CONTRAPUNTO
¿Del tirano?, del tirano
di todo, di más, y clava
con furia de mano esclava
sobre su oprobio al tirano.
José Martí
(1853 – 1895)
Sí, sí, sí, ya apesta a elecciones. Ya tocarán a mi puerta y querrán sentarse en mis sillas, en el portal de mi casa, a decirme cómo van a hacer milagros en el pueblo, cómo van a parir trabajos, cómo van a hacer aquello y lo otro. Como si yo y mi padre y mi abuelo no supiéramos quiénes son, de qué están hechos y las máscaras que usan.
Mi abuela se llamaba Petra, y mi bisabuela María Encarnación; esas no se andaban con vainas, los mandaban al carajo y seguían echando maíz a las gallinas. Nosotros nacimos en este lugar y hemos sobrevivido a duras penas. Esta tierra rajada por falta de lluvia y buen trato es nuestro mundo. Venirme a mí, Anastasio (que me rajo la espalda desde que nací), con las mismas promesas de ñinga de siempre, es perder el tiempo – son como ladillas de temporada electoral, ¡eso es lo que son! Vuelven a joder y a hacerse los solidarios – ¡solidarios de su profundo bolsillo será! ¡Dónde caraste estaban cuando se murió mi hermano cruzando el río porque no había un solo puente! ¡O cuando machetearon a mi primo y lo enterramos casi en una cajeta – aún pasa frente a mi puerta el que lo mató, y hasta saluda! Y dónde se esconden cuando en la única paila que tenemos echamos lo que encontramos, si es que hayamos algo que echar en la paila, y entonces todos comemos con la misma y única cuchara de palo…
¡Que se vayan a fregar a otra parte! Ya los oigo: yo me siento comprometido con la comunidad, nací por aquí mismo, yo me fui a estudiar para poder ayudarlos, vamos a hacer una yunta pueblo gobierno, ustedes serán mis censores (no sé ni qué carajos sea un censor)… Y todavía piden café, como si nos sobrara y qué concha, que les hagamos reuniones. Y, para rematar, nos dejan un suéter de telita transparente y una gorra que se descose antes de que doblen la esquina. Sí, sí, sí, vengan por aquí, ya los espero, pendejetes, pero no abriré la boca. Lo que falta es que me marquen y termine más jodido de lo que ya estoy. No hay uno que sirva. Las barrigas de mis hijos, sus ojos enrojecidos y tristes, y sus patitas como tallos de caña en sequía son la fotografía de sus mentiras y traiciones descaradas.
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Pero qué te pasa, ¿para qué me creaste? Ni te conozco. Nunca había imaginado verte por mi casa y se te ocurre escribir de mí, Anastasio. Qué pelotas que tienes. Ganas de meterme en líos. Quien te dio autorización de revelar mis pensamientos y meterlos en un libro, me van a acusar de comunista y no sé ni qué significa comunista. O de sindicalista y ni siquiera tengo trabajo. O peor aún, de alborotador y armador de huelgas (que es lo que anda de moda). Pero quién te metió en la cabeza que por ser escritor puedes hacerme personaje de tu cuento, sacarme de la nada para clavarme en un tema tan requeteusado…
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Hoy me robé una vaca. ¿Y qué quieren? No me voy a morir de hambre. Entre todos los vecino, la descuartizamos en dos patadas. Nos repartimos todo. Cada quien a comer como manda Dios, aunque sea por un par de días. Yo cosí una parte y la otra la salé y sequé al sol. Por allí trajinó la policía, pero nadie dijo nada de ninguna vaca. Se nos quedaban mirando fiiiiiiiijo, como quien sabe la cosa. Pero nosotros, más callados que nunca. Y eso que robarse una vaca por aquí es peor que matar a alguien en baile de pueblo, que medio desbaratar a golpes a una mujer por puro celoso y borracho de seco – que el seco tiene unos vapores que vuelven loco-. Pero bueno, la vaca al final, por acá, vale más que nosotros.
Ya les dije que no tengo trabajo, pero me las ingenio. A veces, soy el partero del pueblo cuando andan de urgencia. Tengo una puerta de madera que me encontré cortando un monte; allí las acuesto y hago unos rezos que me inventé y que no sé si servirán para algo… Lo de partear lo aprendí de mi abuela. Un día me dijo: Ven acá Cabezón, que te voy a enseñar algo útil. Yo tenía como once años. Con esa edad, como se me iba a olvidar lo que vi, ¿Saben? cuando el chiquillo se empeña en quedarse adentro, me les trepo encima y les masajeo la barriga. Masajeo y empujo, masajeo y empujo. Y así hasta que salen. Siempre me pagan con algo: una papaya, una bolsa con mangos, con cualquier vaina. Algo es algo.
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¡Ya vienen con la vaina! Veo a la primera comitiva con tantas banderas como mentiras cargan. Me voy pal’ río, que vayan a fregar a su abuela. ¡Pero ya basta de inventos! Ya sé que quien cuenta inventa pero, ¡por Dios!, ¿hasta dónde vas a llegar con mi vidorria? ¿Por qué no me pones mejor de candidato y en una de esas camionetas grandotas, con buena ropa y sombrero de vaquero? Sí que te pesan. Y, para colmo, ya me veo preso o algo peor, por andar de rebelde. ¡Oye, Cabredo! ¿Quién te dio permiso para hacerme esto? ¿Porqué no dices la verdad, que la mayoría de los que estamos en el monte y la montaña – lejos, lejísimos del pueblo – si acaso pasamos la primaria, si acaso conocemos que ocurre en el país tuyo y dizque nuestro, si acaso vemos un misionero o algún funcionario de gobierno? Anda y escribe que les tenemos miedo y rabia a la gente del pueblo que viene a pedir votos, pero no nos atrevemos a enfrentarlos, que a todos le decimos que sí cuando queremos decirles que no, que no cien veces, y que por un par de reales o por nada (hasta por pasear nomás) nos llevan a votar en los mismos camiones en que montan las vacas, y que nos dan un plato de comida que nos sabe a gloria y agradecemos con un Gracias patroncito. Anda y di que nunca nos quejamos porque aquel paseo es lo único que nos saca del profundo aburrimiento y vuelta de rueda en que vivimos. Anda, ¡Dilo! Di que a la mayoría nos jode la ignorancia, el abandono y el miedo a la gente grande y a las ciudades. Di eso en vez de andarte inventando historias de rebeldía que sólo hay en tu cabeza. Te la das de aleccionador, de rescatador de qué cosas. Por qué no escribes por el puro amor de escribir, por amor al arte y nada más. Quién te dijo que eres el chévere de la película. Además, por amor a la Santísimas Trinidad, búscame otro nombre si vas a seguir con este cuento del carajo. Por acá hace rato nadie quiere llamarse Anastasio, ni tampoco Eustaquio, Agripino, Salustiano, Euribiades, y menos Eustorgio, ni....
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ASÍ ES ESTIMADO POETA, ES EL CANTO TRISTE DE LOS OLVIDADOS CANTONES Y LOS BARRIOS DE CIUDAD TAMBIEN....
GRACIAS POR LEER POETA Y AMIGO JOSE VALLE
RED DE INTELECTUALES, DEDICADOS A LA LITERATURA Y EL ARTE. DESDE VENEZUELA, FUENTE DE INTELECTUALES, ARTISTAS Y POETAS, PARA EL MUNDO
Ando revisando cada texto para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.
Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.
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CUADRO DE HONOR
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