Canto a nuestras huellas

[Amaya oswaldo Daniel]

 

Gota a gota se desparraman  sueños,

vertientes oscuras, el risueño suelo,

un rio suave en el pañuelo,

miseria inquieta viviendo en consuelo.

 

Yo no veo, ¡oh primavera oculta!

caen lanzas de otoño, absurda calma absoluta,

sombras acumuladas en el vacío,

emulando campos donde nada nunca ha nacido.

 

Sombras que vagan en los pétalos caídos,

tu sonrisa de luz vaga,

tu sonrisa blanca lúcida,

prohibiendo ternura con una daga,

en las huellas nacen rosas pálidas,

mueren y callan los sonrosados sitios.

 

Y entre aquellas huellas nacen,

aquellas numerosas cosas, entre tantas cosas,

que tuvo un sitio en que vivimos,

donde ahora en cada lugar sale tu nombre,

el flagelo de imágenes recorren la noche.

 

Las almohadas lloran y besan,

en la corriente larga y fría que no cesa,

suave melancolía en el pálido rosal,

flotando en la cabeza un ave fantasmal,

el mundo conoció el gris eterno,

las flores mueren en el invierno,

sin ti  a la vida se le acaba el tiempo.

 

¡oh y aquellas cosas buenas!

que importa ya la pena,

la recuerdo amándola con fiereza,

sus huellas son  todo lo que me queda,

el cielo llora y canta,

aunque desperdicie mis fuerzas,

el jardín te atesora rosa bella.

 

Si estuvieses en mis ojos,

o en alguna hebra,

ahora  entenderías como  te veo,

origen de la infinita belleza,

paraíso que tal vez no veré cuando muera.

 

En la soledad en que vivimos ahora,

es una parte de la guerra,

y en nuestras almas eternas,

aunque casi muertas,

viviremos juntos en ellas ,

en la tuya siempre viviré,

aun cuando no esté contigo,

y se separe la tierra, pronto me iré.

este sentimiento que hoy incendia,

vivirá en nosotros hasta el fin de los días,

cada huella y cada nota que se suspira,

remembranza de los momentos de alegría.

 

Estoy en ti, y en ti mis huellas,

cuando la noche cae,

cae el firmamento,

se abren las cartas del cielo,

llanto y suspiro  en el frio,

la luz es solo tuya,

cuando la luna se engrandece en el cielo.