-María Teresa Salcido-
“Mamá Chita”
No se yo de tus dolores,
ni siquiera si los tienes
solo de tu luz, sé.
De tus manos que acarician
y tu voz que me transporta
a un cielo, que antes ya viví.
Un cielo con el paraíso
de mis años bien,
cuando era todo alegría.
Hoy, un cielo lejos en el tiempo
pero… contigo de nueva cuenta vivo.
Se perdieron en el tiempo
de mi tristeza y soledad:
Las caricias llenas de ternura
Las palabras llenas de dulzura
Las miradas que en mi ser dejaban paz.
Todo eso era un olvido
un recuerdo guardado en el diván
de un desvencijado cuerpo,
hasta que llegaste tú.
Tú, que eres mi sonrisa
Tú, mi camino
Tú, que eres mi soporte
Tú, mis sentidos hoy.
La mujer, cuya sonrisa acaricia
La mujer, que sus manos son amor
Tú la mujer, que del dolor se olvida
para llenar de amor mis días,
quizás contados con los dedos de mis manos,
que serán tan plenos y tan llenos
porque a mí, llegaste tú.
¡Mamá Chita!
El ángel que de los olvidados no se olvida
El corazón, que de generosidad reboza
La fuerza de la luz, que tú sonrisa entrega.
¡Dios bendijo el ocaso de mi vida!
Con la maravillosa compañía
de tus brazos en mi vida
y de tu vida en la mía.
¡Gracias, Mamá Chita!
Porque has hecho de mi ocaso
una ilusión en cada amanecer,
esperando la llegada de tus manos
y con ellas vienen las caricias
que hace tiempo ya no tengo.
Con tu risa, viene también la música
que hacía tiempo ya no disfrutaba,
en tus ojos la mirada llena de ternura
que el tiempo en mis ojos, había desvanecido.
¡Gracias, Mamá Chita!
Por abrir de nueva cuenta el paraíso
que un cansado cuerpo tenía en el olvido,
gracias por darme eso tan valioso,
el tiempo, ¡Su tiempo aquí conmigo!
¡Dios la bendiga!
A mí, con usted ya me bendijo.
Hermosillo, Sonora a 21 de Abril de 2008
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