“Ciertamente
Cuando aviva la alegre primavera.
del sol los resplandores,
abren en el jardín y en la pradera
sus cálices las flores” le cantaba de Heinrich Heine,

miles de letras al oído se decían 
otras tantas cantadas en amaneceres cómplices,
el hombre letal, aquel hombre no total,
oscuros amaneceres blindaban su mañana,
nadie preveía su después transitado
al camino de su andar, ahora de marchita piel,
su sepulcral silencio en su designio,
cansada ya de la fusta del yugo.

Abrir aquellos ojos cuesta en el alma,
pues, el corazón estaba vacío,
sempiterno no podría ser, ante la luz,
con peana sencillez,
cursiva dio pase al romper las cadenas,
-Pero ¡Ay¡ como duele el dolor, sin rencor,
salir del cadalso, sangran el inquirir,
lástima, piedad, absolución, 
cuanto misericordia se ponga al paso,
tendrá que olvidar, para empezar a vivir,
siempre hubo tiempo, siempre habrá tiempo,
para nuevos amaneceres, hay juventud
Los celajes, cantaran la hidalguía de glorias nuevas,
se remendaran los corazones rotos,
los silencios serán bulliciosas risas frescas,
cantaran los cantares del Dios bueno,
los poros emulsionaran frescura del alma
aromas mil, fusionaran en juglares pictóricos,
aquelarres cómplices alegran los secretos,
y sus cabellos de mujer, relucirán acompañados al viento,
las miradas grises tornasolaran en bello fulgor,
los atardeceres inmensaran alegrías,
amaneceres ludirán flores de campos omnipotentes,
ya no habrá temores por la oscuridad de la noche,
estas serán lúdicas con estelas brillantes,
como en el principio de sus abriles.

La historia de la murria, queda en las hijas de Eva.
Lo que aquí vierto, queda en advertencia.
Pues en advertencia os doy esta. Culpa Olvidada.

H Hozema 11.02.2018- En homenaje a aquella mujeres maltratadas