Aquiles valero Monzillo nació en los andes venezolanos, en la ciudad de Valera, Estado Trujillo, en 1943, y murió en la ciudad de Barquisimeto, Estado Lara, en 2006. Venezolano integral, fue poeta y filósofo, licenciado en Letras en Roma y con estudios de filosofía y letras en Madrid.
Escribió una obra poética muy bien armonizada con su natural modo de ser: afectuoso e intenso en sus emociones y para quien la actividad del poeta no era un pasatiempo. Poemas Italianos (1962 -63); Poemas Dípteros (1964); Doble Caballo (1965); Catorce estaciones en la ruta de los cipreses , Ángel de Plomo (1968); Para medir el tiempo (1971); Fogatas prohibidas (1973); Atanor (1975); Juego limpio (1977); Enmaginario (1981); Signo de estaciones (1982: Antología); Solares (1983); Rocío de la espada (1999); Crónica de la fundación del crepúsculo (2002). A su muerte quedaron algunas otras publicadas que no han tenido la difusión adecuada.
Alejo Urdaneta
LA POÉTICA DE AQUILES VALERO
(1943 - 2006)
Nacido en Valera, estado Trujillo de nuestra Venezuela, Aquiles Valero Monzillo nos dejó una obra poética cargada de sentidos que van y vuelven a su intento de reflejar el mundo y su propia vida.
Confluye en su poesía la emotividad y la búsqueda lírica, dentro de un romanticismo advertido por el lector. Sin desmerecer de ese impulso íntimo, el poeta puede ser también modernista o tomar las armas del surrealismo. Se nos presenta una multiplicidad de tendencias poéticas en su obra de lenta maduración: es clásico sin acatar el rigor de la forma, y es discípulo de Neruda o de Huidobro.
Lo que cabe destacar de la poesía de Valero es su sensibilidad, el encuentro agónico consigo mismo. Quiere abarcar en un poema la diversidad del mundo y su propia voz interior. Su hacer artístico es cambiante. Es Aquiles Valero el creador consecuente cuya obra surte de lo profundo de su espíritu, su entidad personal es siempre una y la misma. Coleridge dijo que “El hombre interior es uno”, y nunca deja ser único. El oficio y las modas gravitan sobre el poeta, pero su talento lo ha traído en la sangre. Los elementos del árbol: raíz, tallo, ramas, todo se aprieta en la semilla, en el germen del poeta. Después la circunstancia de la vida lo fortalecerá o lo agotará, pero la semilla continúa haciendo brotes.
Me he detenido en un poema extraño hasta en su título: Doble caballo. Es también inusual en su inicio, que nos recuerda la concha marina de dos valvas, para llevarnos con la imagen al corazón doble, como en el cuento de Marcel Schwob.
El poema tiene mucho del surrealismo, sin apartarse de una poética que aclara su contenido humano. Todo ser humano tiene dos tendencias en su fuero interno, y las dos surgen en las peripecias de la vida y de los sueños. Son dos caballos que corren por calles empedradas, cuyos cascos resuenan como si fuesen frutos secos al caer de los árboles en una noche de tormenta:
“Tan solo pretendemos vuestras vidas,
Porque no hay otro medio de llegar
Tinto en sangre de caballeros.
Aceptado el encuentro no habrá más soledad
Ni vetos – sabemos eso –
e ignoramos las permisiones divinas”
Es el poeta abierto al mundo, dadivoso de su genio y su bondad. No tiene más luz que la que lleva en sus odres. El corazón ofrenda una valva con su propia existencia, pues de eso se trata el existir: Darse al mundo, estar allí fuera de sí mismo, para los demás.
Este caballo, corazón del poeta, todavía anda a lento paso, un trote pausado sobre colinas despojadas del silbido de la serpiente, un verdor que no perecerá.
Y tiene el otro caballo, el otro corazón que presume de aéreo y se entrega a la nocturnidad y el riesgo. El reducto animal es también parte de lo humano. Somos caballos nobles y podemos ser jaguares.
Reconocemos aquí el acento personal del poeta en la presencia del otro equino, el negro caballo que relincha libertad y para tenerla se enmascara con aguzadas pinzas. Poeta escondido en las palabras y en la fuga hacia el torbellino de un carnaval donde no lo asedie su otro corazón.
Este es el poema:
DOBLE CABALLO
I
BIVALVO
Mi corazón es un pie muelle atado
A ramas del bosque petrificadas
Sin más luz que cuanta llevo en los odres
Pieza de linajes emponzoñados –conozco
El otro estado – como lengua diferente
Un sentido que no sabe de edades
Como les fue propicia ni la vida supieron
De una juventud sin instrumentos
Ella misma (con cinco dedos) se alegra
La señora decrépita no alcanza
La inmunidad porque espera no alcanza
Con el corazón trémulo de espanto
Conoce el corazón y vosotros nada
Conocéis
Nos damos cuenta
Y primero lloramos por vosotros.
¡No más visitas al caballo bivalvo
Sin aproximaciones!
Tan solo pretendemos vuestras vidas,
Porque no hay otro medio de llegar
Tinto en sangre de caballeros.
Aceptado el encuentro no habrá más soledad
Ni vetos – sabemos eso –
e ignoramos las permisiones divinas
Aceptado el encuentro
Detentamos el pulso de la tierra
Con orgullo sin otra diadema
Que mi cabeza ahora descubierta
Sé que mi plazo no es mucho más largo
Después de sus víctimas: para entonces
Ella podrá colgarse del cuello nuevamente
Pardos animalillos sanguinarios.
2
El otro caballo
El que también presume de aéreo
Se revuelca en la ciénaga babea
Afina la energía de sus congéneres
Trasegando licores que son incontinentes
En parajes hipérbole o en las inmediaciones
Con aguzadas pinzas se enmascara
(como a tantos el agua los libera)
Hunde su labio leporino en el vientre
Para regurgitar los regalos que llegan
Desde el país de los corazones desflorados
El que también presume se revuelca
Con el sol se levanta y eleva
Ensartadas las vísceras son perforadas perlas
En el espino esa válvula no cesa
Su edad es una fuga de caballo en caballo
Carnavales estériles:
Pero el caballo no es un fin
En sí mismo
Lo comprende y se alegra.
Junio de 2009.