Empezaré citando a Stephen King:
«El camino hacia el infierno está plagado de adverbios y lo gritaré desde los tejados»
Y es así, sin más, el uso desmedido o el mal uso de adverbios no solo afea o empobrece un texto sino que aniquila al escritor colocándolo en el grupo de aquellos a los cuales ningún lector desea leer sus obras.
Los adverbios terminados en –mente son la plaga más difícil de combatir en un texto. Tal vez uno o dos a lo largo de un texto le den un toque justo y necesario, pero más de ese número y tendrás un evolución imparable de palabras que cansan al momento de leer y jamás conducen a nada.
Expresiones tale como “dijo tímidamente”, “dijo despectivamente”, “aclaró sinceramente”, y miles más usadas sin control en un texto denotan a un escritor falto de herramientas y técnica para expresarse con claridad.
Si el escritor se toma el trabajo de meterse en la piel del lector y leer un texto suyo plagado de adverbios terminados en –mente verá cuan desastroso y chocante le resulta esa lectura y como al poco tiempo de iniciada termina llevando al hartazgo al lector.
Eludir el uso de adverbios terminados en –mente es una tarea titánica, que solo se pule con el tiempo y el ejercicio intensivo de la escritura, sumado a un puñado de construcciones ricas gramaticalmente y un manejo no básico de un diccionario de palabras.
Los grandes escritores siempre aconsejan tratar de evitar todas las palabras terminadas en –mente, y piden al escritor novel que en su camino de transformación éste sea capaz de escribir cientos de palabras sin intercalar adverbios de este tipo.
Cuando se hace uso en demasía de estos adverbios algo está fallando. Si nos enfocamos en un personaje y aclaramos constantemente con adverbios terminados en –mente indica a las claras que estamos haciendo una pobre descripción o que el diálogo no es lo suficientemente claro.
Corregir esta plaga de adverbios en un texto logrará mostrar un gran paso del escritor y una sólida recepción por parte del lector.
En su libro “Vivir para contarla”, García Márquez nos dice:
«Me propuse un cambio de fondo a partir de mi cuento siguiente. La práctica terminó por convencerme de que los adverbios de modo terminados en -mente son un vicio empobrecedor.
Así que empecé a castigarlos donde me salían al paso, y cada vez me convencía más de que aquella obsesión me obligaba a encontrar formas más ricas y expresivas.
Hace mucho tiempo que en mis libros no hay ninguno, salvo en alguna cita textual. No sé, por supuesto, si mis traductores han detectado y contraído también, por razones de su oficio, esa paranoia de estilo.»
Y luego para una entrevista en Los Angeles Time él mismo declara:
«Antes de Crónica de una Muerte Anunciada hay muchos adverbios. En Crónica creo que hay sólo uno. En Amor en los tiempos del cólera, no hay ninguno.
En español, el adverbio -mente es una solución demasiado fácil. Si quieres usar un adverbio terminado en -mente y buscas otra palabra, siempre es mejor. Se ha vuelto tan natural para mí que lo hago sin darme cuenta. »
Finalmente y para cerrar la idea está decirle señor escritor/a que antes de utilizar los adverbios terminados en –mente busque nuevas formas expresivas en su gramática, auto descúbrase, intente explicarse con otras palabras y modos más elegantes, pues seguramente logrará una mejor aceptación de su obra en todo ámbito donde desee presentarla.
FUENTE:
Miguel Luis Aguilera