Cosas que no defines dejas en mis manos, duelen... sombras de ti y lo tuyo aguardan en mi cuarto y no sé el motivo, no hay razón alguna para asustarse pues ya otras veces actuando de esta forma con amantes y otros seres desvalidos, ellos salieron a la estampida y sus corazones que cuelgan de tu pecho son tus triunfos en esta guerra amorosa y llena de crueldades en la que ganas una batalla tras otra. Así que siempre podré huir...

Te digo que no hay motivos para asustarse porque yo no…

La noche se abre como una flor del mal inmensa

y prodigiosa, en la hora en que todos los recuerdos

se tornan alambres de espino; es cuando los dulces amores

sueñan en espiral y el vértigo marca las rutas

de quienes velan ansiosos la llegada de las voces insomnes,

de las sombras que trae la ventisca.