Rubencito y Juanito, eran dos pececitos que eran muy amiguitos…
Apenas se encontraban, empezaban a planear aventuras, todos los habitantes del mar los cuidaban, pues sabían de lo mucho que trabajaban sus madres.
Ese día los dos se pusieron de acuerdo para visitar una barca abandonada que les llamaba poderosamente la atención.
Sus mamás se disponían a trabajar, no sin antes advertirles que no jugaran lejos de casa.
Ellos se miraron…pues ya tenían todo listo para salir ¡apenas ellas se fueran!
Rubencito-¡Vámonos amiguito, el día de hoy será inolvidable!
A lo lejos ya se divisaba el barco hundido…eso les lleno de euforia…
Juanito-¡viva que gran aventura!
Comenzaron a entrar y salir por las puertas, Rubencito entusiasmado entraba y salía por las redondas ventanas, pero eran muy pequeñas…cuando Juanito se unía a la algarabía de Rubencito… ¡se quedo atorado en la ventanilla!
¡Siempre te lo digo, Juanito! ¡No comas tanto! Trata de expulsar todo el aire para poder sacarte… aunque el pobre Juanito hacia grandes esfuerzos, no lograba adelgazar lo suficiente para salir.
Rubencito salió por ayuda…
¡Sr Delfín, mi amiguito se quedo atorado en una ventanilla de un viejo barco!
El pulpo Josué, que al llegar escucho la suplica del pececito, les dijo: hay que correr; ese barco es la casa del tiburón Simón, despreciable, odioso y bravucón, si encuentra al amiguito se lo comerá de un mordiscón.
Rubencito ¡Ay que desgracia, mi pobre amiguito! Y el que esta tan gordito…
Corramos a ayudarlo, comento el caballito de mar que se unió al equipo de salvación…
Mientras… ¡Dios mío que hambre! Ojala Rubencito llegue pronto.
En eso ve a lo lejos una figura que se aproxima y su corazoncito se le querían salir por la boca…
¡Es tiburón Simón! ¡Tengo que salir de aquí!
Trataba desesperadamente de desinflarse, llorando decía: si me sacas de esta Diosito… ¡te juro que no como tanto!
El tiburón Simón que no veía muy bien, pero tenia un magnifico olfato- ¿que olor es este? se me esta despertando el apetito.
¡Ay Sr Tiburón! No me coma de un mordiscón
¡Soy un pobre pececito que no saciaría su hambre!
Y ademas soy tan flaquito ¡que le produciría calambres!
Tiburón Simón- no me mientas pececito
Que para taponarte en la ventana
Debes estar bien gordito y comer a palanganas.
Juanito- ¡que mala suerte la mía! Ya me lo decía mi mami
¡Que un día la comida, terminaría por matarme! Buu buu buu…
Pero a toda velocidad ya venían sus amigos, quienes en su camino habían encontrado al calamar que también venia a ayudar,
Pinto de negro las aguas y en la confusión el tiburón golpeo con su nariz a Juancito, que aprovecho el empujoncito y salió disparado. Nado a toda velocidad hacia sus amigos.
Rubencito y Juanito se abrazaron llorando, ¡nunca mas vamos a desobedecer a nuestras mamás!
El que la paso muy mal fue el tiburón, pues el Delfín lo golpeo en su estomago muchas veces dejándolo sin aire, el pulpo casi lo asfixia con sus tentáculos.
Llorando le pidió a los otros animales marinos que lo perdonaran, que el cambiaria su mal carácter y se portaría amable con todos y así lo hizo
Los amiguitos jamás se alejaron de su casa sin un adulto que les hiciera compañía
¡Ah…se me olvidaba! Juanito empezó una dieta, claro hay veces que falla pero cuando lo hace se recuerda del mal momento que paso, sigue su régimen alimenticio y su rutina de ejercicios.
Los amiguitos se despiden de ti con esta recomendación
Obedece a tu mamá, no te alejes de tu casa
Puede ser que un tiburón
¡Quiera meterte en su panza!
AUTORA: ELENA LISETT PEREIRA CORDERO
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Ando revisando cada texto para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.
Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.
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