De otras navidades/ Una sala desierta
De aquellas navidades a estas ha transcurrido medio siglo de vida. No cualquier vida, una vida en tránsitos de aquí a más allá, hasta tan lejos como medio globo terráqueo. Del calor al más intenso frío, de la más informal de las tardes en simple compañía hasta las más sofisticadas reuniones en salones de galas en palacios. El brillo de los ojos no ha cambiado. Estos ojos siguen centelleantes al recordar la mano que me guió por los pasillos de la casona de abuela, igual como cuando descubrí ojos preservados en formalina en el Palacio de Paladio en Vicenza. En ese tránsito se fue puliendo la piedra, desaparecieron los miedos, si alguno.
Aún recuerdo el raro nerviosismo en el estómago cuando me alejé por primera vez para encontrarme con unas gentes distantes en un país distante y frío, que me preguntaba en un idioma que no era el mío cómo era mi manera de amar. Porque siempre he amado mucho, tanto, tanto, hasta querer morir de amor, de saltar de un octavo piso en aquella torre distante y fría. El sonar de unas campanas me llegó justo a tiempo. Un viento rancio me recogió en sus brazos para que no dejara de volar hasta completar mis sueños de entonces. Y es que es Navidad y me arropa la nostalgia de aquellos lares de fríos y quimeras.
Más tarde, luego, llegaron bóvedas de catedrales y misas con cánticos gregorianos. Del brazo de un mundo de sabidurías en academias, de champaña y quesos exóticos, fresas frescas, que me hacían desear el dulce embriagador de una guayaba o un mango, lejos de mi café coláo, caía rendida en camas sostenidas por amores extranjeros.
Todo cambia, las piernas que bailaban ágiles las rumbas caribeñas ya no desean las danzas, ya no quieren moverse sin que se cuele un dulce recuerdo, un amargo dolor, una mano amiga, un recuerdo, una carcajada, un adiós, una llegada en esperas. Y me bebí las aguas de aquí y de allá, saciando los delirios, calmando esta constante sed que no me deja.
Es navidad y un flujo de nostalgias arropa mi blanca cabellera, y busco lo risos dorados que acariciabas en noches de palmeras, en dulces noches de lunas nuevas. Todo cambia y es Navidad. Como es posible que haya silencios donde una vez hubo algarabía y vida en abundancia. Ahora solo quedan fuegos artificiales iluminando el rostro del niño Jesús en una sala desierta.
Carmen Amaralis Vega Olivencia
Comentario
Muchas gracias mi querida María de los Ángeles, Feliz Navidad, Amaralis
Muchas gracias mi querida Inés, eres un sol, amiga, Feliz Navidad, Amaralis
Gracias Mab, tu presencia es valiosa siempre, Feliz Navidad y gracias por tu DESTACADO, Amaralis
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Ando revisando cada texto para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.
Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.
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