A la mujer de mis sueños:
Ya la he podido ver;
Estaba esta tarde en el campo,
En el campo del laurel.
Sentada bajo un gran árbol:
Usaba su neceser
Para rizar sus pestañas
Al pié de un olmo muy blanco.
Bajo un sombrero de palma,
Ella me sonrió a la vez,
Mientras canturreaba un fandango,
Al que paró de inmediato,
Cuando vio que la miraba.
No te cortes: sigue cantando,
Le dije yo, muy ufano,
Al tiempo que le entonaba
Esta canción, como un gallo:
“Yo soy aquél,
Que cada noche te persigue;
Yo soy aquél,
Que estando lejos de ti,
Ya no vive…”
Repasando el gallinero
Y ver, que la mejor estaba:
Despalmando su sombrero,
Que poco antes llevaba
Sobre su testuz muy gallarda.
Cuando ella me oyó:
Paró su canto,
-Que no era otro,
Del que tiene más encantos-:
“Ámame, ámame mucho,
Como si fuera esta noche
La última vez…”
Puso cara triste
Y me conminó:
¿Es que usted se ríe,
Porque ha notado,
Que yo soy del campo…?
¡Dios te guarde, vida mía!,
Pues nunca había escuchado
El canto de una sirena,
Estando tan lejos del mar…
Yo no soy una sirena
Y aún no conozco el mar,
Para que usted ya lo sepa.
Es que una voz tan tierna,
Nunca se suele dar
Entre los montes
O, las tierras,
Mucho menos donde estás
Y sin haber visto mi mar.
Yo muero por conocerte
Y no con reproches,
Sí con la alegría
Y para toda la vida,
Que tú quieras darme.
Yo estoy sin malicias,
Sin ningún reproche
Y tan solo quiero:
Obtener tu favor.
Entre tu mirada,
Que en ella se esconde
La felicidad de mi alma
Y, el amor a raudales,
Que tú puedes darme.
¡Qué palabras tan bonitas!
Dice usted sin parar:
Son cosas de fantasías,
Que no se suelen escuchar,
Porque siempre son mentiras,
De un mentiroso simpar,
Que las saca a la palestra,
Cuando quiere conquistar
A cualquier mujer bonita,
Que se encuentre al pasar
A lo largo de la vida.
No hay sarta de mentiras
En lo que debes escuchar,
Ya que lo digo sin ira
Y sin ánimos de engañar
A una mujer tan divina.
-Es que mi alma destila
Lo que siente de verdad-.
No hay ninguna mentira
En quererte conquistar,
Es la expresión de mi alma,
Al verte tan exquisita
Y al no querer dejar pasar
Esta oportunidad tan bendita,
Que tú me puedes dar
Para encontrar la felicidad,
Que mi alma necesita.
Son palabras que se dicen
Y, cuando son ciertas, se quedan;
Porque enganchan los sentimientos,
Para no sentir las penas
Del alma que las precisa.
Yo solo espero la verdad
De la persona que quiera,
Conquistar mi corazón,
El cual, lleva tiempo en su espera,
Para poder dar todo su amor
Y, no tener nunca quimeras.
Pues tú serás mi compañera
Y yo viviré por ti,
Para estar siempre a tu vera
Y, ambos en la gloria vivir,
Bajo un mismo porvenir.
Te he buscado
Y, hoy te encuentro
A la sombra de este almendro.
No es este árbol un almendro,
Pues es un olmo muy blanco.
¿No estará usted equivocado?
Al llegar a este encuentro:
¿Cómo se ha confundido?
-Del olmo en un almendro-
¿Será lo mismo?
La imagen de nuestro
Común encuentro,
Con la sombra de un almendro,
Cuando era un olmo blanco?
Así suele suceder,
Si se quiere presumir
-Delante de una mujer-
O se quieren conquistar
Los favores a la vez.
Así será si lo dices;
Pero nada tiene que ver,
Mi falta de conocimientos
De las floras del lugar,
Con mis propios sentimientos
Y que tú despiertas en mí.
De todas formas,
Yo seré muy pronto,
Tan ducho en las materias del campo,
Que te vas a sorprender;
Porque me quiero fundir
Muy pronto –mi ser- en ti,
Y adquirir los conocimientos,
Que en tu memoria se guardan.
Yo no me muevo de aquí,
Hasta que me des el consentimiento
De que tú serás para mí,
Hasta el final de los tiempos…
Comentario
Felicitaciones, Francisco, por tu extenso poema, muy entretenido.
Un gusto leerte. Un saludo cordial.
Encantador
RED DE INTELECTUALES, DEDICADOS A LA LITERATURA Y EL ARTE. DESDE VENEZUELA, FUENTE DE INTELECTUALES, ARTISTAS Y POETAS, PARA EL MUNDO
Ando revisando cada texto para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.
Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.
http://organizacionmundialdeescritores.ning.com/
CUADRO DE HONOR
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