Carnavaleando Nostalgia de aquellos años en que las murgas copaban la Vicente H., desde la plaza hasta casi el balneario y regresaban por la Artigas, pero la gente toda la gente se instalaba en la Vicente H., danzaban al ritmo de los tamboriles y de divertían con mascaritas y cabezudos. Se fueron los corso al boulevard Martinez y terminaron luego anclando en la plaza, ya eran otros tiempo y aparecieron las comparsas más al estilo brasilero que correntino, nos invadía el afuera y alguien se le corrió dividir el desfile, corso de primera hora para murgas, cabezudos, mascaritas y demás y la comparsas como atractivo central. Ya no estaban los vecinos que sacaban sus sillones a la vereda, ahora se vendían plateas. Y por ahí andaba yo esa noche, esperando a “Déjala que gire” del Pepola, a “los Negros de la Puerta de Atrás” del Quelo González y a oros murgueros como: Pedro Rodríguez, El Negro Macamba, El Negro Tareco, Domingo Estremero, Toco Perejil López y otros tantos que tantas noches me habían divertido. Escuchaba como muchos de los presentes entonaban sus canciones: “Señores es carnaval / ya lo anuncia la matraca / estas caras que se tapan Son caretas de verdad / la nuestra por lo general / mezcla de cal y cemento Jamás le pusimos un cuento / por querer al disfrazar / ahora los voy a impresionar Con esta cara que tengo / y con mis murgueros vengo / porque queremos alegrar A este público les pido / y a todos en general / un fuerte abrazo, si estamos bien Perdonen si estamos mal.” Esa es la de la murga del Quelo reconocí en mi memoria. Del Quelo sabia casi todo, era uno de los murgueros del Puerto Viejo, barrio de carnaval por excelencia, si estaba lindero a lo que en años pasado fuera el barrio de los negros, por el otro costado La Concepción que competía en creatividad y ganas cuando la fiesta de Rey Momo llegaba. En uno de mis bolsillos llevaba un viejo recorte de diario donde tenía reseñada la historia de “los Negros de…” ““Este conjunto se fundó el 18 de febrero de 1960, por un pequeño grupo de muchachos decididos a seguir con la murga, que con el tiempo ha llegado a ser la más veterana y popular. Se inició como todas las murgas, con poco y nada y luchando contra el tiempo. Solamente en ocho días estábamos en los corsos con “Los Negros Atrás de la Puerta”. Sin ninguna ayuda oficial, pero si con la cooperación de la gente, que se prestaba para que los corsos resurgieran y por muchos años eso se logró. Y teníamos el mejor corso de la provincia, con ocho a diez murgas y la misma cantidad en el rubro carrozas. Como también la gran cantidad de disfraces como ser los famosos cabezones etc., etc., pero volviendo a lo nuestro en el 60, obtuvimos y festejamos un segundo premio, que nos sirvió de base para seguir con lo que tanto queremos, que es que la gente se divierta y lo pase lo mejor posible. Como lo dice uno de nuestros versos “llevaremos alegría a los enfermos y reclusos de la cárcel local. Vamos a brindarle nuestro sincero mensaje en nombre del pueblo de Uruguay”. Qué bien nos sentíamos después de haber actuado, no solo lo hacíamos en la cárcel, sino en el Hospital de Ancianos municipal y en el Hogar San Vicente. O donde nos llamaran, allí estábamos con nuestro mensaje de alegría.” Eran palabras del Quelo. Y en un recuadro resaltado, el orgullo del éxito: “26 primeros premios y 3 segundos en Concepción del Uruguay, más uno en la ciudad de Gualeguay, doce corsos de barrios, dos en R.O.U., uno en Colon, uno en Gualeguaychú.” Sonaron los primeros tamboriles, fueron pasando las murgas, no aparecía el Quelo con su camisa floreada, y la pancarta de colores estridente que presentaba a “Los Negros….”. Ansioso esperaba el anuncio del locutor que animaba la fiesta, pasa una murga, cabezudos, otra murga, mas mascaritas sueltas y de “los Negros…” Nada. Y “los Negros…” no pasaron, no vino el Quelo, no está el Quelo, se escuchaba, y vino la segunda parte con comparsas con señoritas muy bien ataviadas, con plumas, lentejuelas, rasos, y mucha piel a la vista. Pero la gente seguía preguntando por el Quelo y otros más, pero sobre todo por el Quelo. No sé porque salí de la plaza justo por la Vicente H., quizás buscando encontrarme con el Quelo y “los Negros de la Puerta de Atrás”, que justo que me venía ese nombre para hilvanar mis pensamientos enjugando mis lágrimas. Porque el Quelo y los otros murgueros se iban de los corsos por la puerta de atrás después de tantos años de alegría y diversión. Y al legar a mi casa sentencie en voz alta por si alguien que venía tras mis pasos me escuchara: “En que momento carajo, la camisa floreada del Quelo se convirtió en tanga”.
Elìas Almada
Argentina
RED DE INTELECTUALES, DEDICADOS A LA LITERATURA Y EL ARTE. DESDE VENEZUELA, FUENTE DE INTELECTUALES, ARTISTAS Y POETAS, PARA EL MUNDO
Ando revisando cada texto para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.
Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.
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