Fue, en un pueblito muy pequeño, en donde sucedió esta triste historia. En él, la gente que allí vivía, era muy trabajadora y sencilla, pero muy feliz y tranquila. Porque, -todos tenían trabajo, y no les faltaba el dinero. Y porque ganaban lo suficiente para vivir, y no se sacrificaban demás.
Aunque, a pesar de que todos ganaban muy poco, a todos, o a casi todos les alcanzaba para vivir bien. Y de esa forma, todos podían mantener a sus respectivas familias, sin preocuparse, por el futuro inmediato.
Pero esta situación, que era general en todas las familias del pueblo, muy buena, no pasaba en la casa de un niño llamado Miguel; en la cuál sus padres peleaban continuamente, porque no les alcanzaba el dinero lo suficiente, para todo lo necesario, con lo que ganaba su padre; y que por esta situación ambos vivían discutiendo siempre.
Miguel, era un niño de 7 años muy feliz, porque vivía con sus padres; y a pesar de que el no tenía muchos juguetes, como otros chicos, ni una hermosa casa llena de comodidades, como muchos de sus amigos; sin embargo a él, se lo veía casi siempre reír y sonreír, muy feliz.
Pero pasado un tiempo, más o menos, como un año y medio mas tarde. Sucedió, que de pronto a Miguelito se lo vio muy triste y muy serio; y esto les pareció muy raro a sus amigos, que lo conocían de siempre. Cómo un chico, muy alegre y divertido. Y esto, fue debido, a que el conoció en su almita buena, todo el dolor y la tristeza, por la angustia en que vivía últimamente, y también fue por eso, que su carita inocente, ya no sonreía mas.
Pero ese día, como todos los días, el, pasaba por la casa de don José; como él, -le decía, a un viejito, -amigo suyo, al que conocía y veía siempre; o que saludaba muy amablemente cada vez que pasaba, por el frente de su casa. Y Don José, le contestaba de la misma manera.
Y ese día, al verlo tan triste y pensativo don José, se dio cuenta que algo malo le pasaba a Miguelito; y por eso fue, que decidió hablarle, y así que lo llamo, y le dijo: -¡ven Miguelito!.
Y el muchacho, al escucharlo, -le respondió:
-Si, don José; que desea Ud. -¡Ven!, ¡ven!...quiero preguntarte algo. Le dijo Don José. Y él fue. ¿Que quiere Don José?. Le preguntó Miguelito.
Entonces don José le dijo:
-¿Quiero saber, que te pasa... -amiguito?, -Porqué noto, que estás muy triste. -Porque veo, que ya no sonríes, ni juegas como antes, con los otros chicos...
-Ni charlas con tus amigos.
A lo que él, al escucharlo, -le contestó:
"Es por mis padres, don José". Es porque ellos ahora -discuten mucho, y casi siempre, terminan peleando; por eso a mí, ya no me prestan atención. Y eso, me tiene preocupado mucho. Pues, a mí me parece: -que ambos, -se odian. Que ya no se quieren más...
Además... mi madre se queja mucho: de que con el dinero que le da mi papá, no le alcanza, para los gastos de la casa; y dice, que es, porque mi papá no gana lo suficiente. Que gana muy poco, y que por eso, él, debe dejar su trabajo y buscar otro empleo, o pedir un aumento...Lo que a mi papá le molesta, porque se siente bien donde trabaja.
Y mi papá -le dice a mi mamá. Que toda la culpa es de ella, porque ella no sabe administrar bien el dinero. Porque el le da todo lo que gana. Y lo que pasa es, -que ella no lo sabe gastar.
Como vera Ud. don José. Con esta situación.
¿Como quiere que me sienta yo?.
Ya, quisiera yo ser grande. Y ganar mucho dinero, para dárselos a mi papa, y mi mamá, y comprarles todo lo que necesiten. Y así, ellos, -ya no pelearían mas...
-Bueno, don José. Me voy.... Otro día, seguimos charlando. Pues, si yo llego tarde. Se van a pelear -por mí. -Ya que, -es la hora que está por llegar mi papá.
Pero no crea que ellos, sean malos. Pues, aunque ha veces me retan; yo siento, -que me quieren mucho.
-Chau, chau... don José. -Le dice Miguelito, y se va corriendo...
- Chau Miguelito. -Le dice don José. Al mismo tiempo y con la mano en alto.
Pero ese día don José, se quedo muy triste y preocupado por su amiguito. Y por otros niños, que tal vez están pasando por los mismos problemas que Miguelito.
Aquella noche don José, no podía dormir de preocupado. A tal punto que su esposa se dio cuenta y le preguntó:
-¿Que te pasa, -esposo mío?. Que de pronto te noto muy serio y angustiado. Ten cuidado que te puedes hacer daño. Tu corazón esta muy débil y te hará muy mal, si te preocupas demasiado.
-¡Cuéntame!, -que te preocupa: -Si te pasa algo, cuéntamelo.
Entonces... don José, haciendo una pequeña pausa, y mirándola a los ojos, con aquella mirada triste y preocupada -le contestó.
¡Si!, se que mi corazón está muy débil. Pero eso, -no es lo que a mí, me preocupa. Porque el, -no esta roto, como lo tiene un amiguito mío, -por causa de sus padres. Por eso es, que yo sufro, -por el. Y luego, de otra pausa, le empezó a contar, lo que le pasaba a Miguelito.
Y así, fueron pasando los días y los meses, entre ellos; pero Miguelito, ya no era el mismo niño que conociera; ahora parecía todo un hombrecito, pues andaba siempre serio, y erguido; y con paso apurado, como queriendo ganarle al tiempo, y sólo saludaba a sus amigos apresuradamente y seguía su camino.
Pero de pronto, una mañana se detuvo en su andar apresurado, y fue a saludar a don José, y a contarle que estaba trabajando y ganando mucho dinero; y que lo estaba ahorrando, para dárselo a su mamá. -Para que ella -se compre todo lo que quiera, y para que no se peleé mas con su papá.
Entonces fue que don José se alarmó. Pensando -tal vez, que su amiguito se estaba metiendo en algún lío o negocio sucio, que pueda acarrearle serios problemas preocupado, por la forma de como ganaba el dinero... Y por eso le preguntó como ganaba el dinero.
-Bien, -¿Dime...Miguelito?.
¿Como obtienes el dinero?.
Y Miguelito le respondió: -Hago dibujos para mis compañeros, y hago mandados para mis vecinos, y también, -vendo pan del panadero por las mañanas.
Y vine a verlo, porque estoy de nuevo preocupado por mis padres, pues ya hace muchos días que ellos no discuten, ni se pelean.
-¿No cree Ud., que ahora el dinero ya no les importa?. Pues ahora ya no lo nombran. Y ahora al que lo nombran es a mi...
¿Y que es lo que dicen de ti?. -Le pregunta don José.
Y Miguelito le cuenta.
-¡Por mi hijo te aguanto!. -Le dice mi mamá a mi papá. Y él, -le responde: Yo también te aguanto por él. Te abusaste de mí, -porque siempre fui bueno contigo; pero ahora, -esto se va ha acabar.
Y eso me da miedo. Pues me parece que ellos se van a separar. Y yo -no quiero perderlo a ninguno. ¿Que hago, don José?. le dice Miguelito.
Reza, reza...mucho...para que no tengas razón. Porque cuando las parejas se pelean por cualquier cosa, a veces, es porque ya no se quieren. ¡Ojalá!, que este no sea el caso. Reza, y en tus oraciones, -pídele a Dios porque tus papas se entiendan, y se amen todavía. Pues Dios, -siempre escucha a los niños buenos como tú.
Si, -¡le rezo!. Don José. Y casi siempre -estoy pidiendo por ellos. Pero parece que Dios esta muy ocupado y no me escucha.
-Ten paciencia amiguito; le dice don José, acariciándole la cabecita. Y Miguelito, mas calmado le dice...
-¿Que es la paciencia?. Y Don José le dice: -es saber esperar. Y eso a veces los mayores no sabemos. -¡No, tenemos paciencia!.
Y así paso el tiempo. Y luego don José tuvo que viajar. Y cuando volvió de su viaje, se entero que los padres de Miguelito ya estaban separándose. Y que Miguelito lloraba porque no quería irse con ninguno de los dos, pues el los quería ha ambos, y juntos, no separados.
Pero la decisión de sus padres era definitiva: -querían separarse; pues según ellos. Esto ya no iba más. Así, que finalmente, él, tuvo que ceder y comprender que era lo mejor para todos; aunque por esta decisión de sus padres, Miguelito, -debió sufrir mucho. Esto, afectó gravemente a Don José, enterado desde lejos; que, por no poder hacer nada, para ayudar a solucionar el problema de su amiguito, él, se enfermó y murió.
En tanto, Miguelito, ajeno a lo que le pasó a Don José, y mas preocupado por la separación de sus padres, había dejado de visitarlo. Al final, decidió irse a vivir con su madre; aunque a su padre lo seguía viendo -cada vez que iba a visitarlo, ó cuando volvía al barrio para ver a sus amigos.
Luego, de regularizada la situación, Miguelito dejó de trabajar tanto, y se dedicó con todo a estudiar. Quería algún día recibirse y ser un profesional. Para que a el, no le pase, igual que a sus padres, el día que tenga su propia familia. Solo que ahora, se siente un tanto fracasado, por no haber podido evitar que sus padres se separaran, a pesar que el hizo todo lo que pudo. Pero no sabe, -si no fue suficiente lo que hizo, o no fue a tiempo.
A don José, no lo volvió a ver más...en esos días. Pero poco tiempo después; -se entero que había muerto -repitiendo su nombre. Miguelito agradecido, por su amistad y sus consejos:
Hoy día... le llevo unas flores a su tumba....
Por: César Tellería Oliva
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muy buen cuento, Felicitaciones¡¡¡¡¡
un abrazo
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Ando revisando cada texto para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.
Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.
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