Día del Lector.
El 24 de agosto de 1899 nacía Jorge Luis Borges
Considerado uno de los eruditos más grandes del siglo XX, lo cual no impide que la lectura de sus escritos suscite momentos de viva emoción o de simple distracción. Ontologías fantásticas, genealogías sincrónicas, gramáticas utópicas, geografías novelescas, múltiples historias universales, bestiarios lógicos, silogismos ornitológicos, éticas narrativas, matemáticas imaginarias, thrillers teológicos, nostálgicas geometrías y recuerdos inventados son parte del inmenso paisaje que las obras de Borges ofrecen tanto a los estudiosos como al lector casual. Borges ofrece —a través de la perfección de su lenguaje, de sus conocimientos, del universalismo de sus ideas, de la originalidad de sus ficciones y de la belleza de su poesía— una obra que hace honor a la lengua española y la mente universal. Entre otros homenajes permanentes se estableció a su fecha de nacimiento como el día del lector.
". “Que otros se jacten de las páginas que han escrito, a mí me enorgullecen las que he leído” Jorge Luis Borges
Si el leer es uno de los mayores placeres del hombre, la tara de los bibliotecarios es un acto de amor, pues siempre han contribuido y aun lo hace hoy, a permitir que el lector sacie sus ansiedades y apetitos literarios, desde el simple acto de entregar un libro solicitado hasta el de acompañar al lector en la selección de la obra, además de ser el guardador y custodia de la prolífera obra literaria argentina y extranjera que se guardan en nuestras biblioteca.
Y como el bibliotecario suele ser un muy buen recomendador, nos tomamos el atrevimiento desde este escrito de recomendar, en este día, al lector el conocimiento y reconocimiento de un autor entrerriano, uno más entre tantos.
Manuel Gálvez
Manuel Gálvez fue uno de los escritores argentinos más traducidos y tres veces candidato al premio Nobel de Literatura. Nació en Paraná, Entre Ríos, el 18 de julio de 1882.Hijo de una antigua familia criolla (descendía del fundador de Santa Fe y Buenos Aires, Juan de Garay), acomodada y entregada a la política (su abuelo paterno, José Toribio de Gálvez, 1818-1874, había sido diputado de la Asamblea Constituyente de la provincia de Santa Fe), recibió una esmerada educación con los jesuitas en esta región, donde transcurrieron los años iniciales de su vida, y estudió Leyes en Buenos Aires, se doctoró con una tesis sobre la trata de blancas, aunque no quiso hacer carrera política ni entregarse a la abogacía. Fue narrador, poeta, ensayista, historiador y biógrafo. Tenía preocupaciones nacionalistas. Junto a Ricardo Rojas y Leopoldo Lugones, se comprometió con la denominada "reacción nacionalista" y su ideal nacionalista católico que culminaría en el golpe de Estado de 1930. Desde la prensa defendió la profesionalización del escritor y se convirtió en un activo promotor de empresas culturales. Tenía la intención de revitalizar la vida literaria y periodística del país. Publicó las primeras obras de varios autores jóvenes desde las empresas editoriales que llegó a dirigir y propagó sus méritos mediante la crítica literaria en sus artículos periodísticos. Sus obras tenían la pretensión de reflejar los aspectos de la historia reciente y de la sociedad contemporánea argentina. En 1903 fundó y dirigió con Ricardo Olivera la revista “Ideas”. Hizo por entonces su única aproximación a la lírica con dos libros, El enigma interior (Buenos Aires: [s.p.i.], 1907) y Sendero de humildad (Buenos Aires: Moen, 1909). Obtuvo Premio Municipal de Literatura de la Ciudad de Buenos Aires con Nacha Regules (1919) y el Nacional con El general Quiroga (1932). Acaso su novela más conocida sea El mal metafísico (1916), que pretende describir a su generación. Muy lograda es su novela El gaucho de los cerrillos. Como ensayista, si dejamos fuera sus innumerables artículos periodísticos, empezó con Informe sobre el paro forzoso (Buenos Aires: Alsina, 1913). En cuanto a la ideología nacionalista, tradicionalista, católica y derechista del autor, puede leerse por ejemplo un pasaje de su novela La maestra normal (1914):
“En el orden de la cultura el normalismo significaba el predominio de la enseñanza primaria sobre la universitaria, la muerte de los altos estudios, la desaparición de aquella aristocracia cultural que se llamó el humanismo. Con la invasión de los pedagogos y los primarios, verdaderos primarios, ya no se quería que el país tuviese sabios, escritores, artistas, filósofos, humanistas: sólo querían tener escueleros. ¡Escuelas y más escuelas! pedían los bárbaros en coro y combatían la creación de nuevas universidades. Lo que interesaba a los políticos, a los mediocres, al periodismo, era que todas las gentes del país supiesen leer: hasta el pobre arriero de la montaña, hasta el indio de ojota. ¡Enseñar a leer a gentes que no han de leer en su vida! ¿Para qué les servirá eso? En cambio les servirá que haya en su provincia algunos hombres de gran saber y talento. Estos harán construir caminos, puentes, contribuirán a mejorar las condiciones de la vida.”
Fue elegido académico de la Academia Argentina de Letras y miembro correspondiente de la Real Academia Española en 1928. Fundó la sección argentina del Pen Club en Buenos Aires y fue nominado para el premio Nobel de Literatura en los años 1933, 1934 y 1951. Dejó cincuenta y ocho libros publicados y diez inéditos. Falleció en Buenos Aires el 14 de noviembre de 1962.
Elías Almada
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Ando revisando cada texto para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.
Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.
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