, se ningunea o no se tiene en cuenta, y se manifiesta como la negación a la demanda, porque no se la registra, o porque no me importa.

Cual es la clave, como saber lo que hay que hacer.

Hay una frase de Agustín que lo define y lo señala: ama y has lo que quieras.

Si en realidad amamos, si nuestro comportamiento está guiado por el amor, total, desinteresado, sin vueltas y sin medidas, todo lo que hagamos, cualquier cosa que fuera será buena, ordenada, útil y eficaz para nosotros y para nuestro semejantes, en especial para aquellos que esperan de nosotros una respuesta adecuado, en palabras o en silencio, de aquello que debemos dar.

Desde ésa óptica de quien está dispuesto a aprender, y acompañar y confortar al semejante, debe entenderse el silencio como una expresión suprema y sublime de la comunicación humana.

 

Elías D. Galati

 

[Marita Ragozza de Mandrini]

Generosa como siempre, Vilma. Encuentras alguna luz y no la colocas bajo la mesa. Gracias por compartir este maravilloso escrito, que nos demuestra el valor de la palabra, su responsabilidad y  con citas magistrales.

Ojalá sea leído y comentado. Guardado y atesorado.El autor, Elías Galati es un excelente y virtuoso pensador.

[Vilma Lilia Osella]

ASÍ ES MARITA. ES UN GUSTO COMPARTIR LOS PENSAMIENTOS DE ELÍAS.

VILMA LILIA