BURGOS, CAMPO DE NABOS * EN POESIA
(*) Campo de Nabos, en el argot “Caló” y la “Germanía”, es igual a Cementerio)
Hoy, casi empezando a comer una nabería poética, potaje de nabos en Poesía, y gracias a mí pésame dado a Olga, de Telira, por el óbice de su compañero Antonio, “niño de aguas”, como ella cantara en “Aquí Llama Primera del XXI ( Poetas de Burgos) Cuadernos de Poesía “Telira”, Nº 7 y 8, año 2004, , raicillas tiernas de la naba empiezan a brotar en mi corazón como sentimientos, y las lágrimas se me pegan en los dedos como maslo de la cola. El tronco o núcleo de la asníflua armazón poética de Burgos, como en escalera de caracol, y que sirve de sostén a los medios cual cuchillos de una armadura en chapitel, se me viene encima, como en aquel juego de muchachos y jóvenes poetas, cuando, antes de recitar, gritábamos: “arráncate, nabo”, y/o “arráncate, poeta”.
En la nácela, cierta moldura cóncava que suele adornar la base de la columna, aparecen los nombres de otros poetas: Bernardo, quien ha entallecido su raíz de poesía al aire del camposanto, quien nos recitaba en “La casa” en la misma y citada Antología: “Os ofrezco mi casa”; pues va a ser que no, majo, le susurro al oído. Pues aquí, aunque nacen las flores, las plantas, el pelo; mueren, sin embargo, los astros, los ríos, la lengua, el poema. Lo mismo que Jorge, roto para siempre al abrirse su paño cosido por la inmediación de una costura; y que nos recitó un día “lees en tus manos un desierto”( misma Antología), con la cabeza o parte superior del cuerpo saliendo por encima de una pieza del escudo, como en heráldica; y, ahora, Antonio, compañero inseparable de Olga y de Telira, de estirpe hidalga, bien nacido, Arenasil , amigo de Mar Adentro en Candás (Asturias) en sus Jornadas de Poesía, adivinando “ese triste lamento que penetra en mi alcoba”,a quien alcanzo este mi dedicatoria, pues nuestras Musas se hicieron carantoñas con su lira mala o buena.
Ya dije Yo, en esta misma Antología ( Aquí Llama Primera del XXI), que “ cada época se levanta en manos de sepultureros”, y en la presente nos muestra lo mismo, pues “hay una amargura de luz en esta hora de muertes”(ídem). Ellos ahora vagan por ciudades, villas, por cortijos, por aldeas rizando el rizo del Rebuzno del que toda esa caterva de gente de las letras es muy facultativa y muy experta, ¡Cuánto vale la Vida y cuántos bienes procurarnos puede¡ Olga, antes de colgar el teléfono, me dice” Ya ves, Daniel, se nos mueren los poetas, y ya quedamos pocos. Cuídate” Sí, amiga, que rabien, rabien, esas viejas gentílicas deidades que hilan, devanan y cortan el hilo de la vida humana.
Los amigos, los conocidos, quienes se enteraron sintieron sus muertes, pero no lloraron los escritores ni los poetas. En una charla tenida en la Cantina “El Patillas” y, después, en “El Baúl de la Piquer”, un poeta, Cabrero, exclamó: “Mis condolencias que no crean merecerlas, su malicia les perdió”. El confesó que nunca había leído de ellos, y que recordaba que cuando en alguna ocasión se puso al lado de ellos, le miraron por encima del hombro; y esto le molestó muchísimo, “pues qué se creían estos poetas de bragueta abierta”, decía. Otro contertulio, que sí les había visto antes de enterrar, parafraseándome dijo: “Había rasgos de amargura en torno a la boca y los ojos velados”. Eso es mío, le repliqué yo. Pues sí ,contestó, ¿y no te gusta, acaso?
“Estos poetas, como la mayoría, dijo un tal Ovidio, son glotones de Poesía, y como me dijo un pastelero de la Panadería “El Pájaro”: “Ser glotón trae mal agüero”.Prosiguiendo: “Que malos eran”. Terminando la conversación con el apunte de un poeta sevillano, un poeta labriego que trabajó para don Emilio de Moradillo: “ Y ezo a mí qué mà’ me da”.Yo les conocía de lejos. Jamás leí alguno de sus libros o poemas, menos ahora que estoy sentado delante de la Antología de Telira citada. Y ahora, valga la redundancia, sé por ellos y por mis virtudes poéticas que todos cantamos con asnífluo acento enseñando al hombre lo que vale un Rebuzno dado a tiempo, y si es a la sombra de un pesebre lleno, miel sobre hojuelas, que lo vital para ellos, para él, para nosotros, es ocuparse del corral y tener huevos cada día, y de vez en cuando un lechal de los asaderos de Aranda de Duero.
Lo cierto es que sus plumas desde el lecho de su muerte no son de provecho y no sirven ni para cojines ni almohadones ni mullidos edredones, y sí, que yo les veo, de la mano de Leandro, mancebo de la ciudad de Abydos a orillas del Helesponto, a quien hicieron célebre sus amores con Hero, que vivía en la orilla opuesta y a la cual pasan a ver todas las noches a nado, con permiso de la Vigée. Madama Lebrun, pintora francesa que vivió la mitad del siglo XVIII y casi otro tanto del XIX, académica de pintura, solicitada por todos los soberanos de Europa. Y será tanto el placer con que su Rebuzno exhalarán, que la misma Parca, imitando al “Píndaro francés”, Ponce Dionisio Escuchard Lebrun, cantará:
“ Cuando la viuda ejemplar
Cesó, por fin, de llorar,
Lo pensó y consideró
Y esta decisión tomó:
Los muertos que tan temprano
Dejaron el mundo humano
Habría que respetarlos
Y en silencio enterrarlos.”
Sus reliquias, que veneramos, están enterradas en el vientre de una ballena de tierra llamada Poesía. Paz y Amor a través de la Poesía, pues.
- Daniel de Cullá
RED DE INTELECTUALES, DEDICADOS A LA LITERATURA Y EL ARTE. DESDE VENEZUELA, FUENTE DE INTELECTUALES, ARTISTAS Y POETAS, PARA EL MUNDO
Ando revisando cada texto para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.
Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.
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