Ante una página en blanco
Comenzar una pieza literaria es vencer la inercia de las palabras que flotan desorganizadas en nuestro interior. Intentar sacar fuera en forma de palabras todo el entramado de los sentimientos e ideas que ocupan nuestro interior es un gran reto. El desafío vale la pena, lo que parece imposible está ahí, en nosotros mismos. El arte de la escritura consiste en el articularlo de palabras que tengan el sentido que deseamos y comunique nuestro deseo.
Al dedicarnos a producir un trabajo literario siempre nos debemos preguntar cuál es el objetivo que tenemos. Los objetivos pueden variar en un espectro casi infinito de ideas y sentimientos. El resultado de encontrar las palabras apropiadas para tener el éxito deseado es una de las artes más difíciles que puede lograr el ser humano.
El deseo o la necesidad de poner ideas por escrito puede ser de distinta intensidad. Lo deseamos mucho o simplemente es un ejercicio que no nos importa tanto. El grado de interés que tenemos para generar un tema, sea en poesía o prosa, determina la facilidad con que vencemos la inercia de las palabras que están revueltas en nuestro pensamiento. Un torrente de palabras desgranadas y sin tino no constituye una obra literaria.
Roland Barthes, destacado semiólogo francés, ha señalando que la escritura ha significado una revolución en el lenguaje y en el psiquismo y, con ello, en la misma evolución humana, ya que la escritura es considerada una segunda memoria para el ser humano, además de la biológica ubicada en el cerebro. Esto es tan evidente que se distingue la prehistoria de la historia porque en la primera se carecía de escritura y sólo existía la tradición oral.
La escritura vino después de la aparición del lenguaje. El lenguaje consiste en una articulación sonora peculiar con que el ser humano (homo sapiens) se comunica y expone sus ideas. La escritura, además de constituirse en la mejor evidencia de la existencia de distintas lenguas antiguas, es la forma más precisa de comunicación de los seres humanos, pero su dominio requirió milenios, y distintos pueblos desde la más remota antigüedad desarrollaron las suyas según el patrón de su lenguaje sonoro.
La escritura, es el documento más fehaciente y certero para demostrar la evolución y progreso intelectual del ser humano. Pero según se complican las sociedades con el enmarañado curso del progreso tecnológico, en esa medida se complica la palabra escrita.
Con lo que se produce en términos literarios sucede lo mismo que lo que sucede con las formas de expresar la espiritualidad. Para algunos seres humanos expresar su espiritualidad consiste en encender una vela, juntar las manos y rezar repetitivamente una alabanza al ser o seres que considera su creador, su dios o dioses. Para otros elevados y clarividentes, que consideran la energía del universo como el ente creador de todas las cosas, su conciencia cósmica, su comunión con ese ente organizador del universo, requiere unos niveles superiores de conciencia. Al igual podemos decir que el creador de una pieza literaria podrá hurgar en su nivel de evolución comunicativa, la calidad y cantidad de su vocabulario y producirá un resultado a estos niveles propios. Siempre encontrará lectores que lo lean y consideren excelente. Se juzga al nivel de la propia condición.
Para un erudito que ha empleado toda su vida en la lectura de los que a lo largo de la historia escrita se han considerado los sabios o los grandes, y que lleva sobre cincuenta años de intensa lectura, intensa búsqueda de ideas nuevas, y tiene un vocabulario de alta y máxima calidad, cuando se sienta a poner por escrito sus ideas logrará un documento al nivel de erudición que le caracteriza.
Mi opinión es que tanto el escritor para las masas, como el erudito para los eruditos, se enfrentan a la misma dificultad de organizar sus ideas y vencer la inercia de la primera oración que pueda dar origen a la obra. Si sus ideas fluyen con facilidad logrará su objetivo con la satisfacción de haber logrado una perfecta comunicación, traducida en una excelente obra literaria.
Y como me he dicho a mí misma, he aquí este mensaje que comencé con suma dificultad y lo concluyo con la misma dificultad, sin pretender lograr un editorial erudito, solamente deja saber que el que escribe siempre tiene ante sí un papel en blanco esperando ese salto que le lance al éxito en la comunicación venciendo la inercia de las ideas en su cerebro.
Carmen Amaralis Vega Olivencia
Miembro del Equipo Editor
Revista Palabras Diversas # 42
Comentario
Almendra, gracias por tan sentidas y elocuentes palabras, un abrazo, Amaralis
Hugo, que alegría me da saber que te animas a escribir más, ya eres escritor, anímate a demostrarlo, un abrazote agradecida, Amaralis
Interesante propuesta es, Amaralis, ésta, la de exponer tu concepto acerca de lo que vale y significa escribir.
P/D: Me has dado un empujoncito, amiga mía. Me refiero a animarme para escribir. Es que mi pluma es algo remolona para espabilarse y hace un tiempo que ronca y no produce. Veré si la convenzo con mimos. Abreso.
RED DE INTELECTUALES, DEDICADOS A LA LITERATURA Y EL ARTE. DESDE VENEZUELA, FUENTE DE INTELECTUALES, ARTISTAS Y POETAS, PARA EL MUNDO
Ando revisando cada texto para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.
Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.
http://organizacionmundialdeescritores.ning.com/
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