EL SOL ENAMORADO DE LA TIERRA

[Miguel Enrique Murrugarra Angulo]

EL SOL ENAMORADO DE LA TIERRA

 

El Padre Sol abrió sus refulgentes ojos y deslizó su candente mirada alrededor del universo, un bostezo acabó con miríadas de aerolitos que hasta el momento habían logrado mantenerse a prudente distancia del gigante. De pronto, sus ojos se fijaron en un astro azul que junto a otros rodeaban sus dominios y curioso, envió ángeles de fuego a investigar aquella criatura que como él, formaba parte de la creación del vasto universo. Al fin y al cabo, Dios no le había prohibido que hiciera algo que le obligue a desistir de esta ocurrencia.

 

Tiempo indefinido después, el jefe de los mensajeros le hizo conocer que aquel globo celeste estaba conformado por un espacio seco totalmente rodeado de agua y con palpitaciones en su vientre. La observación llenó de curiosidad al astro Rey y todos sus despertares le hacían fisgar indiscretamente a la Tierra, luego se dio cuenta que ella había notado su interés y sintiéndose avergonzada, volteaba el rostro para que él, no la viera. Vano intento, el rey del sistema ordenó a sus súbditos de más confianza que creasen y coloquen un espejo de tal manera que pudiera reflejar el bello y oculto rostro de su amada (años después, a este nuevo astro, Dios le puso como nombre, Luna).  Este interés era observado podríamos decir, día a día, por el Creador, su Unigénito y todos los ángeles del cielo; quienes muy conmovidos aprobaron este sentimiento nuevo e inconfundible como un gran signo de amor.

 

El enternecido Sol enviaba día a día, ardientes rayos de fuego para acariciar los sitios más recónditos de la Tierra y comprobando que era correspondido, en un maravilloso amanecer le declaró su amor que fue correspondido; ansioso el poderoso astro de mostrarle sus desbocados sentimientos, le envió un potente rayo de calor que envolvió el planeta entero. Esta fuente de energía acondicionó los elementos químicos que se almacenaban en el agua y la tierra seca, así se logró el primer milagro: la fertilización del océano y aparición de vida como consecuencia de la energía termodinámica. Ello fue bueno para los ojos de Dios y de todos los ángeles del cielo que luego decidieron tomar parte en el evento y cada uno de ellos, creó su propia criatura, a las que con el correr del tiempo las fueron transformando y así se crearon nuevos seres que ocuparon el océano, la faz y entrañas de la tierra, así como también los aires aledaños a ella. La creación divina siguió evolucionando, hubo una colaboración entre la producción marina y la terrestre, entre animales y plantas, los primeros se alimentaron de los vegetales y estos fueron polinizados por animales, la vida se dio la mano como producto de la creación que a su vez fue producto del amor. Cada quien intentaba hacerlo mejor y poco a poco, los mamíferos fueron adquiriendo supremacía sobre los demás seres vivientes.

 

En esta pugna de millones de años, el ángel preferido de Dios, Luzbel, creó a los primates dotándolos de inteligencia progresiva y estos fueron adquiriendo supremacía sobre los otros (como todos los mamíferos, fueron hermafroditas al principio y luego separaron sus géneros). Dios tampoco fue ajeno a este juego y concibió la máxima criatura a quien puso como nombre Adán y lo puso en un lugar predilecto del cielo: El Edén. Posteriormente, el eterno Creador, observó que los ángeles se ufanaban en que sus criaturas fueran mejores que las otras y consideró poner punto final a lo que se estaba convirtiendo en contienda y ordenó que se dejara continuar a la naturaleza sin ninguna clase de intervención divina. Luzbel se sintió ofendido y convenciendo a muchos ángeles se revelaron contra esta ley; por ello, le fue quitada su autoridad sobre los ejércitos celestiales. Empero, utilizando su poder de convicción, logró que la ya por entonces pareja creada por Dios, desobedeciera al Creador y por ello, estos fueron expulsados del Edén y puestos sobre la faz de la tierra donde ejercieron supremacía sobre los demás seres. Los descendientes de Adán y Eva, se mezclaron con las mujeres terrestres (creación de Luzbel) y desde entonces, la maldad o pecado es inherente a los humanos. Los ángeles rebeldes habían dotado a sus mascotas de características de defensa y ataque para que tengan predominio sobre las otras y crearon seres fuertes y letales como los dinosaurios en la tierra, los tiburones en el océano, las fieras y los reptiles voladores en el cielo. También crearon y siguen creando criaturas pequeñas y diminutas como la serpiente, los microbios y los virus malignos que hieren al hombre y causan dolor a los ángeles buenos y sus creaciones. 

 

El Padre Sol enfureció porque aquello que él empezó con amor, se transformó en maldad y atacó a todo lo malo creado por la bestia; con su gran energía produjo cataclismos que exterminaron a los grandes monstruos prehistóricos, pero el demonio, valiéndose de su argucia, había logrado embaucar a los humanos y diseminar la semilla de maldad en su ADN; desde entonces, el hombre, lleva la malevolencia connatural y se vale de élla para destruír el amor en la tierra sin que el Creador pueda intervenir puesto que Él mismo así lo había dispuesto anteriormente.    

       

Desde entonces, Dios y los ángeles continúan entreteniéndose viendo la evolución que la energía creada por el Sol efectúa en los seres vivos y también, la creación que la inteligencia humana realiza, igualmente observan que la inmoralidad y perversidad de lo creado aumenta día a día y como el Sol, de tiempo en tiempo, destruye parte de la tierra con la vida que le corresponde; sin embargo, Jesús, el Hijo de Dios, decidido a salvar la creación de la destrucción total por ese gran amor que es propio de su ser y con el aval de su Padre, se hizo hombre para conocer el por qué ésta actitud humana y así logró comprobar que ciertamente, los hombres nacen con la malignidad y por ello, allá en el Calvario, antes de elevar su alma al cielo se dirigió al Creador suplicándole: “Padre mío, perdónalos porque no saben lo que hacen”. A partir de este momento, ya el hombre tiene conocimiento que su salvación depende del amor que ponga en todos sus actos y con todo lo que le circunda: sus semejantes, la vida de los animales y la naturaleza que le rodea.

 

El Padre sol sigue queriendo a su amada tierra y sus hijos, pero sabe que no es eterno y a él también le llegará el aciago día de su muerte, pero ha  decidido que antes que ello suceda, acabará con su amada, porque no seguirá permitiendo que el ángel de la muerte siga haciéndola sufrir junto a sus criaturas, pero allí vendrá Jesús y ¡Sólo el amor, salvará a los justos! 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

[Miguel Enrique Murrugarra Angulo]

Soy yo quien tiene que agradecerles por permitirme compartir estas ideas que son parte de lo que creo es la realidad de la creación Divina, obviamente, quitándole aquello del enamoramiento entre los astros más comprometidos en la vida: el Sol y nuestra madre Tierra. 

[Antonio Oxté León]

Gracias Miguel Enrique

Por compartir tan bella historia, ésta es la que se cuenta entre los sacerdotes mayas de la península de Yucatán, ya que aseguran que Jesús caminó entre los mayas dejando esta historia de la creación del sol, luna y tierra, bendiciones. 

[Miguel Enrique Murrugarra Angulo]

Vuelven a sorprenderme los Mayas, labraron una piedra con la imagen de un cosmonauta conduciendo una nave y en la muñeca del mismo se aprecia claramente que usa reloj pulsera. Los últimos años de mi vida los paso estudiando la Biblia y he llegado a fantásticas conclusiones que seguramente me tildarían de loco; por ejemplo: Siempre he creído que Jesús visitó las más grandes civilizaciones pre hispánicas durante los años de su juventud hasta que tuvo que regresar a afrontar aquello a lo que vino: Saber en carne propia el por qué los hombres generalmente actuamos con maldad. Ahora, con el peso de los años, me doy cuenta que hay una fuerza que nos jala a actuar con amor, es la fuerza de Dios que nos necesita para la gran batalla final contra el mal.