En muchos textos, tanto noveles como semi profesionales (inclusive algunos profesionales), existe un símbolo mal usado por parte de los escritores. Ese símbolo es la coma. Sí, la diminuta y pequeña coma. El mal empleo de la coma es algo muy clásico y que de no advertirse lleva al texto a una ilegibilidad total.
Se podrían diferenciar tres grupos de escritores en el uso y mal uso de la coma. Un primer grupo sería el que hace uso de “las comas ocultas”, o que simplemente se han desvanecido. Este grupo quita por completo las comas de un texto, las ignora, no las usa, directamente deja el texto en una completa maraña que cuando es leído en voz alta es casi ininteligible y deja sin capacidad pulmonar al lector.
El segundo grupo está conformado por aquellos que hacen uso intensivo de la coma, a cada rato, haciendo un “parate” de la lectura al punto tal de una lectura casi palabra a palabra. Este error es tan grosero como el primero y termina por aburrir al lector al impedirle que lea de corrido y se concentre en una idea general del texto.
Finalmente el tercer grupo, el que mejor hace las cosas, es el que usa las comas para dotar al texto de un ritmo natural, bien puntuado, que hace del mismo algo agradable a la lectura y permite la ventilación correcta de los pulmones al momento de leer en voz alta.
Emplear correctamente la coma hace que un texto sea claro y objetivo. Evita conglomerados excesivos de palabras y no asfixia al lector. Una buena lectura será el resultado de un texto correcto en símbolos ortográficos. Si la coma es mal usada no dude que será un afilado enemigo en contra suyo.
El uso correcto de los símbolos ortográficos, en este caso la coma, es algo muy a tener en cuenta si usted decide participar en certámenes, concursos o enviar su obra a una editorial. El éxito de lo que usted como escritor desea transmitir puede verse distorsionado por el mal uso de estos símbolos. Algo a tener muy en cuenta si quiere irse superando en su trayectoria por el camino de las Letras…