San Martin y la Independencia del Perú
Cumplida la misión de Liberar a Chile, la independencia de este como la de Argentina, dependía de liberar al Perú, tarea nada fácil por la importancia y demandas de la campaña a realizar, como así también por la peculiar situación política militar Argentina.
RANCAGUA
En medio de los preparativos para la campaña sanmartiniana para liberar Perú, tuvo lugar la batalla de Cepeda, el 1º de febrero de 1820, donde el general José Rondeau, Director Supremo de las Provincias Unidas, fue derrotado por los generales Estanislao López, Francisco Ramírez y José Miguel Carreras. Esto significó la caída de Rondeau y la disolución del Congreso. San Martín quedó, por tanto, al frente del ejército de una nación cuyas autoridades, de donde emanaba su propio mando, habían sido vencidas. La legitimidad de su propia autoridad quedaba, de este modo, cuestionada. Por lo tanto el 26 de marzo el libertador dirige una carta al Gral. Gregorio de las Heras, en la cual le pide a este que en su carácter de Jefe de Estado Mayor, reúna a la oficialidad y esta proceda a elegir el comandante para seguir con la campaña, en la misma entre otras cosas le pide que no dé a conocer previamente el contenido de la misiva a los efectos de que evitar preparar el ánimo en favor de alguno, y los instruye sobre la forma de proceder durante la votación. El 2 de abril de 1820 Gregorio de la Heras procede a reunir a la oficialidad y está en forma unánime rectifica el mando de San Martín. Este acontecimiento queda asentado en lo que se conoce como “El Acta de Rancagua”, que expresa: ““Respetadísimo Jefe. Queda asentado como base y principio que la autoridad que recibió el señor general para hacer la guerra a los españoles y adelantar la felicidad del país no ha caducado ni puede caducar, porque su origen, que es la salud del pueblo, es inmutable.”
PARTIDA DE LA EXPEDICIÓN LIBERTADORA AL PERÚ
El 20 de agosto de 1820, zarpa de la ciudad chilena de Valparaíso al mando del General San Martín, la escuadra de la Expedición Libertadora del Perú, una de las operaciones anfibias más importantes en el Cono Sur en toda su historia. Desde el amanecer del día anterior se habían embarcado en los distintos buques que componían el convoy los cuerpos del Ejército Libertador. Los repuestos y caballos se habían embarcado en días anteriores.
El día 20, en coincidencia con el aniversario del natalicio del Director Supremo de Chile, general Bernardo O’Higgins, se embarcaron los últimos restos de la tropa, la intendencia, la comisaría de guerra, el estado mayor y el cuartel general. Entre las dos y tres de la tarde, con una salva general de artillería que contestaron los castillos del puerto, la Expedición Libertadora iniciaba el glorioso trayecto hacia su final destino.
Siete naves que montaban 233 cañones, 11 cañoneros y 16 transportes cumplirían su misión de Libertad en Pisco, el Callao y en todo el largo del litoral del Pacífico. La Flota se había armado con naves compradas por Antonio Alvarez de Condarco y otras capturadas por el almirante Manuel Blanco Encalada. Todos bajo el mando del comandante de la flota Thomas Alexander Cochrane.
El General en Jefe del Ejército era el general José de San Martín, quien ostentaba el grado de capitán general del Ejército de Chile. Iba como jefe del estado mayor, el general Juan Gualberto Gregorio de Las Heras. La intendencia a cargo de Juan Gregorio Lemos, y el parque, del sargento mayor Fray Luis Beltrán.
La composición de la fuerza era de:
División de los Andes (141 oficiales y 2235 soldados)
División de Chile (161 oficiales y 1757 soldados)
Plana Mayor (57 oficiales y 19 soldados)
La despedida de los expedicionarios del puerto de Valparaíso fue solemne, «sin que dejase de arrancar lágrimas de admiración en los que presenciaban la osadía de esa primera marcha al país que era considerado como la portada y el foco de los recursos del poder español en América del Sur», afirma el general Jerónimo Espejo en sus memorias.
El 8 de septiembre por la mañana de 1820, desembarca en la Bahía de Paracas. Tomó varias horas el cuidadoso desembarco de las tropas, municiones y artillería. Al momento del arribo un pelotón de caballería del virrey que custodiaba el lugar huyó hacia el norte. En la ciudad de Pisco hizo otro tanto el jefe militar español de la plaza, coronel Químper. Mientras se realizaba el desembarco de todo el ejército, un escuadrón de caballería y una compañía de infantería con artillería ligera se adelantaron a tomar posiciones en las inmediaciones de Pisco.
El Ejército Libertador, con el propio San Martín al frente, entró en la ciudad en horas de la tarde. A su paso, muchos lugareños vivaron a las tropas patriotas y hubo jóvenes, incluidos algunos esclavos, que se ofrecieron como voluntarios portando como credencial alguna de las proclamas distribuidas clandestinamente en los puertos, meses antes, por el vicealmirante Cochrane, instaló su estado mayor en una antigua casona ubicada a menos de 50 metros de la plaza mayor. Allí trabajó y residió durante algunos días, definiendo la estrategia militar a seguir en suelo peruano y complementariamente vislumbrando lo que sería la primera bandera y el primer escudo del Perú independiente. Allí, fueron aceptados los primeros voluntarios peruanos. José María Palomo, quien tuvo heroica actuación en el Puente Llapay, en Huaura, semanas después; Manuel Tiburcio Odriozola, letrado que llegó a ser secretario de gobierno y que libró batalla ese 4 de octubre en Nazca; Manuel Jorge Bastante, religioso que ejerció como capellán en filas; Juan José Salas, quien fuera alcalde de primer voto de Ica; Francisco de Paula Cabrera, abogado iqueño; Isidro y Baltasar Caravedo; José Flórez, conspirador entonces prófugo, jefe del grupo de los “deanes” de la calle Monopinta de Lima; Juan José Loyola, quien llegó a ser general; los hermanos Lorenzo; Joaquín Bardales, Pablo Farfán, Santiago Gómez, Manuel Revilla, José Bernaola, Manuel Carrasco; Rafael y José Santos Lévano, trabajadores iqueños y José María de la Fuente Carrillo de Albornoz, marqués de San Miguel de Híjar, quien pidió un puesto en el ejército y aportó caballos y dinero. Antes de caer la noche del 8 de septiembre, mediante una imprenta portátil perteneciente su ejército emitió su primera proclama, en la misma decía:
“Compatriotas: El último virrey del Perú hace esfuerzos para prolongar su decrépita autoridad. El tiempo de la impostura y del engaño, de la opresión y de la fuerza está ya lejos de nosotros, y sólo existe la historia de las calamidades pasadas. Yo vengo a acabar de poner término a esa época de dolor y humillación. Este es el voto del Ejército Libertador”
Firmado: “San Martín. Cuartel general del Ejército Libertador en Pisco. Septiembre 8 de 1820. Primer día de la libertad del Perú”
LA CAMPAÑA DE LAS SIERRAS
Con el objeto de propagar la revolución San Martin ordena el inicio de la Campaña de las Sierras, acción encomendada al Gral. Arenales, dicha campaña tiene su primer escaramuza en Ica en la noche del 5 de octubre, El 7 del mismo mes, un escuadrón de cazadores a caballo bajo el mando del teniente coronel Rufino Guido alcanzó en Palpa a una fracción de la división realista y la atacó decididamente. El enemigo opuso escasa resistencia y se replegó en distintas direcciones, mientras dos compañías de infantería completas se pasaban a los patriotas con sus oficiales y armamento.
El combate de Palpa constituye el primer hecho de armas en la Campaña Libertadora del Perú y, si bien fue un episodio menor en el marco estratégico, en la visión histórica adquiere una gran trascendencia. Es la que tiene la primera victoria en una campaña militar por su efecto sobre la moral de las tropas y, muy especialmente en la población, a la que en esa oportunidad debía ganársela para la causa de la independencia., y prosigue con la brillante victoria que 10 días más tarde obtendría el teniente coronel Rojas al derrotar a Químper en el combate de Nazca. Al día siguiente en Acarí, el Teniente Vicente Suárez al mando de un piquete de cazadores a caballo, adelantado por el teniente coronel Rojas, dispersó definitivamente la columna de Quimper, tomándole prisionero y más de 100 cargas de munición, entre esos prisioneros figuraría el Cnel. El 6 de diciembre en Cerro Pasco obtendrían una victoria más pero luego la retaguardia al mando de Bermúdez y Aldao no pudo ingresar a Huanta por la superioridad enemiga sin embargo se le unió números población lo que envalentono a los patriotas que sin embargo fueron derrotados en Huancayo donde los realista como una forma de escarmiento dieron muerte a más 2000 aborígenes, además de saquear e incendiar a la población de Cangallo. Álvarez de Arenales se había puesto en marcha hacia la costa para reunirse con el grueso del ejército expedicionario, dejando de lado las instrucciones de San Martín que le recomendaban no retirarse más que en caso de derrota o de grave peligro. Pero la retirada parece que se debió a una orden errónea transmitida por el coronel Rudecindo Alvarado; cuando se la quiso rectificar ya era tarde; el 30 de diciembre la división de la sierra llegó a Huamantanga y el 8 de enero se incorporó al grueso del ejército.
CREACION DE LA BANDERA PERUANA
Los sagrados colores de la bandera peruana fueron inspiración del general José de San Martín. En cuanto el porqué del rojo y blanco existen muchas interpretaciones. Algunos historiadores afirman, por ejemplo, que San Martín quiso tomar los colores de Argentina (blanco) y de Chile (rojo), países originarios del Ejército Libertador. Otros aseguran, en cambio, que fueron producto de una inspiración del general, al observar los colores de las “parihuanas”, aves que abundan en la Bahía de Paracas y que volaban sobre la escuadra libertadora al momento de su desembarco. También se dice que la bandera del Perú es roja porque fue el color de la guerra de los Incas y porque simboliza la sangre generosa de nuestros héroes y mártires; mientras que el blanco de su faja central representa la pureza de sentimientos, la libertad, la justicia social y la paz. El 21 de octubre de 1820, el general José de San Martín creó mediante decreto la primera bandera peruana. El cruce de dos líneas diagonales dividía en cuatro campos la bandera. Los espacios superior e inferior eran de color blanco, mientras que los extremos eran de color rojo. Al centro figuraba una corona ovalada de laurel y dentro de ella un sol surgiendo por detrás de elevadas montañas sobre un mar tranquilo.
SITIO DE LIMA
En tanto El virrey Pezuela que tenía bajo su mando a unos 20 000 soldados, distribuidos por todo el virreinato, tratando de ganar tiempo para reunir a todos los soldados, planteó una salida diplomática al conflicto, reuniéndose los delegados de ambas partes en Miraflores (sur de Lima), que finalmente no llegaron a ningún acuerdo aceptable para San Martín. San Martín se reembarcó en la escuadra, y en los primeros días de noviembre desembarcó en la localidad de Huacho, donde fortificó su posición e inició su estrategia para sitiar definitivamente Lima. El 29 de enero de 1821 se sublevaron altos oficiales realistas contra el virrey Pezuela, quien renunció a su cargo y fue sustituido por el general José de La Serna, que sería confirmado más tarde como virrey del Perú por la corona. El nuevo virrey propuso a San Martín nuevas negociaciones diplomáticas, que finalmente fracasaron debido a que la propuesta definitiva del general era la independencia del Perú. El sitio de Lima se prolongó por algunos meses más; en marzo arribó al Perú el capitán Manuel Abreu, enviado por el rey de España como emisario pacificador, sería otro fracaso diplomático. San Martín decidió iniciar una nueva estrategia y envió dos ejércitos, uno al mando del general Miller, para desembarcar en las costas del sur, y otra al mando del general Arenales, hacia la sierra. San Martín dejó Huacho y desembarcó en Ancón, estrechando el cerco a Lima. En simultáneo inició nuevas negociaciones de paz, que se realizaron entre mayo y junio en la hacienda de Punchauca, cerca de Lima; los delegados de San Martín fueron Tomás Guido, Juan García del Río y José Ignacio de la Roza; por parte del virrey La Serna fueron Manuel Abreu, Manuel de Llano y José María Galdeano, sin ningún resultado, días más tardes el regimiento realista Numancia, compuesto de venezolanos y neogranadinos, ( uno de los más fuertes y mejor preparados)que había sido formado en Venezuela en 1813. Esta deserción en masa desmoralizó al resto de las fuerzas realistas, lo que obligó a De La Serna a abandonar la ciudad el 5 de julio e internarse en la sierra. Esto le abrió las puertas de Lima a San Martín.
INDEPENDENCIA Y GOBIERNO DEL PERÚ
San Martín ocupó Lima y reunió un cabildo abierto el 15 de julio de 1821. El 28, ante una multitud en la Plaza de Armas de Lima, declaró la Independencia del Perú y fue nombrado Protector del Perú con autoridad civil y militar. Formó su ministerio con los ministros Hipólito Unanue de Hacienda, Juan García del Río de Relaciones Exteriores y Bernardo de Monteagudo, de Guerra y Marina. En octubre dictó un Estatuto Provisorio de Gobierno, en el cual se establecía la división territorial, la libertad de vientres, y la libertad de los indígenas de los tributos específicos. Con libros propios y provenientes de las bibliotecas arrebatados a los jesuitas la ser expulsados, crea la Biblioteca Nacional, también la Orden del Sol destinada a distinguir a los ciudadanos peruanos y extranjeros destacados en campos como las artes, las letras, la cultura, la política y por servicios extraordinarios al Perú. Fundó la Sociedad Patriótica, formada por 40 ciudadanos peruanos, a quienes consideró los más ilustrados entre los decididos por la causa independentista, la misma se centró en discutir sobre la forma de gobierno a establecer. Estableció la libertad de imprenta, de comercio, oficializo la religión católica y expulsó y confisco los bienes de los españoles contrarios a la independencia. Capítulo especial merece la educación, El 6 de julio de 1822 el Gral. José de San Martín, libertador y protector del Perú funda la primer Escuela Normal de Varones. El decreto de creación de la Escuela lleva también la firma de Monteagudo y del delegado de San Martín en su cargo de Protector (pues él estaba dedicado a las acciones militares tendientes a lograr la liberación total del territorio) José Bernardo de Portocarrero y Tagle, el mismo libertador la dejo inaugurada el 9 de septiembre de ese año a las 5 de la tarde. Su primer director fue el inglés Diego Thompson y se estableció el método Lancasteriano para la formación de sus alumnos (luego lo adoptarían en casi toda Sud América, principalmente en Argentina y Uruguay).
“Sin educación no hay sociedad” sostenida San Martin.
La escuela funciono un tiempo, se cerró, reabrió en 1851, tuvo varios cambios de nombres, se transformaron propósitos y curricula, en 1955 se convirtió en Escuela Normal Superior Enrique Guzmán y Valle, nombre en homenaje a quien fuera el primer profesor peruano que asumió su dirección entre 1919 y 1923. Por la ley 12502 le dio jerarquía universitaria, pasando a ser UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN, siendo considerada como la decana en América. Conmemorando este ida y en homenaje al libertador se celebra el Día del Maestro en Perú.
Su gobierno duró desde el 3 de agosto de 1821 hasta el 20 de septiembre de 1822.
Regresó a Argentina con solo ciento veinte onzas de oro, el estandarte de Francisco Pizarro bordado por Juana La Loca y la campanilla con que la Inquisición de Lima convocaba a los tribunales.
En un nuevo aniversario de su paso a la inmortalidad es más que oportuno recordar el capítulo peruano de su gesta libertadora al celebrarse 20 años de la independencia del país hermano.
Elías Almada
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Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.
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