LO QUE NO SE REMEDIA SE AGRAVA
Lo recogieron en la carretera, estaba muy deshidratado, no era el único, los vecinos del área tenían las casas abarrotadas, pero no podían dejarlos tirados al borde del camino.
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Aunque no lo crean, ya me acostumbre a los tranques. Ese embrollo que acorrala y convierte lo autos en baúles de libros, revistas, periódicos viejos y del día, botellas de agua y hasta un USB cargado de canciones, a fin de aplacar la tensión, la irritación e incluso la frustración del proyecto malogrado.
Un día, mientras nada ni nadie avanzaba, por pura distracción busqué en el celular la definición de la palabra tranque. Encontré que significa “embotellamiento” y también, “acumulación excesiva de personas o vehículos que impide la circulación normal por un lugar”. En ese momento me dio por pensar que en pocas ocasiones las palabras definen a cabalidad el concepto que quieren expresar, y es que después de estar en varios embotellamientos, después de vivirlos día tras día sin interrupción, las definiciones indicadas me resultan borrosas, no me indican lo que son en realidad esas acumulaciones excesivas de vehículos y entonces, concluí que podrán servir para brindar alguna idea de lo que implica la palabra tranque, pero no alcanzan a dibujar lo que es ese atasco, e imagino que así pasa con muchas palabras, cuidado con todas. Por cierto, recuerdo que aquel día un agente del orden me preguntó por qué tenía apagado el auto, por qué no tenía puesto el cinturón de seguridad y por qué utilizaba el celular. No sé si fue la forma en que lo miré, mi perplejidad ante tamaña pregunta o el entorno general, pero así como llegó se fue. Lo vi perderse en la larga fila de vehículos. Nunca expresé una palabra, no me dio la oportunidad de hacerlo, y es que el tema de los atascos se ha vuelto terrible. Me cuentan -nunca llegó a tiempo para ver las noticias de la tarde-, que hasta informan las avenidas por donde puedes transitar mejor. Eso sí que es alucinante.
Y es que pasan muchas en cosas en una “acumulación excesiva de vehículos que impide la circulación normal por un lugar” y más aún, si es consuetudinaria e irremediable. Les cuento que haciendo una gestión en una oficina pública, una funcionaria expresó que tenía náuseas y otra sugirió que podía ser lo que almorzó. La afectada le miró algo molesta y dijo: -Tú crees que salir para acá a las tres de la mañana y llegar todos los días a casa a las diez o diez y media, para empezar a cocinar, hacer tarea con los chiquillos y ordenar lo que se pueda es para sentirse bien, ¡no friegue¡. La otra se defendió sentenciando: -Cálmate mija, ningún hijo de Dios muere boca abajo…
No sé por qué tanta gente usa ese refrán (respondió la afectada), si yo solo veo gente reventando, aquí mismito acaban de botar como once, para meter gente del partido…
- Cállate, quieres que te boten, aguanta que todo tienen solución…
- ¡Qué solución va a tener, no seas ingenua, esto no lo compone ni San Pascual Bailón!…
Estuve tentado a preguntar dónde vivía, pero no me atreví. Me limité a hacer lo mío mientras lamentaba su suerte. Por supuesto, lo atribuí a la migración descomunal que hace años se produce hacia áreas apartadas de la ciudad capital (por la falta de alquileres accesibles y viviendas acordes a las necesidades familiares), a la tremenda escases y deficiencia del transporte hacia y desde la ciudad capital y la inexistencia de nuevas autopistas para ir y venir de aquellas áreas distantes en horas pico.
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Hace rato este país se rige solo por las leyes de la naturaleza, que cómo así, bueno te explico, en la selva la manada corre para alejarse del peligro, y los más débiles se rezagan y mueren. La civilización, se supone, no debe funcionar así. En un Estado debidamente constituido y organizado debe privar una administración que procure la mejor calidad de vida posible a la mayor cantidad de personas posibles, pero por aquí, frente a los anuncios de progreso y buen hacer, despunta la ley de la selva, la del más fuerte y por ende, las migajas son el común denominador de los administrados que no cuentan con la dicha de estar apadrinados. Pero ocurre que el propio sistema cuenta, a veces, con una balanza. Y es que el descontrol que la acumulación sin medida genera es tanto, que puede rebotar contra todos y así ocurre en el caso de los tranques, que afectan a todos en la más absoluta igualdad de condiciones -no importa el precio, la marca o año del vehículo-, todos bailan revueltos y equilibrados el son del atascamiento (Imagino que el son del tranque más o menos tendría que decir: La construcción de los puentes sigue, la construcción de los puentes va/ la construcción de los metros sigue, la construcción de los metros va/ los buses no resuelven nada y los taxis tampoco van/ la construcción del cuarto puente arranca y un tren bala anuncian, y quién sabe si algún día será, quién sabe si algún día será. Todo esto aderezado con un coro que repite: Pero no hay quien se salve nunca, del tranque aquí en la ciudad).
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-Lo que no se remedia se agrava y los tranques se tornaron más largos e insoportables, las peleas y choques estaban a la orden del día y las ciudades se volvieron hoscas. Transportase de un lugar a otro no era seguro, sin embargo, Tomás decidió emprender el largo viaje bajo la premisa de que la vida sigue, pase lo que pase. Nadie le conto del refrán que reza que la vida se complica cuando sales de casa.
Salir de la ciudad fue difícil pero no imposible, ya en camino tropezó varias veces con algunos atascos, pero llegó más tarde que temprano a la empresa que pensaba visitar y tuvo que hospedarse en un hotel para culminar su tarea al día siguiente. En medio del viaje empezó a llover y con la lluvia empezó la acumulación de vehículos, no lo advertía, pero su carro se había convertido en una especie de refugio contra el entorno. Subía el volumen del radio y no escuchaba gritos, pitos, frenazos, choques, absolutamente nada, se aislaba del entorno y esperaba, aquella era su estrategia.
El método le había servido hasta ese día en que la fila de autos atascados serpenteaba a través de pueblos enteros. El colapso había llegado para quedarse, no bastaban las carreteras y puentes existentes. El tranque se había tragado toda posibilidad de transitar en todas partes y al unísono, las carreteras del país estaban taponadas y no había forma de solucionarlo. No lo sabían, pero la espera se volvería eterna, imposible, no solo para él, para todo el que estaba en un vehículo. En algún momento salió de su abstracción y miró a los lados (podría decirse que despertó), los otros conductores hacían lo mismo -todos se observaban perplejos- bajó las ventanas y apagó el carro. Al rato escuchó decir a otro conductor que tendrían que caminar, no le creyó, no podía ser, se negaba a admitir lo que estaba ocurriendo, pero la noche llegó sin que se movieran ni un milímetro. Despertó al amanecer, no estaba el conductor de al lado, supuso que habría ido a hacer pis, él quería hacerlo pero no se atrevía a salir del carro, pensaba que en cualquier momento se despejarían las vías, pero no fue así, encendió el radio en medio de un comunicado que recomendaba permanecer en los autos y llamaba a la calma, un policía paso en una moto entre los carros y le voló un retrovisor, ni siquiera frenó, lo vio perderse en la pista, solo se quedó mirando hacia el frente y sintió un tremendo vacío en el estómago. Al otro día vio pasar a su lado una fila interminable de personas. Ya pasado el cuarto día, salió del carro a conversar con otros que aún no se habían marchado, tenía mucha sed, mucha hambre y se sentía muy débil. Concluyó que tendrían que caminar hasta casa, pero la sola idea de andar hasta allá –sin agua ni comida y menos sin fuerza- le resultó absurda, salió de la carretera y se sentó la espalda pegada contra un árbol. Al fin, le gritó el instinto, se levantó como pudo y se unió a la fila de caminantes…
ALBERTO O. CABREDO E
Comentario
Muchas gracias ELias Antonio Saludos
Gracias Crispulo Cortes Saludos
Gracias Maria del Milalgro Saludos
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Ando revisando cada texto para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.
Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.
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