Siento en mi alma la dulce sensación de quererte;
Y es como recorrer el mundo esta noche estrellada
en que me siento, bajo la luz de la luna a pensarte.
Queriendo tomar por sorpresa al tiempo que la repito una y otra vez:
”Dejad que este momento sea solo para pensarlo en ella
aunque su sonrisa de niña no esté junto a mí…”
Còmo quisiera, que estuvieras aquí con migo, esta noche,
ahuyentando el rumor del viento que se quiebra entre los árboles,
para que no me duela tanto tu ausencia infinita;
Pues no hay mas melancolía, que la de no tenerte.
La noche encanta a las lejanas amarguras
y las trae a mí, como un regazo de sensibilidad y tristeza
donde me pierdo buscando tu mirada angelical
y solo encuentro el fondo vacío de esta soledad.
Amor, cómo hacer que esta noche sea menos dolorosa,
cómo, si en cada esquina de mi camino, repito tu nombre
y el eco triste de mi voz estremece al mismo silencio
de la noche, que me responde, esta triste despedida:
”Marchaos de mí que tu ángel no está aquí…”
Aún siento que estas aquí, besándome bajo la luna,
y mi vos se vuelve dulce y arrulla tu oído,
y te tengo para siempre en mis brazos dulce amor mío.
Pero puedo hablarte y quizá tú no me escuchas,
o, de repente me escuchas y tu no vienes…
Es tan triste esta noche porque tú no estás aquí,
para cambiar este momento por una eternidad feliz;
Para cambiar mi tristeza por un poema de amor
que divaga taciturno en el espacio azul.
La noche resbala su sueño en una fría lluvia
y me duele más esta lejanía;
Me asusta el nuevo amanecer sin ti,
cuando el rocío cae lentamente al pasto,
donde tu recuerdo desnuda mi tristeza
y un sueño anhela tenerte para siempre junto a mí.
Y aunque el tiempo quizá nunca podrá entender mi esmero;
Tú estarás ausente y quizá nunca sabrás, cuánto te quise.
Y si en tus oídos se deleitan mis palabras aquí derramadas,
sabrás que nunca pude ocultar mi amor… ¡cómo te amé!.
Y si estoy muerto ya, acuérdate de mi tumba solitaria;
Pero si por casual, existo aún, ven a mí, mis brazos te esperarán,
y eternamente una voz escucharás que día a día te repite:
¡Te amo vida mía!.
Jorge Cordova Ch.
Piura - Perù